Otra decisión peculiar, sumamente analizable, de la producción en el afán de sacudir el avispero y provocar una optimización del rating. Nuevamente, Gran Hermano ejecutó la repudiable maniobra de incrustar a la fuerza a una parva de participantes a la casa más famosa.
El reality acudió a una jugada que originó debates hondo entre los fanáticos y también entre los sobrevivientes, esos que se aislaron del mundo el dos de diciembre del año pasado. El ciclo de Telefe determinó que ocho personas se acoplaran de golpe a la convivencia forzada.
En ese grupo se encuentra Selva, una influencer con una relativa fama merced a sus videos en Instagram y TikTok. Esta mujer de 51 años se caracteriza por su verborragia, esa pulsión indetenible de hablar, de convertirse en el centro de atención con sus dotes de caradurismo.
Una inmensa cantidad de fans del reality celebran la incorporación de la blonda, que ya generó una serie de sucesos, con el pico máximo en una locura total. Resulta que la uruguaya no soportó la extensa fila que debía hacer para tomar su turno en la ducha y activó una idea alternativa.
SELVA SE BAÑÓ EN EL PATIO
¿Qué hizo? Sin paciencia para aguardar su momento en el toilette, Selva entendió que podía bañarse y asearse en el jardín. ¿Cómo? Se calzó una malla enteriza, así como colocó una cofia para su cabellera y abrió la llave de la manguera para enjabonarse y enjuagarse.
Esos minutos tan peculiares de la charrúa en esa ducha improvisada se transformó en viral con extrema velocidad. De ese modo, Selva voló a los más alto de las tendencias en las redes sociales con un tsunami de comentarios, mayormente ponderando la actitud desinhibida.