La Unión Industrial Argentina lanzó una dura advertencia por la escasez de divisas que impregna de incertidumbre al escenario económico. Los empresarios calcularon en más de u$s13.800 millones la deuda comercial por las importaciones que no pueden pagar, pero que ya se autorizaron. 

El cálculo de los empresarios se divulgó durante la reunión de Junta Directiva de la UIA. Allí, los ejecutivos dijeron que las restricciones a las importaciones se agravaron en las últimas dos a tres semanas, en coincidencia con la última corrida cambiaria.

Los empresarios de los distintos bloques industriales dejaron entrever su preocupación por la dinámica económica, en un escenario de falta de divisas.

También hubo expresa mención a la falta de certezas sobre el futuro inmediato: la caída incesante de las reservas del Banco Central fue uno de los puntos abordados.

No obstante, los hombres y mujeres de empresas se cuidaron de hacer diagnósticos crudos sobre la situación económica y de exponer preferencias políticas en vísperas de la campaña electoral.

Falta de dólares y preocupación por la deuda comercial

La brecha entre las importaciones autorizadas y las efectivamente pagadas alcanzó, según la UIA, a la friolera de u$s13.880 millones. Esa deuda comercial se viene acrecentando desde febrero de 2022, cuando el Gobierno ajustó el cepo ante la escasez de divisas.

El Gobierno acumuló una seria deuda en dólares por las importaciones.

Se trata de una verdadera mochila que en algún momento habrá que pagar, pero nadie sabe ni cuándo ni cómo. Lo que sí está claro es que las reservas del Banco Central no alcanzan para cubrir ese pasivo.

La deuda acrecentó en los últimos 12 meses: desde marzo del año pasado, las importaciones rondaron los u$s80.700 millones pero se pagaron únicamente u$s66.850 millones.

La diferencia -por la friolera de u$s13.850 millones- es la “mochila” que habrá que pagar. Se trata de una bola que se armó luego de que el Gobierno obligó a las compañías a financiar por 180 días sus importaciones.

Algunas tomaron créditos con proveedores independientes y otras -las más grandes, internacionales- directamente con sus casas matrices.

El problema que aducen los empresarios es que, con semejante pasivo, no encuentran financiamiento en el exterior y que por ese motivo no pueden importar. O pueden pero por un monto sensiblemente menor. 

Como sea, se descuenta que es un pasivo que va a heredar el próximo gobierno, ya cuando ponga en marcha un plan económico. En la actualidad, con reservas netas en mínimos históricos, sería imposible hacer frente a esta deuda.

La “mochila” de deuda por importaciones pasará al próximo gobierno.

Las dudas por el FMI, las reservas y la actividad

Entre los industriales -grandes y más pequeños- aguardan con ansiedad el cierre de las negociaciones entre Economía y el Fondo Monetario, con la expectativa de que el organismo adelante desembolsos previstos, en un principio, para el segundo semestre del año.

Conscientes de que el estado de las reservas internacionales luce extremadamente complicado, los ejecutivos abrieron canales de intercambio con el Gobierno para tener algún tipo de certezas al respecto.

Sergio Massa se refirió a la cuestión ayer mismo, durante su exposición frente a empresarios de primera línea convocados por la Amcham, la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina.

“El front load (adelantamiento de los desembolsos) es estatutariamente una de las herramientas que tiene el Fondo para llevar adelante. Está todo sobre la mesa en la discusión con el Fondo, absolutamente todo”, dijo el ministro sobre las negociaciones que se están llevando adelante vía zoom.

Más allá de estas negociaciones, la preocupación empresaria se refiere al impacto que tendrá la falta de dólares en la actividad económica. Y en la inflación.

El diagnóstico de los ejecutivos, puertas adentro, es que la dinámica inflacionaria empeorará en los próximos meses, de la mano de la falta de divisas y la incertidumbre política. 

Las reservas sufren y el Gobierno espera un nuevo gesto de parte del FMI.

La prioridad de Massa

Massa tiene el objetivo máximo de evitar otro incremento de la brecha cambiaria. Ni siquiera ya se juega a una desaceleración inflacionaria, a la que cree imposible mientras persista la incertidumbre sobre el dólar.

Por eso, acaba de concederles a los empresarios de la alimentación una reducción en el programa de Precios Justos, que de ahora en más se achicará a menos de la mitad de lo que era. En vez de 30.000 productos con precios controlados en los supermercados, ahora serán 14.050.

La realidad se impone, y Massa pareciera aceptar una inflación muy superior a la que él mismo había pensado -del 3% mensual-, pero inferior a la que se desencadenaría en caso de una devaluación abrupta.

Por Prensa Pura Digital

DIARIO DE VILLA LA ANGOSTURA Y REGIÓN DE LOS LAGOS. NEUQUÉN.

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