El cambio de época que estamos viviendo con la velocidad vertiginosa de la tecnología se está sintiendo, cada vez más, en la comunicación política, que ha pasado de ser vertical a un fenómeno horizontal en redes sociales. La prensa, antes el ‘cuarto poder’, ha perdido protagonismo ante plataformas como X (anteriormente Twitter), que permiten la interacción inmediata y directa. Como dijo McLuhan, “el medio es el mensaje”, algo que Trump comprendió a fondo.
Durante su campaña, Trump utilizó X como su principal canal de comunicación, consolidando una estrategia en la que la forma y rapidez del mensaje, más que el contenido profundo, le permitieron mantener un diálogo constante y directo con sus seguidores. Esto le permitió ganar un electorado masivo, a pesar de la imagen íntegra y ‘elegante’ que el partido Demócrata sostenía en medios más tradicionales, incluso con un discurso agresivo y hasta “antipático” en muchos aspectos.
El uso de las redes y el respaldo de figuras de influencia tecnológica, como Elon Musk, que además donó importantes sumas para su campaña y amplificó sus mensajes, fueron esenciales. El enfoque de Trump en tecnología e innovación resonó con el electorado joven y en áreas de economías desindustrializadas. Una vez más, el medio es el mensaje.
Los efectos del triunfo republicano y su fuerte conexión con el mundo de la tecnología ya se están viendo con el aumento del 14% en las acciones de Tesla en Wall Street. El mercado está expectante por un cambio positivo en la economía, de la mano de las industrias de tecnología, en un contexto económico desfavorable para el partido que buscaba la reelección.
Estas elecciones fueron casi un espejismo de las pasadas elecciones en Argentina, con la diferencia de que el candidato argentino se hizo casi desde cero, con el poder de las nuevas tecnologías y los mensajes que tienen más impacto en su formato que en el contenido en sí. En ambos casos, estas victorias se explican por una visión de futuro que prioriza el crecimiento mediante la innovación, un mensaje que apela a un electorado que visualiza el progreso económico en la digitalización y la conectividad global.
Una vez más, queda confirmado que las redes sociales son ahora los nuevos canales de poder, capaces de inclinar la balanza política y redefinir la manera en que los líderes se comunican con el público. Este cambio, además de evidenciar el papel de la tecnología en la política moderna, nos enseña que, sin importar los resultados, el futuro de la comunicación y la política pasa inevitablemente por el medio que cada candidato escoja para enviar su mensaje, mucho más que en el contenido concreto.