Encerrados en jaulas sin espacio para moverse, azotados hasta sangrar, arrojados a pozos donde apenas se podía respirar y obligados a pasar días con las extremidades esposadas: así describieron los familiares de los rehenes israelíes el sufrimiento que sus seres queridos vivieron en Gaza durante más de setecientos días bajo custodia del grupo terrorista Hamas.
Las narraciones recabadas en hospitales israelíes muestran condiciones de privación total, agresiones físicas reiteradas, constantes amenazas y estrategias de degradación empleadas por los captores.
“Siempre supimos que tenía la fuerza emocional para sobrevivir, pero lo que logró supera cualquier expectativa”, relató Idit Ohel, madre de Alon Ohel, al explicar que su hijo soportó dos años con esquirlas en el ojo derecho y la cabeza, y que ahora regresa con visión limitada y requerirá una cirugía en el Centro Médico Rabin.
Según explicó Itai Pessach, subdirector del Centro Médico Sheba, “cada uno de ellos ha soportado adversidades indescriptibles y horrores, y el camino hacia su recuperación será muy largo”. Pessach lidera el equipo que trata a diez de los rehenes recién liberados, cuyas historias coinciden en el uso sistemático de la violencia.
Rom Braslavski, de acuerdo con su madre, fue azotado y golpeado con objetos cuyo nombre prefiere no repetir: “Él aguantó porque sabía que un día terminaría”, señaló Tami Braslavski.
El cautiverio implicó traslados constantes para impedir cualquier sentido de estabilidad. Tras intentar escapar, Avinatan Or fue encadenado en una celda, donde permaneció solo y sometido a nuevos castigos.
“Fue esposado a los barrotes, en un espacio tan alto como seis pies y tan largo como el colchón. Puedes llamarlo una jaula”, aseguró su padre Yaron Or. Al mismo tiempo, otros rehenes como Yosef-Haim Ohana fueron arrojados a fosas subterráneas con otros seis cautivos, sin poder sentarse ni acostarse y con aire insuficiente, relató su padre, Rabino Avi Ohana.
“Solo podían apoyarse de pie, le faltaba oxígeno. Lo sostuvo pensar en su familia”, dijo.
El padre de Or describió que, aunque no lo dejaron morir de hambre, su hijo regresó extremadamente delgado. El maltrato incluyó presiones para lograr conversiones al islam con la promesa de un mejor trato y comida adicional.
“Intentaron convencerlo de que Israel ya no luchaba por ellos, diciendo que el país había colapsado y que miles de soldados habían muerto”, reveló la madre de Braslavski.
Las técnicas de aislamiento combinaban la violencia física y el terror psicológico. Los guardias obligaron a los cautivos a escuchar transmisiones religiosas, pero algunos lograron manipular el aparato para sintonizar la radio del ejército israelí. “Dijo: ‘¡Mi padre está vivo!’, y eso le dio nuevas fuerzas”, compartió el rabino Ohana.
Hubo gestos de resistencia. Braslavski, esposado de pies y manos, usó una llama improvisada para cocinar algo de pasta, quemando la ropa de un guardia. Esta acción lo llevó a ser trasladado a un espacio apenas menos restrictivo. En el caso de Nimrod Cohen, militar israelí, los castigos físicos y el encierro en un túnel durante casi un año y medio fueron aún más severos. Su hermano Yotam Cohen relató que fue interrogado bajo vendas, golpeado y aislado debido a su rango.
La salida del cautiverio constituye solo el primer paso hacia la recuperación. De acuerdo con Pessach, “la presencia de sus familias es fundamental para el proceso de sanación”. El personal médico dice que responderán bien, aunque el proceso demandará semanas o incluso años.
“El cuerpo recuerda esos más de 700 días de cautiverio y hambre”, explicó Michal Steinman, directora de enfermería del Centro Médico Rabin, refiriéndose a los cuadros de desnutrición y otros daños diagnosticados.
La emoción del reencuentro familiar ha marcado la primera etapa tras la liberación. Gali Berman, liberada junto a su hermano gemelo Ziv, compartió con el presidente Isaac Herzog que no supieron si volverían a verse hasta el último momento. En declaraciones públicas, madres como Sylvia Cunio gritaron ante la prensa la magnitud del alivio: “¡Mis hijos están en casa!”.