
En octubre, los gemelos Ian y Stuart Paton del Reino Unido rompieron el récord mundial al cultivar la calabaza más pesada jamás registrada. Pesando 1278 kilogramos y con una circunferencia superior a 6,4 metros, esta hazaña marcó un hito en el competitivo mundo de las calabazas gigantes.
Los hermanos, nacidos en Lymington, llevan alrededor de medio siglo dedicados a este cultivo. Todo inició en su infancia, cuando recibieron una semilla que prometía dar frutos “gigantes”.
Con apenas 24,5 kilos en su primera cosecha, lo que comenzó como una curiosidad se transformó en una obsesión de por vida. “Una vez que cultivas una, quedas atrapado para siempre”, relata Ian Paton.
La histórica victoria coincidió además con la última temporada de Stuart Paton antes de retirarse del cultivo, añadiendo un valor especial al logro.
Historia y evolución del cultivo de calabazas gigantes
El arte de producir calabazas colosales ha evolucionado notablemente en las últimas décadas. Hace 50 años, una calabaza de poco más de 20 kilos era un espectáculo. En 1995, ninguna calabaza registrada superaba unos 453,5 kilos.
Pero el cambio de siglo trajo consigo una revolución: casi cada año desde 1999 se ha roto el récord mundial. En 2014, una calabaza alcanzó los 1054 kilos. Antes del triunfo de los Paton, el estadounidense Travis Gienger mantenía el récord con una fruta de 1246 kilos en 2023. Estos avances son resultado de décadas de experimentación, intercambio de experiencias entre cultivadores y mejoras tecnológicas asociadas al manejo de suelo, semillas y ambiente.
Lo que alguna vez fue visto como un simple hobby agrícola, hoy constituye una disciplina con aficionados en diferentes continentes e innovaciones constantes. El cultivo de calabazas gigantes implica conocimiento científico, creatividad y destreza manual, además de una gran dedicación personal y familiar.
Proceso y organización de las competencias de pesaje
Las competencias de pesaje se han profesionalizado hasta convertirse en verdaderos eventos de referencia internacional. Las calabazas candidatas a imponer récords internacionales requieren maquinaria pesada para su movilización y se colocan en básculas gigantes bajo la estricta supervisión de la Great Pumpkin Commonwealth, el organismo rector de las competencias oficiales de frutas gigantes. La organización opera con normas detalladas sobre el pesaje, presentación y transporte, agilizando la homologación mundial de los resultados e incluso la conexión con el Libro Guinness de los Récords.
En estas competencias, la transparencia y la vigilancia son cruciales. Equipos especializados manejan todo el proceso, desde el transporte hasta la validación final. La expectación por ver si una calabaza supera la anterior empuja cada etapa y fomenta una cultura de comunidad entre los participantes.
El avance de los récords y la incógnita de los límites
Una tendencia clara es el aumento paulatino del peso máximo de las calabazas año con año. Según el agrónomo Joe Ailts, durante las últimas dos décadas el crecimiento ha mantenido un ritmo lineal en las mejores calabazas de cada temporada. A pesar de esto, surge la pregunta de si existe un límite biológico. Los expertos sugieren que la ley de rendimientos decrecientes —presente en todos los sistemas naturales— terminará frenando el crecimiento, aunque aún no se sabe con certeza en qué punto ocurrirá esto. Por ahora, la marca de las 1360 kilos se vislumbra en el horizonte como el próximo desafío probable.
Motivaciones y ciclo anual de los cultivadores
El cultivo de calabazas gigantes es una afición absorbente y apasionada. “Cada año, los gemelos siembran más semillas, con la esperanza de tener la mejor cosecha hasta la fecha”, describen quienes conocen el oficio. Todo el ciclo comienza apenas termina el pesaje: se seleccionan semillas, se prepara el suelo y se diseñan métodos de mejora. El proceso exige una rutina diaria de varias horas, sin descanso durante la temporada alta. El reto y la esperanza de superar la propia marca personal o el récord mundial son combustibles que no se agotan para los apasionados del rubro.
Importancia de la genética y selección de semillas
La clave inicial reside en la semilla. No todas las semillas sirven: solo aquellas con genética sobresaliente, comprobada en cosechas previas y seleccionadas rigurosamente, pueden aspirar a lograr una calabaza campeona. Las semillas de calabazas cercanas al récord mundial pueden llegar a costar cientos de dólares, dada su altísima demanda. La variedad Atlantic Giant, desarrollada en los años setenta en Canadá, domina el mercado de los campeonatos y es responsable de la mayoría de los títulos. A diferencia de otros frutos donde importan sabor o textura, aquí solo interesan el tamaño y el color.
Clima e instalaciones: factores estratégicos
El clima es un factor limitante decisivo. La franja del paralelo 45 y áreas adyacentes —que atraviesan partes de Estados Unidos, Francia, Alemania y Nueva Zelanda— ofrecen condiciones ideales de luz solar y temperaturas estivales. Los Paton, alejados de esa región, compensan con una inversión clave: un invernadero de 670 metros cuadrados, lo que les permite controlar temperatura, humedad y protegerse de agentes externos, desde el clima británico poco favorable a las abejas polinizadoras que podrían alterar la genética.
El manejo óptimo del entorno, junto al esmero humano y la colaboración dentro de la comunidad global de cultivadores, explica cómo una pasión rural logra —año tras año— asombrar al mundo con una fruta gigante que desafía las expectativas.