El beso, en sus múltiples formas y significados, trasciende las barreras del lenguaje hablado. Si bien su interpretación puede variar culturalmente, el contacto de labios funciona como un lenguaje universal, una forma de comunicación no verbal que transmite afecto, intimidad y pasión, independientemente del idioma o la geografía.

Además, este acto de cercanía y afecto trasciende el ámbito humano y se manifiesta en diversas especies del reino animal. En el mundo animal, comportamientos similares se observan en especies como los primates, que se acicalan y se tocan con los labios para fortalecer vínculos sociales y afectivos. 

¿Qué significa dar un beso?: científicos descubren la respuesta detrás de esta práctica ancestral

En este contexto, una investigación de la Universidad de Warwick publicada en la revista Evolutionary Anthropology, se interesó en encontrar una respuesta evolutiva a esta forma de manifestar afecto. 

El estudio detectó que, a pesar de las diferencias culturales, los besos tienen algo en común: regulan las interacciones humanas. “Los besos están imbuidos de un significado biológico universal subyacente que atraviesa culturas, insinuando una base evolutiva más antigua que las propias convenciones culturales”, se explica en el informe. 

Científicos descubren por qué nos besamos

El acto de besar se mantuvo a lo largo del tiempo y se convirtió en una práctica habitual en las relaciones afectivas humanas. (Freepik)

La investigación se basó en una hipótesis vinculada al acicalamiento entre los simios. Esta práctica, que no solo ayuda a eliminar parásitos del pelaje de los congéneres, también es clave para establecer y fortalecer los vínculos sociales dentro del grupo. Sin embargo, los científicos pusieron destacaron la manera en que se concluye este momento.

Al recurrir al reino animal en busca de respuestas, los científicos encontraron que, tras la limpieza, “el peluquero tocaba al acicalado con los labios protuberantes y succionaba la acción para agarrarse y eliminar un parásito o desechos”.  

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Los besos boca a boca en los humanos derivaron de las conductas de acicalamiento en los grandes simios (Pixabay)

Los seres humanos no practicamos el acicalamiento de la misma manera que los simios, y esto se debe a que su función práctica disminuyó con nuestra evolución. Según el estudio, a medida que nuestros antepasados fueron perdiendo gradualmente el pelaje, las sesiones de acicalamiento se acortaron hasta llegar a desaparecer por completo.

Sin embargo, lo que persiste en los humanos es el tipo de contacto que caracteriza el acicalamiento, especialmente el contacto boca a boca. Este tipo de interacción no solo sirve para fortalecer los lazos sociales, sino que también presenta similitudes notables con el beso humano. 

Los investigadores destacan que esta conexión es más profunda y relevante que cualquier otro comportamiento social que se haya propuesto hasta ahora.

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Besarse como una práctica cultural

Un estudio publicado en la revista American Anthropologist analizó un total de 168 culturas diferentes y reveló que el 46% de ellas practica el beso en un contexto romántico. 

A pesar de la aparente universalidad de esta expresión de afecto, el beso no es una práctica común en todas partes del mundo. En algunas culturas, esta forma de vinculación es considerada incómoda o incluso desagradable, lo que indica que, a pesar de sus raíces evolutivas, el significado y la importancia del beso pueden variar significativamente entre diferentes sociedades.

El beso es una práctica cultural, no universal. (Pixabay)

Además, la percepción del beso puede estar influenciada por factores culturales, religiosos y sociales. En algunas comunidades, se privilegian otras formas de expresión afectiva, como actos de servicio, que pueden ser considerados más apropiados. 

Esta diversidad en las prácticas muestra cómo el beso, aunque pueda tener un componente biológico y evolutivo, está profundamente entrelazado con la cultura y la identidad social de cada grupo.

Por Prensa Pura Digital

DIARIO DE VILLA LA ANGOSTURA Y REGIÓN DE LOS LAGOS. NEUQUÉN.