
Se trata de un paisaje donde las palmeras se inclinan hacia la arena blanca y los visitantes reposan mirando el mar o bañándose en sus aguas con capelinas que los protegen del sol. Isla Saona, de 110 kilómetros cuadrados y 25 de longitud, está ubicada en el corazón del Parque Nacional Cotubanamá, en la provincia La Romana de República Dominicana. Es uno de los lugares más hermosos del país caribeño, separado de la costa continental por 19 kilómetros (el puerto de Bayahibe, a 45 km de Punta Cana). La isla tiene piscinas naturales, manglares y arrecifes de coral. Escenario elegido para filmar películas de aventuras -como Piratas del Caribe-, es la típica postal que conocemos del paraíso.
El Parque Nacional Cotubanamá, declarado así en 1975, es una reserva natural de 790 kilómetros cuadrados entre tierra y mar, y 80 de costa. Ocupa parte de las provincias dominicanas de Altagracia y La Romana, pero ahí no se verán hoteles ni construcciones de resort all inclusive. En esta zona protegida abundan el bosque tropical y subtropical, las playas, los acantilados y cuevas. Hay diversidad de vegetación: uva de playa, caoba y guayacán, bayahonda y palma real, gri-gri y copey. Un vergel frondoso con todo tipo de verdes y más de 200 especies de aves registradas que sobrevuelan el cielo limpio o se posan en las ramas de los árboles: una cigüita juliana, un pájaro vaquero, pelícanos pardos, garzas y palomas coloreadas. Y en el mar las tortugas marinas, las estrellas, los corales y delfines. ¿Qué más se puede pedir?
Hasta 2014, el Parque Nacional Cotubanamá se llamó Parque Nacional del Este. Fue rebautizado con nuevo nombre en honor al guerrero Cotubanamá, líder taíno en la parte oriental de La Española o Santo Domingo, la isla mayor que comprende a los estados soberanos de Haití y República Dominicana. La Española, llamada así por Cristóbal Colón, fue el primer territorio al que llegaron los conquistadores en 1492, en su primer viaje a América. Con esta llegada, Cotubanamá, quien fuera ejecutado públicamente en 1504, se trasladó a la isla Adamanay -nombre taíno que significa Isla del Refugio- y que hoy conocemos como Isla Saona. Pero dicen que antes se llamó “Bella Savonesa”, en honor al explorador Michele da Cunero, camarada de Colón, oriundo de Sanova, ciudad y provincia italiana de la región de Liguria.
Isla Saona o Adamanay fue habitada por los indios taínos en época precolombina. Más tarde, y a lo largo de los años, se habitó esporádicamente y se la utilizó para la tala de árboles. En 1944, durante la dictadura de Rafael Trujillo, en este lugar que hoy es escenario de cientos de selfies sobre palmeras inclinadas al mar, se fundó el poblado de pescadores Mano Juan con doce familias. Actualmente, allí viven cerca de 600 personas, y su fuente de trabajo, además de la pesca, es el turismo. Se estima que llegan entre 2.000 y 2.500 visitas diarias, casi un millón de turistas al año.
El modo más frecuente para ir a Isla Saona es la navegación en lancha o catamarán desde el puerto de Bayahibe, por Mar Caribe. Al ser un área protegida, el lugar no ofrece alojamiento de modo convencional, no hay hoteles. Lo más usual es hospedarse en Punta Cana, paraíso del all inclusive, o desde Santo Domingo, a dos horas aproximadamente.
La navegación hasta Saona ya es un paseo en sí mismo por sus vistas bellísimas. Se pueden ver arrecifes de coral cerca de las extensas costas solitarias y desiertas. En las embarcaciones modernas ofrecen barra libre de ron, cerveza y bebidas sin alcohol, mientras suena la música caribeña bajo sol caribeño.
Tanto catamaranes como lanchas hacen un alto en las piscinas naturales y poco profundas, ubicadas en el estrecho de Catuano, la extensión de mar que separa a la isla del continente. Entonces el agua turquesa se puebla de personas embelesadas por el entorno natural. Habrá quienes tomen fotografías o quienes se animen a flotar sobre el agua quieta; habrá quienes se sumerjan para hacer snorkel entre peces multicolores y estrellas de mar.
Luego serán veinte minutos hasta la isla, el desembarco y una caminata breve por el bosque tropical hasta alguna playa saonense: Canto de la Playa, Playa de los Flamencos, Playa Don Joe. Las excursiones, en general, ofrecen almuerzo buffet o, por un valor extra, menú a la carta. Siempre hay barra libre de bebidas. Pero sin duda, lo más lindo es bañarse en el mar, que sigue siendo calmo, tibio y poco profundo. O tumbarse en alguna de las reposeras. Qué vista elegir, eso no importa. La vista es buena desde todos los ángulos, no olvidemos que Saona es una de las islas más bonitas del mundo.
DATOS ÚTILES
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