Hace casi 23 años, un grupo de surfistas argentinos, pendientes a las problemáticas ambientales que amenazaban a los océanos, se sintieron movilizados por el llamado de emergencia emitido por la Asociación Internacional de Surf (ISA, por sus siglas en inglés). La institución, que gobierna el deporte a nivel global, lanzó un direccionamiento para que todas las asociaciones de surf alrededor del mundo se unieran a la protección de los escenarios naturales de la práctica.

Este detonante llevó a que un grupo local tomará acción y fundará Surfrider Argentina, organización filial de Surfrider Foundation. Ya sea como propulsores en la concientización, como manos adicionales en las limpiezas, o con programas de ciencia ciudadana, lograron armar una comunidad costera que participa activamente de las distintas iniciativas que proponen.

“La inspiración fue crear un vehículo capaz de canalizar la voluntad de toda la familia del surf argentino por la conservación del medio marino en una época en la que, al igual que ahora, se presentaban una serie de desafíos al entorno que más disfrutamos: la playa”, señala Hernán Pérez Orsi, director ejecutivo de Surfrider Argentina.

PNUMA estima que entre 19 y 23 millones de toneladas de plástico se filtran anualmente a los ecosistemas acuáticos desde fuentes terrestres.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) indica que, cada minuto, el equivalente a un camión de basura lleno de plástico se vierte al océano. La contaminación de plásticos es un riesgo para la salud humana, la economía, la biodiversidad y el clima. PNUMA advierte que perjudica incluso la salud mental al disuadir a la gente de visitar las playas y debido al impacto emocional causado por daños consecuentes, como el sufrimiento de los animales.

Cambio climático y océanos. Una relación que afecta de forma diversa a todo el planeta

El año pasado, voluntarios de Surfrider, junto a otras organizaciones, recolectaron 49.913 residuos en 19 localidades bonaerenses en el marco del Censo Provincial de Basura Costera Marina, organizado por la Red Costera Bonaerense (Recobo). En total, se censó una superficie aproximada de 297.636 metros cuadrados de playa. El 74% de los residuos recolectados en esta séptima edición fueron plásticos y los más hallados fueron envoltorios, seguidos por las colillas de cigarrillo.

“Estos resultados subrayan la necesidad urgente de reducir el uso de plásticos y mejorar la gestión de residuos en las áreas costeras”, explica Pérez Orsi.

Durante el censo, voluntarios de Surfrider recolectan residuos que son clasificados según cantidad y tipo. Así, se analizan los residuos más comunes y las áreas más afectadas.

Su próximo gran objetivo es evitar el emplazamiento de una escollera en Miramar, uno de los sitios icónicos del surf nacional, e impulsar la ley de protección de las rompientes surfeables para salvaguardar la calidad de las olas y la biodiversidad marino costera.

La amenaza ambiental que pone en riesgo las costas bonaerenses

El océano cubre el 71% de la superficie de la Tierra y cumple un rol esencial en el mantenimiento del ambiente, tanto como hábitat para miles de especies, así como principal aliado en la pelea contra el cambio climático. Según la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC), el océano ha absorbido alrededor del 90% del exceso de calor generado por las emisiones de gases de efecto invernadero y el 25% de las emisiones de dióxido de carbono. No obstante, enfrenta una serie de amenazas como la contaminación o la pérdida de biodiversidad.

Una de sus campañas más amplias de acción climática reunió a más de 200.000 personas que exigían un mar libre de petroleras.

Entre sus grandes victorias, Surfrider destaca la preservación de La Paloma, uno de los lugares más reconocidos a nivel regional entre los surfistas ubicado en la zona de acantilados entre Mar del Plata y Miramar, que se vio amenazado por la intención de cubrirlo de piedras para hacer una escollera.

La Paloma fue designada Reserva Mundial de Surf en 2016, debido a la calidad de sus olas, su rica historia en el surf y el fuerte apoyo local. Desde la ONG aseguran que la designación protege el entorno natural y promueve el turismo sostenible. “Hoy podemos disfrutar de una de las mejores rompientes de Sudamérica en su forma prístina”, celebra el director ejecutivo.

Surfrider busca profundizar su programa de acción climática para luchar contra la expansión de combustibles fósiles en el mar y fomentar la resiliencia de la costa y sus especies frente al cambio climático.

Además, dentro de la iniciativa global Rise Above Plastics de la fundación, Surfrider Argentina creó la campaña Localidades Libres de Plástico, para eliminar los plásticos de un solo uso en las localidades costeras y reducir la contaminación. La campaña fue exitosa y en el 2013, Pinamar, una de las ciudades argentinas líder en conservación costera, adoptó una ordenanza que prohíbe los plásticos de un solo uso.

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“Las playas y el mar son una parte integral de la identidad de las comunidades y la cultura costera. Buscamos la conexión entre las personas y sus entornos marinos, fomentando una cultura de respeto y conservación”, explica Pérez Orsi.

Y agrega: “Se dice que los argentinos vivimos de espalda al océano, pero esto ha cambiado en los últimos años. Muchos han cruzado la mirada con el mar y el flechazo cautivante que provoca les ha cambiado la vida”.