El regreso de la Pantera Rosa: los pasos en falso que posibilitaron un retorno tan exitoso como complicado
El regreso de la Pantera Rosa: los pasos en falso que posibilitaron un retorno tan exitoso como complicado

Fue la cuarta aparición en la pantalla grande del Inspector Jacques Clouseau, aunque la tercera con los principales involucrados en los dos films pioneros: La Pantera Rosa (1963) y Un disparo en la sombra (1964) porque, aunque nadie lo recuerde, la anodina El inspector Clouseau (1968) tuvo a Alan Arkin como el torpe policía de la Sureté que, entre gag y gag, resuelve casi por accidente los casos más complejos. Ese reemplazo de Arkin en el sitial de Sellers, de Ken Thorne en lugar de la característica partitura de Henri Mancini, y con un Blake Edwards dejado de lado por el director Bud Yorkin tenía, en el ya de por sí convulsionado 1968, dos motivos concretos: por un lado, los tres estaban rodando La fiesta inolvidable y, por otro, Blake Edwards y Peter Sellers se habían jurado no volver a La Pantera Rosa nunca más, porque peleaban todo el tiempo sobre cómo debía ser el personaje y eso redundaba en una relación llena de angustia.

Conscientes del éxito y extrañando a las películas que habían construido a un personaje automáticamente legendario, La fiesta inolvidable recuerda a La Pantera Rosa tanto con el tema “It Had Better Be Tonight”, la samba de Mancini presente en la primera entrega de la saga, como con un peluche que se ve en una habitación de la mansión donde sucede la acción. Casi en paralelo, el productor Walter Mirisch había decidido continuar sin ellos y convocar a Alan Arkin para el papel. Pero el público no acompañó al nuevo inspector y la crítica fue lapidaria: “Arkin ofrece algunas escenas divertidas, pero son la excepción y no la regla”, escribió el mítico crítico Roger Ebert. Entre los problemas del equipo original y el fracasado e insólito reemplazo, los días cinematográficos del Inspector Clouseau parecían haber terminado.

Pero lo que termina por accidente, a veces, también se reinicia por casualidad. Y así, después de La fiesta inolvidable, la carrera de Peter Sellers había entrado en declive y solo Hay una chica en mi sopa (1970), había tenido éxito. Blake Edwards continuó filmando, pero nada lo acercó al éxito conjunto con Sellers y desde inicios de los setenta había tentado a United Artists con una nueva pantera rosa, pero el estudio veía las alicaídas cifras de actor y director y rechazaba continuamente la propuesta.

A comienzos de abril de 1974, el productor británico Lew Grade ofreció a Blake Edwards producir la película si este convencía a su esposa, la estelar Julie Andrews, de aparecer en otros proyectos de él. Un mes más tarde, Sellers confirmó su participación en el proyecto. Douglas Fairbanks Jr. fue anunciado como el nuevo “Sir Charles Litton”, el sofisticado malvado de la saga, al no estar David Niven disponible para regresar a un papel que finalmente delineó Christopher Plummer. United Artists acordó ceder al productor el proyecto a cambio de quedarse con la distribución mundial, aunque no aceptó incluir un solo dólar en su producción. El acuerdo se puso en marcha y el rodaje de El regreso de la Pantera Rosa tuvo lugar en Gstaad (Suiza), Marrakech y Casablanca (Marruecos) y en la francesa ciudad de Niza. Aunque la filmación también tuvo lugar durante el Oktoberfest en Múnich, Alemania, y con escenas suplementarias en el Reino Unido y una postproducción que se extendió hasta septiembre de ese año e incluso se demoró una semana por una operación de apendicitis de emergencia que tuvo que afrontar el director.

Herbert Lom, en El regreso de la Pantera Rosa

Blake Edwards confiaría más tarde que la relación con Sellers era de un progresivo deterioro debido el carácter del actor: “A las tres de la mañana suena el teléfono. Me despierto. ‘Blake, soy Peter. Acabo de hablar con Dios y me ha dicho cómo tengo que hacer mañana la escena’. No estaba bromeando, acababa de hablar con Dios. Al día siguiente le pregunté qué le había dicho y me pidió que empezase a rodar y me lo enseñaría. Tras hacerlo vino con una sonrisa en la cara y me dijo: ‘¿Qué piensas?’. Le dije: ‘Hazme un favor, dile a Dios que no se meta en el negocio del espectáculo’. Se enojó y no apareció en todo el día”, recordaba sobre esos años en los cuales construyeron una de las sagas más famosas de la historia del cine y, aunque complicada intramuros, sin dudas, la más divertida.

Todo siguió adelante y el regreso fue festejado con una campaña de avanzada para su tiempo, el 31 de diciembre de 1974 se estrenó el corto También es un gran risueño, escrito y dirigido por Ed Anderson, Bill Gunther y Geoff Edwards que anunciaba el regreso y a sus hacedores; en el libro No fue nada fácil: tras las huellas del Inspector Clouseau, la investigadora Mónica Satarain señala: “Lo mismo que el personaje de la Pantera, el Inspector Clouseau, entre otros tantos, serán alabados por las masas, seducirán al público de todo el mundo y se colocarán desde ese momento en la nada exclusiva vitrina del pop, que tanto tiene que ver con el cine. ¿O acaso hay alguien más parecido a una estrella de cine que Andy Warhol?”, reflexiona sobre esos años que en este caso sumaron un nuevo disco con la música distintiva de Henri Mancini y 450 productos para ser distribuidos en más de cuarenta países que iban desde muñequitos a jabones.

Christopher Plummer también fue de la partida

Esas presentaciones incluyeron una destinada a la prensa especializada de veinte países, entre los cuales se contó a la Argentina: “Sid Lew, junto con los principales directivos de Artistas Unidos de los Estados Unidos, se convirtió en el último mes de septiembre en amable anfitrión de la prensa…”, anotaba el recordado crítico Armando Rapallo para el Heraldo del Cine. “Dos periodistas argentinos tuvimos la fortuna de compartir las delicias de un ‘fin de semana rosa’, atendidos a la perfección por –en primerísimo lugar- la Pantera Rosa que nos esperaba en cada rincón de la paradisíaca villa helvética, y uno por uno por los responsables no solamente del lanzamiento de la película sino también por sus mismos protagonistas”, confesaba. En la fiesta de despedida cantó una serie de sus éxitos Julie Andrews, dentro del concierto donde Henri Mancini tocó los temas de la banda de sonido del film por estrenarse al que asistieron Elizabeth Taylor y Richard Burton, entre otras figuras. “[Peter Sellers] Recordaba con simpatía nuestro país a través de sus conocimientos de polo”, mientras que el productor Fred Goldberg rememoraba su visita a la provincia de Salta en ocasión del rodaje de Taras Bulba, con Yul Brynner.

La anécdota que reencuentra al público con Clouseau es simple: el diamante Pantera Rosa ha sido robado del ficticio reino de Lugash, dejando como pista un guante blanco que marcaría el regreso al delito del supuesto ladrón de joyas “El Fantasma”, quien jura su inocencia y conduce al inspector a una serie de pistas de sospechoso verosímil. Pero el fundamental contrapunto de esta película es la inevitablemente tensa relación entre Clouseau y su superior, el Inspector Jefe Charles Dreyfus (un inolvidable Herbert Lom), cuya relativa calma es siempre rota por los inefables enredos de su subordinado llevándolo hasta la locura y al intento de asesinato. El elenco lo completarían la bella actriz húngara Catherine Schell como Claudine Litton, Peter Arne como el Coronel Sharki y Burt Kwouk como el no menos inolvidable Cato Fong, el fiel asistente de Clouseau quien debe tenerlo “siempre en guardia”, y que generan enfrentamientos que devienen en una siempre increíble destrucción generalizada.

Christopher Plummer y Catherine Schell, en una escena de la película

El film tiene, probablemente, los mejores créditos iniciales de toda la saga y momentos memorables que se integran a la gran lista de los “Clouseau sublimes”, como cuando discute con un mendigo ciego mientras a sus espaldas roban un banco y el diálogo con Dreyfus posterior, cuando este lo increpa: “¿Cómo puede un idiota ser policía? Dígamelo”, y el inspector responde: “Supongo que solo tiene que darse de alta”.

Fue la película que Eric Pleskow de United Artists jamás olvidaría, al no incluir a la compañía en su producción: El regreso de la Pantera Rosa tuvo un costo de cinco millones de dólares, recaudando casi 42 millones en los Estados Unidos y Canadá y 75 millones de dólares alrededor del mundo. Tuvo el favor de la crítica, el enorme respaldo del público (lo que generó varias películas más), y el resurgimiento de la carrera de Peter Sellers que protagonizó títulos de enorme trascendencia luego como Crimen por muerte con guion de Neil Simon; la nueva versión de El prisionero de Zenda o la fundamental Desde el Jardín, que sobre el texto de Jerzy Kosinski dirigió Hal Ashby.

El regreso de la Pantera Rosa llegó a la Argentina a los cines Gran Rex, Capitol y Premier el 1 de enero de 1976, el mismo día de estreno en nuestro país de Infierno en la torre, que dirigió John Guillermin, y de El Padrino 2, de Francis Ford Coppola. Todas fueron un éxito, todas llenaron esos monumentales palacios plebeyos pero solo una, tanto ayer como hoy, sigue siendo la dueña absoluta de las carcajadas del público; porque la Pantera Rosa fue el diamante cinematográfico que posibilitó el celebrado retorno de todo un universo esperado con la ansiedad de los sueños imposibles. Pero a veces, y además con una sonrisa, esos sueños se cumplen.