Un lago con siete kilómetros de costa, un bosque de coihues y lengas y ese aire prístino de nuestro Sur. Villa Meliquina tiene una belleza sin artificios que la convirtió en una de las joyas más brillantes de la región andino-patagónica. El encargo de hacer una casa de vacaciones aquí marcó el primer desafío del arquitecto Ignacio Montaldo en la zona: un refugio de montaña sustentable para disfrutar en temporada de invierno y de verano.

Al llegar, la casa ofrece su cara más cerrada. Una vez dentro, los ambientes principales revelarán las majestuosas vistas hacia el lago y el propio terreno.

Con un concepto de una casa-refugio, el proyecto obedece a la idea de que una vivienda de vacaciones en la montaña debe ser pequeña para optimizar recursos y alterar mínimamente el entorno.

Preservada de la masividad por sus accesos de ripio, la generosidad del paisaje de Meliquina no está exenta de complejidad; para el arquitecto titular del estudio Moarqs, estudiar la topografía fue clave: “El proyecto avanzó con una versión distinta hasta que limpiamos el terreno y supimos que no estábamos haciendo el mejor aprovechamiento de las vistas”, repasa. Aunque inesperado, ese cambio de último momento dio origen a la idea de “abrir” la planta en una V, para enmarcar el espejo de agua desde los dos ambientes principales.

Puerta de demolición reciclada y ajustada in-situ con marco a medida. El interior está revestido en tablas de Eucaliptus en piso, donde se dejó al natural, y en paredes pintado de color blanco.

Refugio interior

El arquitecto Tulio Rossini, de San Martín de los Andes, estuvo a cargo de la dirección de obra. Con un constructor especializado forraron el interior en madera incluyendo cada ángulo del techo.

La cocina tiene amoblamiento de melamina enchapado en Lenga. Artefacto industrial (Morelli) y mesada de Granito 'Negro Boreal' (Marmolería Di Gallo).

El espacio y la forma son lo mismo, no hay un cielo raso que cambie la geometría en el interior. Esa doble altura con la diagonal inclinada y la unión de tablas tan precisa define la espacialidad.

Arq. Ignacio Montaldo, de estudi Moarqs, responsable del proyecto

Soluciones climáticas

El arquitecto recomienda el aislamiento de poliuretano proyectado, que logra máxima radiación térmica con mínimo espesor. Generalmente, se usa en construcción en seco, pero es apto para todos los formatos y también para climas menos extremos. Por su lado, la calefacción a leña combinada con radiadores asegura calor con bajo impacto ambiental.

Mesa y sillas hechas a medida en Lenga maciza estacionada (Aserradero Estancias San Francisco, San Martín de los Andes). Salamandra (Bosca) y sofá (Helmut).

Con dos grandes ventanas que enmarcan el paisaje como cámaras, la arquitectura buscó las mejores vistas para el living y para el cuarto principal, separándolos entre sí con un patio.

Además de generar el largo ventanal, el patio triangular brinda un espacio exterior a resguardo del viento.

Ubicada en la Fracción 8, la casa ocupa un terreno rodeado de vegetación autóctona con vistas panorámicas al lago Meliquina y a la Cordillera.

Las fracciones

Meliquina tiene dos sectores: el pueblo, que está abajo, en el valle, y Las fracciones, los lotes que se encuentran subiendo por la montaña. Además de sus vistas de asombro, la particularidad de estos terrenos es que están bajo jurisdicción de Parques nacionales y eso implica normativas específicas (solo se pueden edificar viviendas individuales en una superficie limitada, con techo inclinado y revestimiento exterior de madera o de chapa en color oscuro)

Aberturas de aluminio con doble vidriado hermético (De la Canal Vidrios, San Martín de los Andes). Lámpara colgante (La casa del mimbre, Puerto de frutos)

El proyecto también debía cumplir con normativa antisísmica: entre las adecuaciones se cuenta una estructura liviana y flexible de Pino.

Las carpinterías tienen diagonales que funcionan como las famosas Cruces de San Andrés que, en caso de sismo, hacen que los tabiques trabajen juntos.

“Las dificultades de una obra en una ubicación así son varias. La primera es el tiempo: tenés pocos meses para construir antes de que llegue el invierno”, aclara el arquitecto Montaldo.

Desconexión y confort

Sin ningún servicio de red, toda la casa funciona con paneles solares, baterías y un grupo electrógeno que se activa en invierno, cuando hay muchos días seguidos sin sol. El agua proviene de lluvias y se colecta en tanques.

Vista nocturna del cuarto principal y la calidez de las luces indirectas. Aprovechando las pendientes se sumaron dos dormitorios pequeños con un segundo baño en planta alta.

El desafío del diseño fue hacer algo que, de alguna manera, trate de pasar desapercibido. Como arquitecto, la búsqueda siempre es no perjudicar un paisaje. Idealmente, mejorarlo.