Las pesadillas son sueños aterradores suelen ocurrir durante la fase del sueño conocida como REM (Imagen Ilustrativa Infobae)

En la actualidad, debido al ambiente de inseguridad ciudadana, inestabilidad económica y crisis política que afecta al Perú, es probable que una buena parte de la población experimente pesadillas. El contexto de incertidumbre, angustia y preocupación constante puede generar sueños perturbadores en los peruanos.

Este tipo de sueños no solo son manifestaciones nocturnas incómodas, sino que también pueden reflejar un estado de estrés elevado o ansiedad persistente. Comprender el origen de las pesadillas y cómo impactan en la salud física y mental de las personas es fundamental para abordar el problema de manera efectiva y mejorar el descanso nocturno.

¿Por qué una persona tiene pesadillas?

Las pesadillas son sueños aterradores o angustiosos que suelen ocurrir durante la fase del sueño conocida como REM (movimiento ocular rápido). Esta fase es cuando el cerebro se encuentra más activo y las emociones se procesan más intensamente. Las causas de las pesadillas pueden ser diversas y, aunque en muchas ocasiones son temporales, en algunas personas se vuelven recurrentes o persistentes. Factores como el estrés, la ansiedad, las experiencias traumáticas o los trastornos psicológicos pueden desencadenar pesadillas.

Las pesadillas actúan como un mecanismo del cerebro para procesar las experiencias estresantes vividas durante el día (Imagen Ilustrativa Infobae)

Una de las principales razones por las que una persona tiene pesadillas está relacionada con el estrés. En un entorno de alta inseguridad o incertidumbre, las preocupaciones constantes de índole personal o laboral presentes en los sueños provocan angustia. Las pesadillas, en estos casos, actúan como un mecanismo del cerebro para procesar las emociones negativas y las experiencias estresantes vividas durante el día.

Otro factor que puede contribuir al origen de las pesadillas es la exposición a eventos traumáticos o situaciones de abuso. Las personas que han vivido experiencias difíciles, como violencia, accidentes o pérdidas significativas, pueden experimentar trastornos de estrés postraumático (TEPT), que a menudo se manifiestan a través de sueños perturbadores. Las pesadillas también pueden ser un síntoma de trastornos psicológicos como la depresión o la ansiedad generalizada, que generan una sensación constante de inquietud, lo que puede traducirse en sueños llenos de tensión y miedo.

El consumo de ciertos medicamentos o sustancias también puede influir en la aparición de pesadillas. Medicamentos como antidepresivos, sedantes, fármacos para la hipertensión o drogas recreativas pueden alterar los patrones de sueño y contribuir a la aparición de sueños aterradores. Además, la falta de sueño o el insomnio pueden aumentar la probabilidad de tener pesadillas, ya que el cuerpo y el cerebro no tienen suficiente tiempo para descansar y procesar adecuadamente las emociones.

Cómo las pesadillas afectan tu salud física y mental

Las pesadillas no solo afectan la calidad del sueño, sino que también pueden tener un impacto significativo en la salud física y mental de las personas. El primero de estos efectos es la alteración del ciclo del sueño. Las personas que experimentan pesadillas frecuentes tienden a despertarse sobresaltadas, lo que interrumpe su descanso y puede llevar a una sensación constante de fatiga y agotamiento. La falta de sueño reparador afecta el rendimiento diario, la concentración y la memoria, lo que repercute directamente en la calidad de vida.

Las pesadillas también pueden ser un síntoma de trastornos psicológicos como la depresión (Shutterstock)

Además, las pesadillas recurrentes pueden causar un círculo vicioso de ansiedad. El miedo de tener más pesadillas puede hacer que la persona desarrolle una aversión al momento de dormir. La anticipación de una mala noche de descanso puede generar insomnio o dificultad para conciliar el sueño, lo que agrava aún más el problema de la fatiga y el estrés. En algunos casos, las pesadillas pueden evolucionar hacia un trastorno de pesadillas, que se caracteriza por la frecuencia y la intensidad de los sueños aterradores, afectando gravemente la vida cotidiana.

A nivel mental, las pesadillas pueden empeorar la salud psicológica de una persona, especialmente si están vinculadas a traumas no resueltos o ansiedad crónica. Las personas con TEPT a menudo reviven situaciones traumáticas a través de las pesadillas, lo que dificulta la superación del trauma y perpetúa el sufrimiento emocional. Además, la persistencia de las pesadillas está asociada con un aumento de los síntomas depresivos, ya que la persona puede sentir que no tiene control sobre sus emociones y su salud mental.

El impacto físico de las pesadillas también es significativo. El miedo o la ansiedad experimentados durante estos sueños pueden elevar el ritmo cardíaco, aumentar la presión arterial y generar una respuesta fisiológica de “lucha o huida”, que se activa ante situaciones de peligro. Aunque este mecanismo es útil en situaciones de emergencia, cuando se activa repetidamente durante el sueño, puede tener efectos negativos sobre el sistema cardiovascular y el bienestar general. La interrupción constante del sueño profundo también puede debilitar el sistema inmunológico, lo que hace que la persona sea más susceptible a enfermedades.