
Si bien hoy el 80% de la actividad de la isla es por el turismo, la historia y la economía de Aruba, un paraíso del Caribe que eligen cada vez más argentinos para descansar, no nace en sus playas, sino que tiene su origen en la refinería que funcionaba en la zona de San Nicolás, al sur del país.
Hasta 1985 la refinería de Aruba era el motor económico de la isla. Habitantes de otros países del Caribe, sobre todo los angloparlantes, se radicaban allí en busca de trabajo. Pero cuando cerró, hace cuatro décadas, ese distrito quedó relegado y abandonado.
La zona norte crecía impulsada por el turismo, principalmente estadounidense y europeo, las grandes cadenas de hoteles, la industria gastronómica y la construcción de edificios de departamentos de alquiler.
En tanto, el sur quedó abandonado, la refinería sigue en pie y espera que se le dé un nuevo destino, pero hace unos 16 años, San Nicolás renace con una propuesta de “arte para vivir”.
Ahora toda esa zona tiene una fuerte impronta artística y bohemia. Los bancos de la calle están todos decorados de mosaiquismo y el color y la creatividad se apodera de las calles con los murales que pintaron distintos artistas del mundo y la galería de arte que dirige Tito Bolívar, un emprendedor nato, originario de Curazao.
Hace décadas que vive en Aruba y decidió recuperar esa zona olvidada con una propuesta única. “Estaba en Bogotá y vi un mural enorme que decía “Arte para vivir”, eso me inspiró y quise traer ese concepto a Aruba, para dar vida a San Nicolás”, contó a El Conista.
Con el apoyo de la Autoridad de Turismo de Aruba (ATA), convoca a artistas de todo el mundo para que pinten murales con distintos mensajes y conceptos sobre la esencia del país.
Además, tiene proyectos de arte en la cárcel, hace ferias artísticas y él mismo se encarga de hacer la curaduría y el seguimiento de la obra durante su proceso creativo de los muralistas.
Una tierra pluricultural y segura
Además, hace tours para los visitantes en los que les muestra los murales, explica el significado de cada uno y les cuenta la historia de la isla.
Un dato muy interesante que cuenta Tito en sus recorridos es la pluriculturalidad que se da lugar en Aruba, donde sus habitantes hablan al menos cuatro idiomas que aprenden en el colegio: papiamento (el de la isla), holandés (ya que es parte de Holanda), inglés y español.
“No hay una cultura de Aruba, pero tenemos todas las culturas. Somos producto de muchas culturas”, dice Bolívar en sus tours. Y es que la isla es tierra de muchos migrantes: de Holanda, de distintos países del Caribe, de Colombia, Ecuador, Venezuela, descendientes de africanos que vinieron con los colonos holandeses y de otras partes del mundo. Muchos piden visa de trabajo allí y se enamoran de la tranquilidad que reina en ese territorio.
En las calles de San Nicolás el arte se hace presente en cada rincón.
Aunque Aruba tiene una marcada herencia de sus pueblos originarios, los Caiqueitos, que dejaron su huella en las pinturas que hicieron en las cuevas naturales que se levantan en el Parque Nacional Arikok. Así, el país es un gran mix cultural que se hace ver en el papiamento, con palabras que recuerdan al español, el portugués, el holandés y el inglés.
Otro dato que cuenta en Tito es que el país es tan seguro que uno de los murales, hecho con mosaiquismo, tiene láminas de oro y está ahí intacto hace años como prueba de que Aruba, como dicen sus habitantes “es la isla más segura del Caribe”.
Un mural es reflejo de la seguridad en la isla.
En la zona los bancos hechos con decoraciones de mosaiquismo se mezclan con murales enormes y coloridos, donde las pinceladas de los artistas cuentan historias relacionadas a la isla.
Cerca de Baby Beach
Todo eso, a pocos minutos de unas de las playas más lindas de Aruba: Baby Beach. Para quienes buscan un lugar más tranquilo y apartado que otras playas como Eagle Beach o Palm Beach, es una opción increíble y la preferida de la mayoría de los argentinos que visitan la isla.
Está ubicada en la zona sur de la isla, menos turística y las aguas son transparentes y poco profundas, con arena blanca y una impronta relajada. Tiene una buena zona de sombra, que aporta un grupo de árboles que crece sobre la playa, a unos 10 metros del mar, por lo que es ideal para ir sin sombrilla ni nada.
A pocos minutos de San Nicolás se encuentra Baby Beach.
Apenas una lona y algo de comer y tomar para pasar el día, ya que no es un área muy comercial donde se pueda comprar mucho, aunque hay un supermercado a unos 2 minutos de allí.
En San Nicolás, se consiguen departamentos Airbnb desde u$s 400 las cinco noches, para bolsillos más acotados, que no pueden o no quieren pagar unos u$s 100 por dos personas la noche, como puede llegar a costar quedarse en las grandes cadenas de hoteles.