El Gobierno aspira a cerrar un acuerdo en el primer trimestre, mientras que crecen las especulaciones sobre un nuevo programa después de las elecciones. Están en juego los desembolsos, los efectos esperados y la salida del cepo.

El acuerdo

La posibilidad de un acuerdo después de que La Libertad Avanza consiga un Congreso más favorable suma adeptos. El primero en esgrimir esta tesis fue el exdirector del Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner, quien postuló que el acuerdo se dividiría en dos etapas: un stand by antes de las elecciones, y un acuerdo más robusto con cambios de política económica luego de las mismas.

Desde Cohen destacaron que 2025 no será un “año bisagra” porque el peso de los intereses no es tan relevante y pueden esperar a un Congreso “más favorable” para alcanzar un acuerdo con el FMI.

Este año, los intereses suman en torno a u$s 4.500 millones. Sobre este nivel de vencimientos, Piedad Ortiz, economista jefe de Wise Capital, sostuvo que lo ideal sería refinanciar esos vencimientos, ya que aún se mantiene con reservas netas negativas.

En la negociación no solo está en juego el monto, sino también los plazos. El presidente Javier Milei había señalado que el ritmo con el que lleguen esos fondos condicionará la salida del cepo.

Desembolsos

Milei dijo que usaría los nuevos fondos del organismo para pagar letras intransferibles del Banco Central, por lo que, dice, no aumentaría el endeudamiento neto.

El Gobierno busca conseguir u$s 11.000 millones, que, para Ortiz, permitirían “asegurar la tranquilidad de la plaza cambiaria”. El objetivo es particularmente complejo de cara a un año electoral.

Sobre la posibilidad de conseguir fondos adicionales, agregó que además de la estabilidad cambiaria y contar con los recursos para hacer frente a una corrida, da un margen para afrontar deudas comerciales no pagadas o envíos de las empresas a sus casas matrices.

A esto se suma la posibilidad de acceder a créditos con bancos internacionales y fondos de inversión por hasta u$s 6.000 millones, que, explicó Ortiz, funcionarían de refuerzo para la economía “post-cepo”.

Efecto en el mercado

Un acuerdo fijaría expectativas sobre varios elementos que pueden influir en los instrumentos de renta fija: cepo, inflación, tipo de cambio, entre otros.

Los bonos hard dollar (en el tramo largo como GD38, GD41 y GD46) se verían beneficiados ya que se potenciaría la capacidad de repago del Gobierno así como su “poder de fuego en materia cambiaria”, dijo Ortiz.

Además, explicó que los bonos soberanos se verán beneficiados porque “se podrían capturar oportunidades en bonos de ley internacional” que estarán más expuestos a la tasa de interés de Estados Unidos.

Las trabas para salir del cepo

Brian Torchia, gerente de Finanzas Corporativas de Pgk Consultores, consideró que una mayor acumulación de dólares alimenta las probabilidad de que se acelere la salida del cepo.

Sin embargo, destacó: “Si reparamos en la dinámica de comercio exterior y de reservas en conjunto con el accionar intervencionista del Ministerio de Economía sobre los dólares financieros para demostrar mayor estabilidad, no pareciera ser un factor lo suficientemente determinante ninguno de los mencionados como para solventar de forma armónica el desarme de las restricciones cambiarias, al menos por ahora”.

Sobre las elecciones, planteó que, de querer salir del cepo, “sabiendo que los riesgos de un impacto sobre la economía (en tipo de cambio, inflación y empleo) siempre van a existir y, en mayor medida, si los recursos para tolerar los movimientos son escasos”, Torchia marca que es mejor hacerlo lo más lejo de los comicios posible, idealmente en el primer trimestre. Si no, lo mejor es esperar.