Manolo del Castillo se ha convertido en un viajero incansable y en una de las voces más queridas del periodismo cultural en nuestro país desde hace más de dos décadas. A través de Reportaje al Perú, recorre los caminos de la sierra, la selva y la costa donde capturó historias que nos revelan la riqueza cultural y natural del territorio patrio. La pasión que lo impulsa lo ha llevado a explorar lugares que, para muchos, solo existirían en los sueños, y que él, con una mirada siempre curiosa y honesta, transforma en relatos de vida, identidad y tradición.
Desde los sabores ancestrales de la gastronomía peruana hasta los rincones más recónditos, donde el tiempo parece haberse detenido, su viaje es también un encuentro consigo mismo y con el corazón de la naturaleza. Ha degustado platos típicos que encierran historias familiares y fue testigo de festividades que unen generaciones.
En esta entrevista con Infobae Perú, Del Castillo comparte detalles de sus memorables aventuras y la conexión íntima que logra con cada lugar visitado. Habla sobre lo esencial de salir de viaje con el espíritu abierto, la gratitud que siente por las personas que lo reciben en sus hogares y el poder de descubrir historias que muestran el verdadero valor de la tradición.
La sonrisa: un puente de conexión humana
“Viajar te abre muchas puertas, pero la herramienta que siempre utilizo para que mi experiencia sea grata es la sonrisa”, afirma con una calidez contagiosa. Este sencillo gesto, a menudo subestimado, se transforma en un poderoso medio de comunicación capaz de derribar barreras en el país profundo y más allá.
Para Manolo, su programa, que se emite a través de TVPerú, no busca ser un documental o una plataforma de influencers; sino que se enfoca en presentar la experiencia de viaje desde la perspectiva de una persona común, como cualquier vecino o amigo, lo que ha resonado de forma profunda con la audiencia a lo largo de los años.
Cada aventura que emprende está repleta de momentos únicos que van desde la risa hasta la reflexión. Esta variedad de experiencias convierte a toda travesía en un enriquecimiento personal, especialmente en una era dominada por la tecnología. Por eso, Del Castillo recalca que el verdadero descubrimiento radica en alejarse del celular y explorar el país, lo que ofrece oportunidades infinitas para reconectar con la esencia de la vida.
Manolo también ha encontrado inspiración en causas que captaron su atención de forma reciente, como la defensa de los bosques. “He conocido a personas que luchan por preservar estas áreas, así como a emprendedores que apuestan por el turismo”, comenta. Para él, aquellos peruanos que emprenden pequeños proyectos son verdaderamente admirables.
El viaje: un banquete para los sentidos
El periodista ilustra su punto sobre la importancia de explorar durante los viajes y probar distintos potajes. Sin embargo, señala que rara vez las personas se atreven a descubrir las diversas alternativas que el menú tiene para ofrecer. “Lo mismo ocurre con el Perú: hay mucho más por descubrir si te atreves a mirar más allá de lo habitual”, resalta.
“No se trata solo de ir a la selva y pedir lo típico como tacacho con cecina, sino de aventurarnos a los mercados locales y ver qué comen los pobladores. Ese es el verdadero espíritu de un viaje”, enfatiza con entusiasmo.
Las carreteras peruanas, a menudo complicadas, no desaniman a Manolo. “Llevar las mochilas y caminar es una experiencia invaluable”, asegura, ya que este método permite observar detalles que suelen pasar desapercibidos desde un avión, un bus o incluso un auto.
“Aunque me pregunten si ya conozco todo el Perú, siempre respondo lo mismo: necesitaríamos varias vidas para explorar cada quebrada, cada valle, cada pueblo”, comenta con una chispa de anhelo en sus ojos.
Un lugar que lo intriga es la triple frontera en Loreto, donde Perú, Colombia y Brasil se encuentran en Caballococha. “Desde hace tiempo quiero ir, pero por diferentes motivos no hemos podido coordinar el viaje. Me interesa mucho ver cómo es la vida allí, porque las fronteras son un espejo de cómo somos como país”, cuenta.
El trabajo que Manolo realiza le permite mantenerse activo y romper con la rutina de una oficina, lo que le brinda una energía renovada después de 20 años con el programa. “A veces me pregunto si debería estar en un puesto más tradicional, como jefe de imagen en una gran empresa o en relaciones públicas, pero siempre termino respondiendo que mientras me guste lo que hago, seguiré aquí, con botas y mochila”, asegura.
La pandemia le dio una pausa, un momento para reflexionar y reorganizar su vida. “Aproveché el tiempo para recordar antiguos programas y, aunque fue un desafío, me lo tomé muy en serio”, menciona. Este enfoque le permitió hacer ejercicio, seguir una dieta más estricta, e incluso bajar de peso, preparándose para el momento en que pudiera volver a viajar. “Cuando la pandemia terminó, retomamos todo con entusiasmo junto a todo el equipo”, recuerda.
La esencia de la espontaneidad
El periodista cuenta que su equipo de trabajo es pequeño y funciona muy bien. “Cuando llegamos a un pueblito o un mercado, si solo somos mi camarógrafo y yo, la interacción es mucho más natural y agradable. En cambio, cuando llegan cinco o más personas con luces, micrófonos y cables, el ambiente cambia. Se pierde la frescura”.
En ocasiones, cuando ha trabajado con más gente, sugirió reducir el grupo para mantener esa espontaneidad. Aunque operar en un conjunto pequeño puede ser un desafío —donde todos hacen de todo, desde chofer hasta iluminador—, el resultado suele ser notablemente superior.
Actualmente, el staff cuenta con cinco miembros, un número que considera ideal para un programa de viajes, y siempre procura que el personal se mantenga camuflado para no perder la esencia.
El periodista recalca que los viajes se planifican desde Lima, con semanas de anticipación. “Aunque mostramos una especie de crónica, tenemos la obligación de que el programa salga bien hecho. Hay un equipo de producción en Lima que coordina e investiga para asegurarse de que todo esté en orden, ya que no podemos permitirnos errores”, explica.
Del Castillo menciona que la espontaneidad es clave en su trabajo, aunque siempre menciona que cuentan con el respaldo de la experiencia y un equipo sólido que maneja la logística de las grabaciones. Por los años que tiene el programa, Manolo ha tenido la suerte de ser reconocido en diferentes lugares. “Lo más gratificante es el cariño que recibimos; la gente se acerca con abrazos y palabras amables, lo cual es una muestra que Reportaje al Perú ha llegado al corazón de muchos”, agrega.
Además, añade que, en los pueblos más pequeños, la recepción es más cálida y espontánea. Su equipo recibe todo tipo de apoyo, incluso en situaciones imprevistas. “Recuerdo que hace 20 años, cuando apenas comenzábamos, nadie nos ofrecía ayuda, pero ahora nos reciben como si fuéramos autoridades, a veces con bandas de músicos y discursos”, declara.
“Mientras más nos faciliten el trabajo, más tiempo tendremos para mostrar la riqueza de sus tradiciones, bailes, paisajes y cocina en la televisión. El objetivo es llevar el Perú a las pantallas para que todos puedan apreciar su diversidad”, afirma.
Lugares imperdibles
Para Manolo del Castillo, el turismo auténtico no se trata solo de llegar a un destino y tomar fotos rápidas. Un ejemplo es Vinicunca, la famosa montaña de colores, pero él destaca que “no se trata solo de ir medio dormido en una combi, llegar y tomarse una foto”. Para él, el verdadero viaje incluye adentrarse en lo que rodea al sitio y explorar las historias de los pueblos que se cruzan en el camino
Otro de sus recomendados es Tapo, un pueblo colonial cerca de Tarma, conocido como la “Ciudad de las flores”. “Con sus casitas coloniales y paisajes encantadores, parece un rincón detenido en el tiempo, que ofrece una experiencia que transporta a una época pasada”, añade.
En la costa, una de las playas que destaca es Zorritos. Ubicada al norte del país, cuenta con alternativas de hospedaje que se adaptan a cualquier tipo de viajero, desde aquellos con un espíritu mochilero hasta quienes buscan experiencias más lujosas.
“Además de su belleza natural, ofrece una gastronomía única con mariscos frescos, acompañada de un clima que permite disfrutar del ambiente durante casi todo el año”, agrega.
En la selva, uno de sus lugares preferidos es Puerto Inca, a orillas del río Pachitea, cerca de Pucallpa, que encanta con su naturaleza intacta y su cercanía a las comunidades locales. También, recomienda el lago Cuipari, en Yurimaguas, una joya escondida en la Amazonía, cuya belleza se convierte en un recuerdo inolvidable para los visitantes.
Manolo ha demostrado que el Perú es un libro abierto de historias y experiencias esperando ser exploradas. Con una sensibilidad genuina, recorrió caminos y estrechó lazos que van más allá de una simple aventura. Cada programa es un homenaje a las raíces y al espíritu de nuestro país, un recordatorio de que viajar no es solo moverse de un lugar a otro, sino conectar profundamente con la tierra y su gente.