
- Este domingo 7 de septiembre se eligen 46 diputados y 23 senadores provinciales, además de concejales y consejeros escolares en los 135 municipios bonaerenses
- Es la primera vez desde 2003 (y segunda desde 1983) que estas elecciones se realizan separadas del calendario nacional
- Un total de más de 14,3 millones de bonaerenses están habilitados para votar en casi 2000 establecimientos, con centros abiertos hoy de 8 a 18 horas; está garantizado el derecho a votar incluso para quienes estén en fila al cierre
- La Provincia no implementa la Boleta Única de Papel (BUP) y mantiene el sistema de boletas partidarias.
A votar hoy! Viva la democracia!
— Fede Sturzenegger (@fedesturze) September 7, 2025
El viernes 9 de agosto de 2019 una encuesta de una reconocida consultora trajo euforia al mercado. Marcaba una leve ventaja de Mauricio Macri frente a Alberto Fernández en las PASO y proyectaba un triunfo de Macri en el balotaje. Las acciones del índice Merval subieron más del 7% ese viernes.
Los precios de los activos argentinos ya venían muy castigados luego de desatarse la crisis en mayo de 2018 y de agravarse en 2019, llegando el riesgo país el viernes anterior a la elección a 872 puntos básicos (8,72% por encima de un bono similar del Tesoro de los Estados Unidos), un nivel muy similar al actual, pero muy por encima del mínimo de 350 puntos básicos de junio de 2017. Sin embargo, el mercado todavía asignaba una probabilidad elevada a un triunfo de Macri en el balotaje. Por algo los precios de los activos argentinos cayeron tan brutalmente cuando Fernández aventajó a Macri por casi 17 puntos en las PASO: la caída de la Bolsa fue del 48% el lunes, medido en dólares, la segunda baja más grande del mundo en la historia moderna, el riesgo país saltó a 1467 puntos básicos y el peso llegó a marcar caídas del 40% contra el dólar antes de la intervención del Banco Central (BCRA) y terminó el día en 60 pesos por dólar, contra 46 del viernes. Estas heridas dejaron una huella profunda en los inversores locales e internacionales, con implicancias que ayudan a explicar lo que estuvo pasando en el mercado en las semanas previas a la elección de hoy.
Nunca una elección tan local tuvo tanto impacto nacional. Jamás el vecino empobrecido de Moreno se habrá imaginado que los inversores de Nueva York estarían tan expectantes de su opinión. Tampoco la comerciante afectada por la inundación de Bahía Blanca pensó alguna vez que su decisión de ir o no a votar podía influir en la consistencia del gobierno de Javier Milei. Ni el productor agropecuario del interior evaluó que su preferencia por un concejal podría afectar el proyecto presidencial de Axel Kicillof.
El futuro inmediato del país quedó fatalmente atado a una compulsa parroquial, evidencia del enorme estrés que atraviesa otra vez la Argentina. El contexto es el que define el alcance de la disputa electoral; en otras circunstancias, hubiese sido un mero acontecimiento cívico.
Mañana y en Octubre elegimos entre dos opciones.
– Un partido que gobernó la Argentina 20 años y entregó el país con el 50% de pobres
– OTRO PARTIDO que gobierna hace solo 20 meses y ya sacó a 12 millones de personas de la pobreza (ya está en el orden del 34%)
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— Martin Menem (@MenemMartin) September 7, 2025
La saga del tormento no ha concluido. La grabación clandestina (¡otra más!) de una conversación del ministro de Economía, Luis Caputo, le agregó inquietud a un gobierno ya inquieto. Un periodista que prefirió no difundir ese audio se lo entregó a la Justicia. El audio de Caputo llegó al juez Julián Ercolini y al fiscal Carlos Stornelli en el marco de la causa abierta por la denuncia del Gobierno sobre espionaje ilegal tras la difusión de conversaciones de Karina Milei, grabadas supuestamente en su despacho. Ercolini delegó en Stornelli la investigación, y el reconocido fiscal escribió en su primer dictamen que quiere llegar a la “génesis” de los audios y reconstruir la trama hasta su difusión. Esto es: no se quedó hurgando entre los chismes sobre quiénes los difundieron y por qué; quiere investigar hasta saber quiénes urdieron la maniobra, quiénes horadaron los anillos de seguridad que deberían rodear a los gobernantes y quiénes tramitaron su difusión.
El informe del banco estadounidense JP Morgan circuló como reguero de pólvora en el Hotel Llao Llao. Allí se reunieron durante las últimas 48 horas los ministros Patricia Bullrich y Federico Sturzenegger; el secretario de Finanzas, Pablo Quirno; el vicepresidente del Banco Central, Vladimir Werning; gobernadores, el titular de la cámara de Diputados, Martín Menem; el responsable de la estrategia de energía atómica, Demian Reidel, economistas, empresarios clave y los principales directivos de finanzas de la Argentina en el marco de la convención anual del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF).
El banco estadounidense había puesto en un paper lo que hasta ese momento era el horizonte trazado por la mayoría de los referentes del sector privado. “La elección de la provincia de Buenos Aires es crucial. Una ajustada ventaja del kirchnerismo (igual o menor al 5%) o una victoria de La Libertad Avanza sería coherente con un triunfo del Gobierno en octubre a nivel nacional”, afirmó el banco en su informe. En ese caso, lo que el gobierno nacional denomina el “riesgo kuka” tendría un retroceso, las tasas reales podrían aflojar y la actividad retomar un sendero positivo en el cuarto trimestre del año.
El mito de la infalibilidad de Javier Milei se construyó sobre tres pilares. Solvencia técnica, reflejada en una planificación milimétrica del programa económico. Un mensaje ético orientado al combate de los desalmados que usan el Estado para enriquecerse. Y una mística grupal que infunde lazos religiosos entre sus seguidores. Todo ese edificio narrativo tambalea en el momento más inoportuno.
Los días previos a las elecciones en la provincia de Buenos Aires se sucedieron como un calvario para el gobierno libertario. Milei empezó la campaña en un pico de optimismo, que lo llevó a convertir unos comicios de fuerte impronta municipal en una cruzada para terminar con el kirchnerismo. La terminó enredado en una severa crisis de confianza, con su dispositivo de gobernabilidad averiado, los mercados en alerta y un manifiesto espíritu de desunión entre los propios.