Capitán América: un nuevo mundo (Captain America: Brave New World, Estados Unidos/2025). Dirección: Julius Onah. Guión: Rob Edwards, Malcolm Spellman, Dalan Musson, Julius Onah y Peter Glanz. Fotografía: Kramer Morgenthau. Música: Laura Karpman. Edición: Madeleine Gavin y Matthew Schmidt. Elenco: Anthony Mackie, Harrison Ford, Danny Ramirez, Shira Hass, Carl Lumbly, Tim Blake Nelson, Giancarlo Esposito. Distribuidora: Buena Vista. Duración: 118 minutos. Calificación: solo apta para mayores de 13 años. Nuestra opinión: buena.

La sombra de Steve Rogers sobrevuela todo el tiempo esta primera aventura en la pantalla grande de Sam Wilson como nuevo dueño del escudo del Capitán América. Cada invocación al personaje encarnado en el origen del Universo Cinematográfico de Marvel (MCU) por Chris Evans es una invocación a aquellos buenos tiempos. Los dueños de la marca son conscientes de que los últimos pasos en la evolución del MCU fueron catastróficos y para corregir el rumbo no queda otra que regresar a las fuentes.

Así se desprende de la orden que recibe Wilson (Anthony Mackie) apenas comenzado el relato: reunir a los Avengers. En otras palabras, poner de nuevo en marcha la poderosa maquinaria que convirtió a Marvel en una potencia del cine de alto impacto antes de que la desafortunada opción por los multiversos dejara todo este gigantesco universo audiovisual a la deriva.

Un nuevo mundo, título con claras resonancias simbólicas, transcurre íntegramente (y afortunadamente) en una sola dimensión terrenal. En ella se instala un nuevo presidente de los Estados Unidos, nada menos que el general Thaddeus Ross, encarnado en el pasado por el fallecido William Hurt y ahora por Harrison Ford. Y nadie mejor que el legendario protagonista de las películas de Indiana Jones para representar a un personaje tan consciente de su poder como expuesto a dejarse llevar por un temperamento explosivo, imposible de contener. Así lo vemos en su tan comentada transformación en la secuencia más intensa del film, la única que lleva al extremo el clásico, monumental e inevitable dispositivo de efectos digitales que Marvel tiene a disposición.

Hay unas cuantas explicaciones de más en el argumento, firmado por varias manos y con una evidente supervisión del estudio. Cuando esto no pasa, Un nuevo mundo funciona como un entretenimiento bastante eficaz, en buena medida gracias a la irresistible presencia de Ford. La historia incluye algunos apuntes geopolíticos (un posible conflicto armado entre superpotencias por el control de un preciado material, la presencia de una jefa de seguridad en la Casa Blanca de origen israelí), alusiones explícitas a los potenciales riesgos de la inteligencia artificial y personajes que vinculan esta nueva aventura de Marvel en el cine con un reciente capítulo televisivo.

Joaquín Torres (Danny Ramírez, representante en este caso del cupo que el estudio concede en cada nuevo proyecto a la diversidad étnica) e Isaiah Bradley (Carl Lumbly) provienen de la serie Falcon y el Soldado del Invierno, desde la cual Mackie empezó a usar el escudo pintado de barras y estrellas que Steve Rogers le había legado en el final de Endgame.

A partir de esta conexión televisiva se explica buena parte del sentido y el alcance de una película que se mueve alrededor de pretensiones bastante modestas: apenas dejar sembradas las bases de un futuro en el que Marvel pueda reencontrarse con la identidad que le reclaman sus fans y superar el desgaste de una larga seguidilla de decisiones equivocadas. Por eso se vuelve a hablar aquí todo el tiempo de la gran premisa de este universo: aquello de que el poder exige de quien lo ejerce una responsabilidad que no está al alcance de cualquiera. Quien no cumpla tal precepto se enfrenta a consecuencias catastróficas.

Este principio casi abandonado durante el desastroso viaje por los multiversos está en línea con otro hecho clave de Un nuevo mundo. Wilson no tiene los poderes especiales de Rogers. Solo el escudo y las alas protegen su humana mortalidad. Lo mismo pasa con Mackie, un actor creíble y confiable al que todavía le falta el poderoso carisma que transmitía Evans. Marvel parte de esa debilidad y quiere hacerse fuerte a partir de ella en la virtual nueva etapa que se inicia en esta aventura.