La titular del Senado reemplaza a quien encabezó la fórmula ganadora del balotaje.
Este lunes el presidente Javier Milei partirá por la noche rumbo a Davos, Suiza, para participar del tradicional Foro Económico Global, que reúne anualmente a los principales ejecutivos de la economía y las finanzas, por lo que a partir del martes la vicepresidenta Victoria Virrarruel podrá ir a la Casa Rosada a ocupar la poltrona de Rivadavia, como se conoce al sillón presidencial.
Villarruel -cuya relación con Milei actualmente es distante, institucional- será presidenta entonces desde el lunes a la noche hasta el viernes, cuando en principio está previsto que regrese el jefe de Estado de su primera gira como tal.
Milei y Villarruel fueron diputados nacionales hasta el 10 de diciembre pasado. Ya en campaña, el creador de la Libertad Avanza había ungido a su compañera de banca como candidata a vicepresidenta. La relación marchaba a las mil maravillas y hasta pensó en que ella, además de estar en el Senado, podría ocuparse y monitorear las carteras de Seguridad, de Defensa y de la AFI.
Pero ya triunfadores en el balotaje del 19 de noviembre, el libertario se enteró de que ella había ido a ver subrepticiamente al expresidente Mauricio Macri, sin avisarle. Y el contenido del diálogo que trascendió entre ambos que le llegó a Milei detonó su furia: le habría dicho al creador de Cambiemos y Juntos por el Cambio que en caso de una crisis estaba preparada para hacerse cargo de la primera magistratura.
A ello se le sumó que estando Milei en plena campaña fuera de la Ciudad de Buenos Aires, la ahora vicepresidente organizó un acto que insinuaba la gestación de un proyecto político propio.
Milei frizó inmediatamente la relación con Villarruel y solo la distendió un poco en los actos de asunción el 10 de diciembre donde, pese a ello, ella protocolarmente no ocupó los lugares y funciones que debía tener, como la jura del presidente, acto que hizo la saliente vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Lo mismo ocurrió en la ceremonia en Casa Rosada. La vicepresidenta no tuvo un lugar asignado, hasta que amablemente alguien se le acercó y amablemente le dijo: “Ocupe mi oficina”.