Un equipo de investigación encabezado por el Instituto Geológico y Minero de España descubrió una fuga de un peligroso gas en el medio de la Antártida que despertó las alertas por su impacto ambiental en los océanos y las consecuencias en el resto de la Tierra.

El grupo de expertos abarcó a más de 25 especialistas, que también incluyó a científicos del Instituto de Ciencias del Mar español, que emprendió un viaje para dar con la compleja sustancia en alta mar a bordo del buque oceanográfico Sarmiento de Gamboa.

¿Cómo fue la investigación que encontró la fuga en la Antártida?

Los investigadores del país ibérico deseaban saber si existían fugas del gas metano como consecuencia del cambio climático que afecta a todo el mundo.

De esta forma, se acrecentó la preocupación de los investigadores debido a que, si ya son bastante notorias las consecuencias de la contaminación, con la fuga de gas, se volverían más graves aún.

“Estas fugas están vinculadas a cómo responden los depósitos de gas metano en estado sólido al retroceso de los glaciares”, explicaron los autores en la publicación en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Los especialistas encontraron fugas de metano en la Antártida. 

Los mismos expertos indicaron que este gas es uno de los que genera el conocido efecto invernadero e “implica entre 20 y 40 veces más calentamiento global que el dióxido de carbono”. 

¿Cuáles fueron las conclusiones de los investigadores?

Los investigadores, finalmente, dieron un peligroso hallazgo: unas columnas de gas de hasta 700 metros de largo y 70 de ancho, es decir, enormes fugas de metano.

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Los geólogos Ricardo León y Roger Urgeles revelaron que este preocupante descubrimiento traería complicaciones en la Tierra, debido a las graves implicancias del calentamiento global.

Este elemento ya se había acumulado en el último período glaciar hace 20.000 años, por lo que no sería inusual verlo de nuevo.  

Urgeles describe este nuevo espacio como “un hielo que, si le acercás fuego, ardería”, debido a que el metano es liberado por el deshielo. “Si nos ponemos a atar hilos, nos daremos cuenta de que es un círculo del que es casi imposible de salir”, señaló el especialista respecto al impacto ambiental.

La investigación completa en este enlace.