Para un argentino, decir Rapanui es decir Fenoglio y decir Fenoglio es decir chocolate. Es que esta familia de Bariloche lleva ya tres generaciones haciendo los chocolates y helados artesanales que deleitan no sólo a los argentinos y a la vice presidenta de la Nación sino también a los suizos.

La historia de Rapanui tiene su origen en los chocolates Fenoglio que contribuyeron a que en 2015 Bariloche sea declarada oficialmente como la Capital Nacional del Chocolate. Diego Fenoglio, el fundador de Rapanui, aprendió el negocio de su padre Aldo, un turinés que en 1939 decidió dejar atrás a una Italia devastada por la Segunda Guerra Mundial. Cerró la chocolatería que con su esposa Inés Secco tenía en Turín y juntos se embarcaron para probar mejor suerte en Argentina.

“Al comienzo vino mi abuelo solo y recorrió el país de punta a punta hasta que, por recomendación de un conocido, llegó a Bariloche. Por los paisajes que le recordaban a Torino, decidió quedarse aquí. Hizo venir a mi abuela que esperaba noticias desde Italia y juntos en 1948 fundaron Tronador, la primera confitería chocolatería de la Patagonia.”, relata Leticia Fenoglio, actual CEO de Rapanui y parte de la tercera generación de la familia chocolatera.

Pero en 1970, de un día para el otro, Aldo falleció de un para cardíaco y su hijo Diego, que en aquel entonces tenía 19 años, tuvo que tomar el timón de la empresa que en los ‘60 ya había pasado a llamarse Fenoglio. Con los años se sumaron también sus hermanos Laura y Bruno y el negocio siguió creciendo de la mano de turismo que cada invierno llega a la ciudad.

Sin embargo, por diferencias sobre el curso de la empresa, en 1996 Diego decidió vender su parte de la sociedad y fundar Rapanui. La firma Fenoglio continuó en manos de su madre y hermanos hasta el año 2000, cuando luego de una crisis que los arrastró a un concurso de acreedores, la marplatense Havanna terminó comprándolos.

“El nombre Rapanui nada tiene que ver con la Isla de Pascua; así se llama la casa de la infancia de mi papá, una casa que aún conserva y donde se queda cuando está en Bariloche. Él quería bautizar a su nuevo emprendimiento con algo que tuviera un valor emocional para él”, aclara Leticia en video llamada desde la Patagonia.

Diego Fenoglio es hijo de italianos. Su padre se dedicaba al negocio del chocolate y se exilió hacia la Argentina.

El primer local Rapanui se abrió sobre la calle Mitre en el centro de la ciudad de San Carlos de Bariloche; era un local de Fenoglio que en la división de bienes le quedó a Diego. En aquel tiempo era más chico, pero conforme fueron pasando los años lo fue agrandando a tal punto que hoy, además de funcionar la fábrica de chocolates en el subsuelo, tiene también nada más ni nada menos que una pista de patinaje sobre hielo; otro sueño de Diego Fenoglio cumplido. “Siempre quiso hacer un estadio de hielo para partidos de jockey o tener su propio Holiday on ice; y como siempre está atrás de los sueños, lo que desea lo consigue”, cuenta orgullosa su hija.

Aplicando y mejorando las recetas familiares para alcanzar calidad “premium”, Diego Fenoglio se diferenció de sus competidores barilochenses también con el diseño de un local dispuesto como si fuera una “joyería”, describe la CEO de Rapanui.  Aunque hoy las reglas bromatológicas ya no lo permiten, en aquel entonces los clientes con una pinza podían elegir la variedad de chocolates que quisieran para armar ellos mismos sus propias cajas para llevar. “En ese momento era bastante trasgresor, pero somos una familia bastante aventurera, no le tememos miedo a los cambios y siempre nos fuimos adaptando a lo que los turistas venían a buscar a Bariloche”, remarca la empresaria.

Leticia y su hermano Aldo representan a la segunda generación de Rapanui, pero son la tercera de la familia de tradición chocolatera. En realidad, aclara Leticia, está también Julián que es el menor de los tres hermanos, pero que aún no trabaja en la empresa ya que una condición para ingresar a la firma, antes deben hacer experiencia en otra empresa.

“En mi caso yo estaba viviendo y trabajando en Europa cuando recibí un mail de mi papá invitándome a formar parte de Rapanui junto a mi hermano Aldo. Eso fue en el 2007; en ese entonces yo ya me había recibido de diseñadora y había trabajado en Estados Unidos y España” recuerda Leticia quien además de CEO, está a cargo de la fábrica que tienen en Valencia (España) y lidera el departamento de marketing.

“Mi papá es el presidente y el número 1 de todo; está en las aperturas de los nuevos locales, en las recetas y en todo. A él le gusta, lo apasiona y a mí me encanta que esté y participe. Es una locomotora y nosotros vamos atrás acomodando todo. El asunto de ese mail donde me convocaba trabajar en la empresa decía que se quería retirar. ¡Mentira; mi hermano y yo entramos a la empresa engañados vilmente!”, cuenta emocionada y entre risas Leticia.      

Rapanui: helados de Bariloche cruzan la frontera

Desembarcar en Buenos Aires era otra meta de los Fenoglio. Aunque luego la experiencia les demostró lo contrario, entendieron que por el clima no podían llegar solo como chocolatería sino que tenían que ofrecer también helados para superar la estacionalidad del chocolate en verano. Por lo que empezaron a trabajar en las recetas y luego probarlas en 2011 en una primera heladería que pusieron en Bariloche.

Aldo Fenoglio falleció en 1970 y su hijo, Diego, se hizo cargo de la firma con sólo 19 años.

Todo iba bien hasta que el diablo metió la cola y explotó el volcán Puyehueque dejó a la ciudad tapada de cenizas, aislada, sin vuelos, sin turistas durante ocho meses y, a los Fenoglio con 60 empleados que sostener. “Pero somos buenos pasando crisis y en vez de achicarnos decidimos reinvertir y aceleramos lo planes para desembarcar con el primer local en Buenos Aires donde no hay volcanes en erupción, temporadas sin nueve que te dejen sin clientes o hantavirus. Pobre Bariloche, cada tanto alguna crisis del estilo padece”.

El primer local de Buenos Aires se inauguró en 2012 en la esquina de Arenales y Azcuenaga en el exclusivo barrio de Recoleta “Todo fue un éxito, superó nuestras expectativas; lejos de vender más helado que chocolate, terminamos vendiendo más chocolates. Creo que el éxito de Rapanui es que rompió con la idea de que una caja de chocolate era para regalarle a una abuela. No era trending y se lo asociaba con lo antiguo, de modé. Pero en Rapanui pensamos en packaging modernos y diversificamos los sabores para que haya para todos los gustos”, sostiene Leticia que además se anima a recomendar su preferido: la tableta de chocolate amargo con sal marina y caramelo.

En Buenos Aires, Rapanui lleva 10 locales inaugurados; el último lo abrieron a comienzos de este año en Nordelta y, salvo el primero, todos funcionan en grandes casonas antiguas. “La realidad es que cuando abrimos el cuarto local dijimos basta, que ya era suficiente. Hasta que claramente mi papá se cruzó con otra linda casa y ese basta quedó en la nada”.

Próximamente, adelanta la CEO de Rapanui, estarán inaugurando un local más, pero esta vez en la Ciudad de Córdoba; el primero fuera de Buenos Aires y de Rio Negro; aunque tienen uno en Pinamar que abren solo en temporada.

Todos los chocolates se elaboran en Bariloche y los helados en cada sucursal y en el día. En el Mercado Central tienen una planta procesadora de pulpa de modo que, para asegurarse la mejor calidad, cada mañana eligen las mejores frutas del mercado, las procesan y las envían a cada uno de los locales para que de lunes a lunes elaboren los helados in situ. “A veces nos llegan quejas de que faltan sabores, pero tiene que ver con que quizás ese día la fruta no estaba óptima. Nosotros priorizamos la calidad a la cantidad”, asegura.

Aunque Rapanui recibe a diario pedido de franquicias, los Fenoglio se reconocen muy celosos de su negocio y prefieren no poner en manos de terceros los más de 60 productos que elaboran. De hecho, para no perderlos de vista y llegar a todo el país tienen su propio sitio de ecommerce, obviamente no de helados.

Los tradicionales “Franui” de Rapanui conquistaron a todo el país y hasta los paladares suizos.

Rapanui: de Bariloche al mundo con escala en Valencia

Herencia de la abuela paterna, a los Fenoglio les gusta mucho cocinar. A Diego Fenoglio, que además de chocolates, le gusta hacer dulces caseros en su casa tiene frutales de todo tipo desde peras, cerezas y frambuesas hasta frutillas, moras y arándanos. De hecho fue durante un verano de muchas frambuesas que se le ocurrió hacer los Franui, una frambuesa fresca con doble baño de chocolate. “Esa noche no pudo dormir ansioso de que llegara el día para ir a la fábrica a hacer las pruebas”, recuerda Leticia.

Esa mañana Diego Fenoglio llegó eufórico a la empresa con una bolsa de frambuesas de su jardín, bajó a la fábrica y no apareció hasta tres horas después con los Franui que finalmente salieron al mercado en 2013. De esa mañana de inspiración Leticia recuerda que su padre le dijo que abriera la boca y cerrara los ojos.

“Uno nunca olvida la primera vez que come un Franui. Son tan ricos; es una experiencia inolvidable en boca, una fruta fresca que…”- y se interrumpe para hacer una aclaración que termine con la grieta o las discusiones de asado-: “Los Franui vienen congelados para su conservación en el punto de venta, pero para comerlos hay que descongelarlos tapados en temperatura ambiente una hora antes de comerlos”, instruye.

En un comienzo los Franui se vendían únicamente en sus locales, pero dado el éxito decidieron masificar los puntos de venta y de a poco lo fueron soltando. Primero se lo dieron a los restaurantes, después a los cines y locales de venta gourmet hasta que finalmente se animaron a los supermercados y los kioscos. Actualmente están presentes en más de 2000 puntos de venta a lo largo de todo el país, pero también en más de 15 países.

Desde Bariloche la empresa abastece los mercados de Chile, Colombia, Uruguay, Perú y México. Para abastecer a Estados Unidos y Europa en 2020 los Fenoglio invirtieron 3.5 millones de euros y montaron fábrica exclusiva de Franui en Valencia (España). “Es una fábrica de 3500 metros cuadrados. Al momento tiene funcionando una línea de producción con una capacidad de 24 millones de potes al año: Pero como en 5 años apostamos a ser una marca global, la fábrica está pensada para operar con 4 líneas que se irán habilitando de a poco; la idea que vayas donde vayas siempre encuentres Franui”, dice Leticia.

Los Franui se venden en España, Grecia, Italia, Alemania, Austria, Francia, Suiza y en breve en Israel, Estados Unidos y Canadá.

Leticia Fenoglio es la tercera generación al mando de Rapanui. Lidera el área de marketing y maneja el local en Valencia.

¿Suiza? “Sí, Suiza” repite orgullosa la CEO de Rapanui. “Es increíble, pero el distribuidor me suele mandar fotos de las heladeras llenas de Franui, a los suizos los enloquece y para nosotros la aprobación del paladar suizo es como tocar el cielo con las manos”, concluye.

Por Prensa Pura Digital

DIARIO DE VILLA LA ANGOSTURA Y REGIÓN DE LOS LAGOS. NEUQUÉN.

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