Entró a Operación triunfo de casualidad, cuando acompañó a una amiga a un casting, en 2003. Fue una de las favoritas del público y llegó a la final. Desde entonces, su vida cambió para siempre. Hace 17 años se fue a España siguiendo los pasos de un amor y se quedó allí. Editó diez discos, pero no se olvidó de su tierra: cada año vuelve a nuestro país para presentar su nueva música. Este no fue la excepción y en estos días ofreció shows para dar a conocer Algo familiar. Además, se sumó a los dos recitales que Ismael Serrano dio en el Teatro Ópera y cantó con él “Historia compartida”, una canción de su autoría.
En una charla con LA NACION, Guadalupe Álvarez Luchía recuerda su paso por el reality que emitió Telefe, cuenta por qué decidió quedarse en Madrid y cómo es su vida allí. Y dice, también, que sus canciones la acercan a su patria.
-¿Cómo fue la experiencia de venir a presentar Algo familiar este año?
-Hermosa. Vengo de gira todos los años a dar los conciertos en Argentina, Uruguay y, a veces, también en Chile. Así que me trae el trabajo, pero aprovecho y veo a los amigos y a la familia. Y esta vez, además, estuve en los dos shows que Ismael Serrano dio en el Opera. Tengo diez discos y seis son de mi autoría. Y después tengo dos discos que grabé con el dúo La Loba; otro que es un homenaje a Luis Alberto Spinetta y uno más que es un homenaje a Joni Mitchell, que son mis ídolos y referentes. Algo familiar incluye una canción que tuve la fortuna de cantar junto a Ismael y se llama “Historia compartida”, y es una canción que escribí para la memoria histórica. Entonces, aparte de la admiración profunda hacia la música de Ismael, también admiro su compromiso y me pareció que tenía mucho sentido cantar ese tema con él; por suerte dijo que sí. Es una canción que escribí el 24 de marzo del año pasado, sobre la memoria, la verdad y la justicia. Al vivir hace tantos años afuera, a veces es difícil acercarse a cosas que pasan en Argentina y con las que yo me siento profundamente ligada.
-Las canciones te acercan a tu propia historia…
-¡Claro! Muchas veces hago canciones para intentar sentirme cerca. Entonces escribí esa canción que habla sobre lo que pasó en Argentina, y que en el fondo también comparte una historia con España, donde también hubo una dictadura muy larga. Me parecía interesante interpretarla con un músico español porque nos hermana eso que pasó en ambos países. Ismael es una persona comprometida con estas causas y tenía mucha coherencia hacerlo con él. Así salió la colaboración y una hermosa amistad, como suele pasar con las colaboraciones.
–La música une…
–Los músicos nos juntamos a tocar la guitarra en los asados y la música te hace amiga, porque cantás un tema y después, la próxima vez que te ves, ya tenés esa canción que queda como un estandarte para salir a defender. Siempre hay una canción para compartir con alguien. A veces, la terraza de mi casa en España se vuelve una especie de embajada del Cono Sur, porque nos juntamos músicos de Argentina, Uruguay, Chile, Perú y eso es un lazo fuerte en cualquier lugar del mundo. La música te une.
-¿Y cómo fue esta vez el reencuentro con Argentina?
-Este año vengo de una gira larga en España, de 35 conciertos, y para cerrar el año quería venir a tocar mis canciones nuevas a la Argentina, porque muchas tienen mucho que ver con el país, más que nada con Buenos Aires, que es de donde soy yo. En este viaje, además, tuve el regalo más increíble de conocer a León Gieco, a través de una amiga música que me lo presentó. Y canté con él en Obras en un evento que hacían para descubrir una luminaria que están haciendo en el Templo del rock. Fue una ilusión gigante poder conocer y compartir unos días con León, un artista excepcional por su música y por su compromiso, su solidaridad genuina e interminable.
-¿Te quedás o te volvés?
-Ya me vuelvo para Madrid, porque me queda un concierto antes de terminar el año. Y después a descansar un poquito para arrancar la gira del año próximo, en febrero.
-Madrid es tanto tu casa como Buenos Aires después de todos estos años, ¿no?
-Y sí, la verdad que viví casi la mitad de mi vida en España y todavía no lo puedo creer. Me fui de casualidad, porque no era mi intención irme a vivir a España. Ya había grabado un disco en Buenos Aires, había estado en Operación Triunfo, un programa que disfruté un montón y fue divertido, una gran experiencia, pero también me enseñó a ver qué caminos no quería seguir.
-¿Operación triunfo fue un trampolín que te acercó a tu objetivo?
-En realidad, fui a acompañar a una amiga al casting. Era el último porque a los cinco días ya se entraba al programa, o sea que no había mucho para pensar (risas). Mientras esperábamos en la cola le cebaba mates a mi amiga y alguien se acercó y me preguntó si cantaba. Y yo ya cantaba desde los 15 en barcitos, en Buenos Aires, pero no tenía ninguna intención de ir al programa porque no sabía ni qué era. Canté sin pista, a capela, y quedé seleccionada. Fue una vorágine. Y fue una experiencia hermosa porque el grupo era lindo, aprendí un montón, estuvimos un año y medio de gira por todo el país en estadios gigantes. También entendí qué cosas me gustan y por dónde quería llevar mi carrera. Creo que no es casual que a los dos años me fuera a vivir a España, donde también aprendí mucho.
–¿Por qué decís que no es casualidad?
-No quería esa exposición en ese momento de mi vida. Me fui de mochilera con una amiga a España, a estudiar baile flamenco. Rarísimo, porque soy la peor bailarina que existe (risas). La última noche antes de volver a Buenos Aires, en una guitarreada, conocí al que es el padre de mi hija y estuvimos 12 años juntos. Nos separamos en muy buenos términos y tengo una canción que habla de eso. Y me fui quedando en España.
-¡Es de película romántica!
-Todo fue casualidad, irme y quedarme, y entrar a Operación triunfo también. Me enamoré y me quedé. Y cuando nos separamos compuse “Todo lo que hemos hecho”, que está en mi disco anterior, Guacha. Y esa canción nos reconcilió. También le escribí una canción a mi hija Rita, una canción a mi relación con la distancia de mi tierra natal, otra a mi padre, a la amistad. Los temas hablan de cosas que nos pasan a todos.
-Y con tu hija española, ¿fantaseás alguna vez con la vuelta?
-Rita tiene 12 años y siempre viaja conmigo, pero esta vez no porque no quiso perderse ninguna clase. En general va a todas mis giras y es una excelente tiracables; me ayuda un montón y le encanta. Es la primera vez que vengo sin ella. Yo creo que donde nacen tus hijos es un poco también donde está tu corazón.
-¿Estás en pareja?
-Sí, estoy en pareja desde hace cinco años con un español, andaluz. Es cantautor también, se llama El Kanka. Tiene un hijo mayor, entonces no podía tampoco irse de España. Fueron unos años difíciles porque tenía realmente mucha nostalgia. Mi música es extremadamente argentina, me costaba meterme en el panorama musical español, hasta que, con el tiempo, eso fue llegando. Ahora sí me siento incluida y más cómoda. Me siento como un animal bicéfalo, con mitad del cuerpo en Argentina y la otra mitad en España, que es donde está mi hija y mi pareja. Por ahora tengo mi vida allá, con la fortuna de poder cruzarme a Argentina todos los años, porque es realmente importante venir a cantar mis discos acá.
–Es una manera de seguir conectada…
–Mis canciones tienen mucho que ver con Argentina y son como tanzas que lanzás cuando pescás, como para mantenerte unida. En este último disco tengo una canción que se llama “Donde nací”, que habla exactamente de eso, que una puede viajar por el mundo porque no sabés a dónde te va a llevar la vida, pero hay una especie de certeza de saber a dónde querés que te entierren, que es en el lugar donde naciste. Por lo menos en mi caso.
-¿Seguís viendo a tus compañeros de Operación triunfo?
-La otra vez me encontré con Emanuel Arias, porque vino a un concierto en España. Fue hermoso reencontrarnos. Pero la verdad es que no los veo porque vivo lejos y si se juntan, no puedo estar. De todas maneras, me relaciono alguna que otra vez por WhatsApp, y los veo cuando viajan a España. También vi a Pablo Tamagnini, que fue con La Konga a dar un recital y me invitó.
-Decías que todo te sorprendió en la vida, ¿soñabas con vivir de la música de chica?
-Sí, porque siempre tuve la vocación muy clara. Canto desde los 9 años, grabé un primer demo a los 12 y a los 15 ya cantaba en barcitos; hasta que a los 17 años entré a Operación triunfo. Intento sacar un disco por año, porque siento que los discos retratan momentos de la vida, y si no hacés las canciones en ese momento se te escapan. Después ya te sentís distinta.
-¿Cómo fueron esos primeros años en España? Seguramente hiciste otras cosas antes de poder vivir de la música.
-Sí, claro. Trabajé tirando cables y limpiando los micrófonos en el estudio de Alejo Stivel y aprendí mucho. De alguna manera fue empezar de cero. Alejo es argentino y emigró hace muchísimos años. Tuvo el primer grupo de rock español, Tequila, con Ariel Rot. Estuvo buenísimo porque en ese estudio grababan todas las bandas de rock español y fue el productor de Sabina, de La Oreja de Van Gogh. Además, me ayudó a hacer los papeles y es un gran amigo desde hace un montón de años. Después puse una empresa de música para publicidad y cine con un socio argentino también con quien teníamos el dúo La Loba. Ganamos un par de premios en Cannes y estuvo buenísimo. También trabajé de recepcionista en una agencia.
-También tuviste experiencias como actriz…
-¡Sí! Estuve en dos proyectos con Pablo Messiez, que es un director argentino que hace obras preciosas. Estuve en la primera reposición de Bodas de sangre, después de los cincuenta años de la muerte de Federico García Lorca, en el Teatro Nacional de Madrid. Y estuve en la obra La otra mujer, sobre Nina Simone.