El triunfo de Luiz Inácio “Lula” Da Silva en las elecciones de Brasil sobre el actual presidente Jair Bolsonaro es festejado por el Frente de Todos, que intenta capitalizar ese resultado como un espaldarazo político a nivel regional para los espacios de centro izquierda, aunque la interna entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner y la crisis económica argentina amenazan con diluir rápidamente ese entusiasmo.
Si bien el regreso de Lula al poder le da un empujón espiritual al Gobierno, donde el Presidente embarcó este lunes con rumbo al país vecino para festejar junto al ganador y el kirchnerismo se entusiasma con darle nuevo impulso a una eventual candidatura presidencial de Cristina Kirchner en 2023, el escenario de Brasil y el de la Argentina parecen invertidos en términos políticos.
El resultado del balotaje que Lula Da Silva le ganó a Bolsonaro por un ajustado 50,9% a 49,1% se puede trasladar al escenario político argentino en su simbolismo, pero en la práctica es más difícil. La campaña que terminó en la victoria de uno de los principales referentes del progresismo de la región tiene más semejanzas con las elecciones argentinas de 2019 que con el panorama actual.
Incluso la referencia que hizo Lula a su “resurrección política” durante su discurso post victoria es relativa en su interpretación argentina, más allá de que el kirchnerismo busca allí un espejo para 2023.
¿Cuáles son las diferencias entre el Brasil de Lula y la Argentina de Cristina Kirchner?
La necesidad de “acabar con el hambre” surgió como una de las prioridades en el discurso triunfal del presidente electo de Brasil y en las calles se vieron algunos carteles pidiendo que “vuelva la picaña”, una comida similar al asado argentino. Ambas consignas se asemejan a las que tuvo el Frente de Todos en 2019 cuando enfrentó al gobierno de Mauricio Macri.
En aquel entonces, Cristina Kirchner logró construir una alianza que, con Fernández como presidente y Sergio Massa como tercer socio desde el Congreso, sintetizó una línea discursiva de “moderación” o de “centro”, apalancada en la idea de dar soluciones para la macroeconomía con inclusión social y mejoras en la economía cotidiana respecto de la situación que había.
La campaña de Lula tuvo un tono similar a la del Frente de Todos en 2019, cuando enfrentó a Macri
Tanto durante la campaña como en su discurso triunfal, Lula Da Silva siguió una línea muy parecida, apoyada principalmente en la alianza que construyó con el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y en su acercamiento al centro con señales “pro mercado” para el empresariado local.
Para el kirchnerismo, en 2019 en Argentina gobernaba la misma derecha que hoy gobierna en Brasil bajo el liderazgo de Bolsonaro. En ese sentido, la “resurrección en la política” de la que habló Lula permite un paralelismo con el regreso de Cristina Kirchner al gobierno, aunque ya no como presidenta sino como vice, pero con su cuota indiscutible de poder.
Lula “resurgió” desde la oposición en las elecciones de Brasil, tal y como hizo en 2019 Cristina Kirchner, pero hoy la vicepresidenta forma parte de un oficialismo inmerso en una crisis económica en pleno curso a la cual está asociada a pesar de sus reiterados intentos por despegarse y achacar toda responsabilidad a sus socios.
La pelea contra el “lawfare”: ¿única similitud?
Para el kirchnerismo el regreso de Lula al poder representa una victoria sobre el “lawfare” ya que a su criterio el brasileño fue víctima de la misma “persecución judicial” que la vicepresidenta, con el agravante de que él fue preso por la causa de corrupción conocida como “Lava Jato”.
No obstante, esta es hasta el momento la única semejanza entre la situación del líder progresista de Brasil y la ex mandataria. Las demás condiciones que rodearon al triunfo de Lula Da Silva no aparecen hoy en el panorama de la política argentina y mucho menos en el Frente de Todos.
En la actualidad, al Frente de Todos le resulta casi imposible lograr esa síntesis en un mensaje uniforme de “centro” que consiguió el brasileño y que el tándem Alberto Fernández-Cristina Kirchner supo mostrar en 2019, debido a la falta de acuerdos internos sobre cómo debe encarar el Gobierno la crisis económica y a dónde deben apuntar las medidas.
Alberto Fernández y Cristina Kirchner sienten respaldo por el triunfo de Lula, pero hay diferencias
A modo de ejemplo, Cristina Kirchner calificó como “inaceptable” el nuevo aumento que el Ejecutivo le autorizó a las empresas de medicina prepaga y antes de eso Alberto Fernández asistió al Coloquio de IDEA para tratar de tender puentes con un empresariado al cual el kirchnerismo quiere aplicar medidas de mayor control por la suba de la inflación que le endilgan.
Esas diferencias exhiben además que el corrimiento al centro que mostró Lula Da Silva parece hoy difícil para el kirchnerismo, que apoya tímidamente y a regañadientes el plan de ajuste fiscal de Massa e incluso se despega cada vez que tiene oportunidad de exponer sus argumentos sobre la situación económica.
Las condiciones del Frente de Todos: interna e inflación
Toda esa tensión interna en el Frente de Todos se traslada inevitablemente a la discusión sobre la estrategia electoral y se traduce en la pulseada que libran actualmente Fernández, el kirchnerismo, los gobernadores y todos los miembros de la alianza oficialista por la eliminación de las elecciones primarias PASO 2023.
El triunfo de Lula no resuelve esa interna, no acerca a Alberto Fernández con Cristina Kirchner tras meses de distanciamiento político y personal, ni tampoco soluciona la inflación que deteriora aceleradamente el poder adquisitivo de los argentinos y tira para abajo las chances electorales del oficialismo.
Al mes de septiembre, Brasil acumulaba una suba de los precios al consumidor de 4,3% desde el inicio de 2022, mientras que en la Argentina fue de 66% y representa la principal preocupación del electorado argentino según diversas encuestas.
Así, el “efecto Lula” para el oficialismo argentino tiene un alcance de corto plazo porque no ayuda a resolver los problemas que encara el Frente de Todos para las elecciones de 2023 y, en el mejor de los casos, solo puede ser beneficioso para el Gobierno en el plano de las relaciones con la región.
El triunfo de Lula no resuelve la interna del Frente de Todos, que además tiene que competir desde el lugar de oficialismo
Ciertamente, para la gestión del Frente de Todos es mejor tener a un amigo al frente del país que representa el principal mercado exportador y es uno de los 5 inversores más importantes la Argentina que seguir con Bolsonaro, cuyo desprecio con Fernández es mutuo y solo pudo ser manejado por el embajador Daniel Scioli y su habilidad para las relaciones públicas.
El triunfo de Lula, ¿impacta en la oposición?
En ese escenario de fuerte disputa interna en el Frente de Todos, con desacuerdos de fondo sobre la administración de una economía altamente inflacionaria que complica sus chances electorales, la idea de la “resurrección política” que encarnó Lula parece difícil de trasladar a Cristina Kirchner mientras siga siendo parte del oficialismo.
De hecho, el concepto de la “resurrección” puede ser recogido con mayor facilidad por Juntos por el Cambio aunque resulte paradójico a la luz de la cercanía ideológica de Lula con el Frente de Todos. Macri coquetea con la idea de volver por una segunda oportunidad tras su derrota en 2019 y lograr “resurgir” desde la oposición, como hizo el brasileño.
Por otro lado, el desplazamiento de Lula Da Silva hacia el centro para enfrentar a la ultra derecha de Bolsonaro tiene algún reflejo en la actualidad de la alianza opositora Juntos por el Cambio, donde se profundiza la disputa entre “duros” y “moderados”.
Durante el fin de semana, el acto celebrado por la UCR con la participación del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, inscriptos en el ala “moderada” fue un desafío directo al discurso “duro” de Macri y en parte también a la presidenta del PRO, Patricia Bullrich.
Mientras el “ala dura” no ocultó en el último tiempo su simpatía por la figura de Bolsonaro, al sector “moderado” no le desagrada el perfil de Lula, alejado de los extremos de derecha y de izquierda. Es precisamente el discurso con el que intentan enfrenar al eje Macri-Bullrich-Javier Milei.