A un año de la muerte de Beatriz Sarlo: cómo sigue la causa judicial y el plan de reediciones
A un año de la muerte de Beatriz Sarlo: cómo sigue la causa judicial y el plan de reediciones

En el primer aniversario de la muerte, a los 82 años, de la escritora Beatriz Sarlo, una de las intelectuales argentinas más reconocidas, que pudo trascender del ámbito académico al mediático con sus intervenciones en medios de comunicación y debates públicos, no está programado ningún homenaje, aunque sin duda se la recordará en redes sociales.

Mientras tanto, la causa de su sucesión sigue paralizada. Los bienes de Sarlo incluyen dos departamentos (uno en la calle Hidalgo, en el barrio de Caballito, y otro, que utilizaba como estudio, en la calle Talcahuano al 100), los derechos de autor por su obra y algo de dinero en cuentas bancarias.

 Melanio Alberto Meza López Encargado,  encargado del edificio de Hidalgo 140, donde vivía Sarlo, se presentó en la sucesión

Sus libros, que se siguen leyendo y publicando, generan regalías que ingresan a una cuenta bancaria administrada por el juez Fernando Cesari, del Juzgado Civil n° 60, conocido por haber adelantado un juicio porque coincidía con el de un partido de la selección nacional durante el Mundial de Brasil, en 2014.

Tras la muerte de la prima materna de Sarlo, Ernestina Susana del Río, aspirante a heredera junto con Álvaro Edmundo Sarlo Sabajanes, primo paterno, y Alberto Sato, el marido del que nunca se divorció (pese a que ambos formaron nuevas parejas a partir de la década de 1970 y a que en el documento de la autora su estado civil era soltera), la sucesión entró en pausa hasta que se definan los herederos de Del Río que no tenía hijos sino sobrinos. Sato y Sarlo se habían casado en marzo de 1966 y se separaron en la convulsionada década de 1970.

Cuando Sarlo falleció, Sato debió viajar de urgencia a Buenos Aires desde Santiago de Chile para autorizar los trámites funerarios. A mediados de año, la Justicia revocó el fallo que excluía a Sato de la sucesión; ahora, su letrado deberá demostrar que, pese a vivir en países diferentes (Sato en Chile, Sarlo en la Argentina) con sus respectivas parejas durante décadas, ambos compartían “un proyecto de vida”.

Por otro lado, LA NACION reveló a mediados de año que el encargado del edificio de Hidalgo 140, Melanio Alberto Meza López, se había presentado en la sucesión como heredero del departamento que la autora había compartido con su pareja, el cineasta Rafael Filippelli, hasta su muerte en marzo de 2023, y en el que siguió viviendo, afectada por problemas de salud. Meza López presentó como prueba una nota manuscrita firmada por Sarlo en la que esta le “dejaba a cargo” su departamento y el cuidado de la gata Nini (o Niní). El peritaje judicial determinó que la nota de Sarlo era auténtica.

Con esta novedad, y con la aparición en la causa de los primos octogenarios, quedó en suspenso el proyecto de un grupo de amigos de la autora (Adrián Gorelik, Graciela Silvestri, Ada Solari, Hugo Vezzetti, Sylvia Saítta, designada albacea de la obra sarliana, David Oubiña y Adriana Amante, que puso en duda la salud mental de su mentora a la hora de escribir la carta presentada por Meza López) de utilizar el dinero de la herencia paar crear un “fideicomiso cultural”. Otro grupo de amigos tomó distancia de esa propuesta.

El arquitecto Alberto Sato asistió al velatorio de Sarlo en el CeDInCI

La biblioteca y el archivo de Sarlo, por decisión de sus amigos más cercanos, fueron trasladados del departamento de Talcahuano al Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI), que dirige el historiador Horacio Tarcus, y donde se veló a Sarlo. A modo de postal de la época, cabe recordar que la institución, desfinanciada por el Gobierno a partir de 2024, colecta fondos para poder pagar los honorarios a un archivista por cuatro o seis meses. Este miércoles, el CeDInCI difundirá un video en homenaje a Sarlo, con imágenes de su biblioteca y del archivo. Un voluntario ya catalogó más de mil libros y, si la institución recibe apoyo económico, podrá contratar a un estudiante para que avance en la tarea de descripción del archivo, con el objetivo de abrirlo a consulta pública, al igual que la biblioteca a mediados de 2026.

El archivo de Sarlo, con libros, apuntes, fotos, libretas de viajes y correspondencia personal, fue donado al Cedinci. En la foto, Horacio Tarcus, fundador y director de la institución

En las últimas semanas, la sucesión de Sarlo dio un inesperado giro cuando el letrado José María Nasra, en representación de una asociación protectora de animales, solicitó al juez Cesari -que mantuvo la decisión de su antecesora en la causa, la jueza Cecilia Kandus, de cerrar el expediente a consulta pública- que brindara un informe sobre el estado de salud de la gata de Sarlo, Nini, que actualmente vive con la familia del encargado. Cesari rechazó la medida, aunque abrió un nuevo expediente; Nasra apeló y el pedido pasó a la Sala E de la Cámara Nacional de Apelaciones.

Niní, la gata de Sarlo, quedó al cuidado del encargado del edificio; recientemente, la Justicia recibió un pedido de informes por su estado de salud

LA NACION pudo saber que Nini se halla en buen estado de salud, a pesar de haber sido “mudada de apuro” meses atrás junto con la gata de Meza López del departamento de Sarlo, en el octavo piso, por pedido de la letrada de la prima que murió a principios de octubre, en Viedma.

Mientras tanto, en el plano editorial, en febrero Siglo XXI publicó en la colección Biblioteca Beatriz Sarlo No entender. Memorias de una intelectual ($ 26.590), libro póstumo que estuvo al cuidado de Saítta y Gorelik (donde se explaya sobre familiares, amigos y amores). La primera edición se agotó en pocas semanas y se lanzó una segunda.

Portada de

Este mes, la editorial acaba de reeditar, con nueva portada, Borges, un escritor en las orillas ($ 22.990), ensayo de 1993 que estaba casi agotado en librerías, donde la autora desarrolla su tesis sobre la literatura borgeana (que sitúa entre lo universal y lo local). Fiel a su estilo, la viuda de Borges, la escritora María Kodama, había llevado a Sarlo a la Justicia porque la ensayista había declarado a un diario chileno que Kodama obstaculizaba la edición crítica de la obra borgeana. Sarlo nunca olvidó esa afrenta.

En agosto, Siglo XXI reeditará La imaginación técnica: sueños modernos de la cultura argentina, preclaro ensayo de 1992 donde la escritora reivindica “el peso simbólico del pionerismo técnico” entre los sectores populares y algunos intelectuales, como Roberto Arlt y Horacio Quiroga, en las primeras décadas del siglo XX.

Por último, el portal Infobae publicó este año Como dijo Sarlo, un libro digital de descarga gratuita que compila entrevistas que la autora dio a ese medio entre 2017 y 2024, con prólogo de Flavia Pittella. Sarlo conversó con los periodistas Luis Novaresio, María Laura Santillán, Hinde Pomeraniec, Facundo Chaves, Diego Rojas (gran amigo de Sarlo) y Patricia Kolesnicov quien, consultada por LA NACION, remarcó que se trataba de un libro gratuito cuyo lanzamiento habían analizado con el “grupo de amigos” de la autora fallecida hace ya un año.