Es argentina y da la fórmula para terminar con el mecanismo de autosabotaje que tenemos todos
Es argentina y da la fórmula para terminar con el mecanismo de autosabotaje que tenemos todos

A los 34 años, la pérdida de un hijo cambió el rumbo de su vida. Vivió una crisis que la interpeló a preguntas trascendentales. “Quería saber dónde estaba, si estaba bien, cómo hablar”, recuerda Gabriela Piccoli, quien hasta ese momento trabajó durante más de diez años como fonoaudióloga.

Tras esa experiencia renunció a todo y comenzó con diferentes estudios inherentes a la energía, a la conciencia, técnicas de sanación y estudios comparados de conciencia y cuántica en distintas partes del mundo: profundizó en filosofía, taoísmo, conciencia no dual –la que considera la inexistencia de opuestos–, se formó con Joe Dispenza y hasta estudió el desdoblamiento del tiempo con el físico cuántico francés Jean-Pierre Garnier-Malet. También se formó en técnicas chamánicas de recuperación del alma con la antropóloga argentina Flavia Carrion y viajó a Italia para instruirse con Eric Pearl en una técnica egipcia que se llama reconexión y que trabaja con los puntos de la acupuntura, pero trazados con la mano sobre el cuerpo.

Con todo ese recorrido hoy es una activista cuántica que trabaja con un único norte: crear puentes que expandan la conciencia para reconectar con la intuición sin dejar de lado la lógica.

Para lograrlo ya publicó los dos primeros libros de una colección que se completará con nueve publicaciones. “Es un manual de desbloqueo cuántico, el primero es Del autosabotaje al autosalvataje y el segundo Quiero tener éxito, pero fracaso. Los autosabotajes son un estilo de repeticiones inconscientes que se originan mucho antes que nos demos cuenta en la mente y la experiencia misma”, comienza la charla con la nacion.

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–¿Esto tiene que ver con que siempre tropezamos con la misma piedra repitiendo historias?

–El autosabotaje tiene ciertas programaciones que hace que sigamos repitiendo ciclos hasta que los aprendemos realmente o hasta que salimos de ese lugar. Cuando entendés el patrón, lo podés desaprender. El tema es que nunca vas a llegar a ese propósito concreto si estás constantemente autosaboteando tu verdadero ser con programaciones que no te permiten brillar, que no te permiten venir a ser quien viniste a ser.

–¿Por qué nos autosaboteamos?

–Porque nuestra alma también tiene programaciones. Y esas memorias, que traen información de otras experiencias y aprendizajes, a veces chocan con nuestros deseos actuales. Queremos avanzar, pero algo en nosotros –más antiguo y profundo– se activa para protegernos del cambio. Esa interferencia crea el autosabotaje: deseamos una cosa y terminamos haciendo lo contrario. Cuando empezamos a reconocer esas programaciones y a mirar de dónde viene lo que nos frena, la energía que antes se usaba en resistir empieza a expandirse. Ahí aparece una fuerza distinta, más vital, que es la del alma en coherencia. Por eso digo que no escribí solo sobre autosabotaje, sino sobre cómo recordar la información original del alma y desbloquear la vida que ya está escrita en nosotros. Rompés con esas situaciones en las que deseás y planificás una situación con total alegría y luego siempre pasa algo. Entonces, recién después de empezar a desentrañar por qué uno desea una cosa y algo lo frustra, puede encontrar la estructura del autosabotaje.

–¿Pero desde la lectura se puede destrabar?

–Si, son nueve libros. Están publicados los dos primeros. Cada uno es un relato que refleja un deseo y cómo es esa conexión con la frustración para que la persona comience a habilitar la relación entre el deseo y el permiso.

–¿Y para cada autosabotaje hay una metodología?

–Sí, diseñé cada una de ellas para superar un autosabotaje específico. Siempre el primer paso es observarlo, pero después se aborda cada uno porque no es lo mismo estar observando algo que tiene que ver, por ejemplo, con el éxito relacionado con una programación que hay a nivel colectivo, que algo mucho más privado que puede tener relación con la salud y la enfermedad. Todos los autosabotajes tienen una relación directa entre deseo y frustración.

–¿Por qué?

–El primero, que es el manual de desbloqueo, plantea: ¿qué pasa que yo no me relaciono con el permiso cada vez que pienso con el deseo? Es algo que ocurre tan rápido en nuestro ser que no lo podemos ver hasta que empezamos a observar. Por eso el manual tiene dos partes, una teórica y otra práctica. Esta segunda es una bitácora de trabajo que está estructurada con siete ejercicios. Y se puede empezar por los ejercicios para reconocer patrones, frases que se dicen. Utilizo mucho la gramática para destrabar cosas a nivel mental. La narrativa, cómo nos contamos una situación que vivimos, hace que nosotros realmente nos creamos ese personaje. Si no la detectás no podés desarmar esa creencia. Las prácticas son delicadas y quirúrgicas. Tenés que encontrar primero cómo es tu narrativa, después hay pasos dentro de cada uno de los manuales según el tema de cómo se desactivan y hay pasos para superponerle frases que ofrecen algo que tiene que ver más con la línea del permiso. Y te das cuenta por qué todo empieza a fluir sin empujar.

Cada alma porta programaciones que actúan como líneas de tiempo

–¿Todos nos autosaboteamos?

–Sí, todos tenemos algún tipo de autosabotaje en particular. Lo que pasa es que hay personas que no lo pueden reconocer. Estos libros están destinados a quienes ya probaron de todo y siguen cayendo en el mismo patrón. Por eso el primero se llama Del autosabotaje al autosalvataje. Es en primera persona porque es uno el que se la ocasiona y también uno es el que puede salir. El conocimiento más la práctica es lo que genera esa transformación. El conocimiento solo, a veces, es lo que te da claridad, que es lo que se genera en los espacios de terapia: uno ve las cosas, pero no las puede destrabar. Pero cuando vos te ponés a escribir, aplicás la cuántica, llenás la bitácora, uno se planta desde otro lugar: estoy decidido a verte, a ver cómo funciono, cómo se activa y por qué otra vez me hablo de esta manera.

–¿Cuál es la clave de esa parte práctica?

La autoobservación en el día a día sin juzgarte. Es un trabajo durante las 24 horas del día. Se trata de vivir con más presencia. La importancia del manual es que tenés que aprender a discriminar porque no todo lo que te ocurre está relacionado con ese autosabotaje. Hay siete cosas para observar en el día, por ejemplo: me hablo con maltrato. Es que sin darnos cuenta durante gran parte del día nos decimos cosas y la cabeza se ataca y defiende de situaciones hipotéticas. Después hay una parte que tiene que ver más con lo cuántico que no está dentro de tus líneas de tiempo hasta ahora vividas donde le decís a tu mente: “Bueno, a ver, repetí esta frase y fíjate qué te pasa”.Y ahí empieza otro proceso que tiene que ver con la decisión de querer resolverlo, pero te resistís. Hasta que llega un momento en el que podés decidir no hablarte así, no creerte el relato que te estás contando y las cosas empiezan a acomodarse. Hay una base que tiene que ver con la autoobservación consciente, sostenerla.

–¿Ahí entra la mirada cuántica?

–La mirada cuántica introduce una nueva escala de observación: no solo lo psicológico o lo emocional, sino el campo de información invisible que rodea y estructura la experiencia humana. A diferencia de la física clásica, la cuántica habla del mundo de lo improbable, donde todo existe en potencial hasta que lo observamos. Cada alma porta programaciones que actúan como líneas de tiempo. Cuando una de esas memorias entra en conflicto con un deseo actual, aparece el autosabotaje. La solución no está en luchar contra el síntoma, sino en actualizar la frecuencia desde donde estamos creando. El autosalvataje es un proceso de reordenamiento cuántico: recuperar coherencia entre lo que el alma sabe, la mente piensa y el cuerpo siente.

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–¿Por qué seguimos una posibilidad y no vemos las otras?

–Porque no sabemos de su existencia y la cuántica plantea que hay un campo infinito de conciencia ilimitada. Entonces, llevar estos conceptos abstractos al terreno de lo hipotético –preguntarnos “¿cómo sería mi vida si no tuviera miedo?”, “¿qué pasaría si me animara a confiar?”– abre un nuevo canal de conciencia. Desde ahí, la persona deja de reaccionar y empieza a cocrear.

–¿Pero se puede vivir sin miedo?

–Una cosa es el miedo que te alerta de un peligro real y otra cosa es la cantidad de fantasías imaginarias. Nosotros le decimos miedo y en realidad son invenciones de tu propia cabeza. La solución no está en luchar contra el síntoma, sino en actualizar la frecuencia desde donde la estamos creando.

–¿Lograste vivir sin miedo?

–Vivo sin miedos imaginarios. En la medida que se fueron algunos autosabotajes clásicos, se abrieron nuevos. Es como un juego. Hay que divertirse con la situación.

–¿Cómo?

–Te podés divertir descubriendo los sabotajes. La primera condición es no enojarte y que aprendas a tratarte como un aprendizaje. La clave es dejar de pelearte con el personaje que te complicó la vida. El autosabotaje tira de hilos invisibles para que vos no conectes con esa línea de tiempo. Lo que produce la lectura y la práctica que plantean los libros es que esos hilos de las experiencias que vos no venís habilitando se empiezan a habilitar y el entramado de la vida tira y se produce un encuentro. Aprendés que si te vas a preocupar o enfocar en algo es porque es importante. Te volvés más hábil y empezás a amigarte con la incertidumbre.

Todos los autosabotajes tienen una relación directa entre deseo y frustración