Las autoridades de Siria anunciaron este miércoles que el presidente de transición del país, Ahmed al Shara, viajará este miércoles a Moscú para reunirse con su homólogo ruso, Vladimir Putin, en la que será su primera visita a Rusia desde la caída del régimen de Bashar al Assad en diciembre de 2024 en una ofensiva de yihadistas y rebeldes encabezados por Hayat Tahrir al Sham (HTS).
La dirección de medios de la Presidencia siria indicó que la visita de Al Shara se enmarca en la “reestructuración de las relaciones bilaterales entre ambos países y la negociación de la cooperación política y económica”, según un comunicado recogido por la agencia de noticias SANA.
Durante la visita, Al Shara tiene previsto reunirse con Putin para “abordar acontecimientos regionales e internacionales de interés mutuo y explorar maneras de desarrollar la cooperación que sirva a los intereses comunes de ambos países”. Además, mantendrá un encuentro con la comunidad siria en territorio ruso.
En ocasiones anteriores, las autoridades sirias solicitaron la extradición del ex dictador Al Assad, huido a Rusia al ser depuesto tras más de dos décadas en el poder, a cambio de mantener su presencia militar en el país árabe, una propuesta rechazada por el Kremlin si bien Damasco ha manifestado que confía en poder negociarlo con Rusia.
En septiembre, el presidente sirio se reunió con el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, quien destacó la “oportunidad” que tiene Siria para construir “una nación estable y soberana” ante el levantamiento de sanciones contra Damasco por parte de Washington.
El jefe de la diplomacia estadounidense abordó con Al Shara los “esfuerzos antiterroristas en curso (y) las iniciativas para localizar a los estadounidenses desaparecidos” en el país árabe, así como “la importancia de las relaciones entre Israel y Siria para lograr una mayor seguridad regional”.
Quién es Ahmed al Shara
Ahmed Hussein al-Sharaa, más conocido por su nombre de guerra Abu Mohammad al-Julani, es el hombre que emergió del conflicto sirio para asumir la presidencia provisional del país en 2025. Durante años fue el líder de HTS, una organización islamista que operaba en el noroeste de Siria, con raíces en la antigua facción de Al Nusra ligada a Al Qaeda.
En su carrera rebelde pasó de operar con objetivos puramente militantes a asumir un rol más político y administrativo. HTS bajo su mando no fue solo brazo armado: constituyó entes civiles, recaudó impuestos y trató de consolidarse como autoridad en los territorios controlados. Tras la caída del régimen de Al Assad en diciembre de 2024, fue reconocido por varias facciones armadas como líder de transición y se convirtió en jefe de Estado de facto.
Pero su pasado sigue generando recelos. Durante décadas fue visto como militante radical, con vínculos con Al Qaeda y con participación en conflictos en Irak, además de ser designado como terrorista por Estados Unidos. Su apuesta por una reforma discursiva ha intentado mostrar una nueva cara: apertura diplomática, promesas de pluralismo y llamados al levantamiento de sanciones internacionales.
Hoy tiene en sus manos un desafío enorme: gobernar un país fragmentado, negociar con milicias rivales, consolidar instituciones y convencer al mundo de que su transición no será una fachada autoritaria más. Muchos observadores dudan de si su metamorfosis es genuina o parte de una estrategia para perpetuarse en el poder.