Un rugido, un grito de euforia, la expresión del público frente a la maniobra que definió los 200 Kilómetros del TC2000 en Buenos Aires. Un desahogo, tras un momento de tensión, la exteriorización de los mecánicos e ingenieros en el garaje del Pro Racing, la estructura que alistó al Chevrolet Cruze que condujo al éxito el binomio compuesto por Damián Fineschi y Agustín Canapino, como piloto invitado. Una victoria que se empezó a construir en la prueba de clasificación, que se fortaleció con el triunfo en la carrera Sprint y que la fórmula martilló con fuerza en la competencia icónica de una categoría que navega un frente de tormenta para redescubrir el brillo que la hizo gigante. Un festejo que combinó la serenidad del piloto quilmeño con la emoción que envolvió al arrecifeño, que volvió a manejar el auto con el que se consagró campeón en 2021 y que diseñó su papá Alberto, que murió ese mismo año. Una celebración que rompió con el dominio de Renault y su piloto estrella Leonel Pernía: la marca francesa encadenaba seis y el tandilense, los últimos cuatro.
Vestido con el buzo de piloto, de brazos cruzados, concentrado en la imagen que transmitía la televisión y con la radio conectada con su compañero de binomio, Fineschi observó con calma el último relanzamiento que tuvo la carrera, tras el ingreso del Auto de Seguridad por el despiste de Nicolás Ginés –piloto invitado de Daniel Garaggiola–, del JM Motorsport. El sprint sentenció la victoria, que hasta ese momento era de la fórmula Matías Rossi-José María Pechito López. “Se presentó la oportunidad con el ingreso del Pace Car: me tiré fuerte, me la jugué por afuera, se me puso un poco el auto de costado… Después con aire limpio el auto respondió. Sabía que si no era ahí sería difícil pasarlo, porque Matías es un piloto de mucho calibre, excelente defendiendo posiciones”, analizó la superación el Titán, que el sábado rompió con la racha de 861 días sin treparse a lo más alto del podio en el automovilismo argentino –desde el 29 de mayo de 2022, en Rafaela, en Turismo Carretera- y un día después dejó su sello, el que lo empujó el año pasado a desandar la experiencia en IndyCar, una aventura que tuvo un abrupto y polémico desenlace.
📹 El resumen de un fin de semana que pasa directo a los libros de historia de la categoría.
Con ustedes la fiesta, SU FIESTA, de los #200kmBA 🏁 pic.twitter.com/vyrIDeNKg3
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“Vinimos a esto y estoy feliz. Las cosas que me tocó vivir este año… Fue muy duro, me la hicieron pasar muy mal”, relató al borde del llanto Canapino, que tras la desvinculación del Juncos Hollinger Racing se unió al Canning Motorspor para correr en TC y además acompañó a su hermano Matías en una carrera con pilotos invitados del Turismo Pista. El triunfo, categórico, con una diferencia de 5,037 segundos, no resultó tan cómodo cuando el Pro Racing ensayó el cambio de pilotos. La ventana para ejecutar el reemplazo era entre las vueltas 22 y 38 –la carrera se desarrolló sobre 55 giros- y la competencia no podía estar neutralizada por el Auto de Seguridad para ingresar a los boxes. El incidente que protagonizó Esteban Gini –invitado de Gabriel Ponce de León en el equipo Corsi Sport- demoró la maniobra y el retraso desenfocó el plan. “Se me trabó el cinturón de seguridad, se me vino el mundo abajo. No lo podía creer”, explicó Canapino, acerca de la falla que provocó que el Chevrolet Cruze cayera en el clasificador del primer al sexto puesto. “Parecía que estaba todo perdido, porque saltar de sexto a primero era casi imposible”, se sinceró el arrecifeño, que fiel a su estilo atacó cada espacio y avanzó casilleros hasta que el destino jugó a favor con el ingreso del último Auto de Seguridad.
“Entregué el auto primero, pero la parada no fue buena y después Agustín hizo una Canapineada: empezó a pasar autos con maniobras espectaculares, con un ritmo impresionante”, apoyó Fineschi, que explicó la razón de la elección del Titán: “Además de ser un extraordinario piloto, conoce el auto de memoria, al equipo, al circuito N°9…”. El quilmeño conoce de victorias en los 200 Kilómetros del TC2000 en Buenos Aires: fue quien comenzó el reinado de Pernía, que luego ganó tres veces consecutivas con Antonino García como invitado. “Fui parte, pero en algún momento se tenía que cortar. Sorpresivamente fuimos el auto a batir. Estuvimos bien en la clasificación y entiendo que en carrera damos un poco más: no imaginaba tanto. Tuve buen ritmo, manejé cómodo hasta que se me enredó el acelerador, que coincidió en el momento en que me fui largo en la Bajada del Tobogán. Ahí marqué un par de vueltas lentas hasta entender cómo podía funcionar sin perder velocidad”, comentó el único piloto titular de los autos de las primeras filas que inició la prueba y que que además es director de carrera del equipo PMO Racing de TCR.
Con Canapino encaminado a la victoria, porque Rossi no tuvo en el Toyota Corolla el elemento mecánico para intentar una remontada, Fineschi se acercó al muro y se colgó del alambre para saludar el paso de su compañero, tras recibir la bandera a cuadros. “Fui su fan como lo soy de todos los argentinos que defienden nuestra bandera”, dijo Fineschi, que no exterioriza emociones, pero que con el Pro Racing no se detuvo ante la desdicha y desde hace un par de carrera avisó que el Chevrolet Cruze volvía a ser competitivo. El Titán completó la tarea, no sin sobresaltos ni contratiempos, experiencias que los dos pilotos sufrieron en varios pasajes de su carrera, en donde las puertas parecían cerrarse. “Este es el último auto que construyó mi papá, el campeón en 2021 y con el que después veníamos peleando el título hasta que un conflicto gremial nos dejó fuera de carrera en 2022″, recordó con los ojos humedecidos Canapino, el último piloto que había vencido a Renault, junto a Guillermo Ortelli, en 2016, y ahora con Fineschi vuelve a ganar los 200 Kilómetros del TC2000. En la adversidad está la oportunidad de hacer historia.
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