Las primeras proyecciones de la campaña agrícola 2024/25 que marcan la respuesta del campo al cambio de rumbo que comenzó el país en diciembre del año pasado marcan cifras de crecimiento muy modestas. Si se las compara con las expectativas de cambio albergadas hace menos de diez meses, cuando Javier Milei llegó a la Casa Rosada, podría advertirse que el salto productivo que se podía esperar de una gestión que venía a dar un giro de 180 grados con lo anterior, todavía está lejos de darse.

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Según las cifras presentadas esta semana por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires en el Lanzamiento de la Campaña Gruesa 2024/25, la cosecha total tendría un crecimiento de 2,6% (130 millones de toneladas) y un incremento del área sembrada de 2% (35,8 millones de hectáreas). Por supuesto, siempre que el clima acompañe.

En términos de ingresos, la proyección indica que las exportaciones generarían US$28.793 millones, lo que equivale a una caída de 3,1% en comparación con el ciclo pasado. A su vez, la recaudación fiscal llegaría a US$13.950 millones, con una baja de 3,7% y el producto bruto agroindustrial tendría una merma de 2,2%, con un total de US$40.890 millones.

El primer condicionante que aparece en el camino es la baja de los precios internacionales, sobre la que, obviamente, no se puede señalar a la actual administración. Tras el salto de 2022 por causa de la invasión de Rusia a Ucrania, hubo un descenso en las cotizaciones que habían tocado niveles récord.

En los últimos días, los movimientos de los fondos de inversión y especulación en Chicago tras conocerse la baja de tasas de la Reserva Federal de los EE.UU. parecen haberle puesto un piso a la caída de los precios.

Condicionantes

En el plano local, el otro condicionante fue el impacto de la propagación generalizada de la chicharrita que afectó a la cosecha de maíz. Según las proyecciones, esto se traduciría en el próximo ciclo en un incremento de 9,8% en la superficie dedicada a la soja y una reducción de 5,1% la destinada al cereal, de acuerdo a las cifras presentadas por la Bolsa.

Pero el condicionante más contundente es que la presión impositiva sobre el agro y las distorsiones macroeconómicas, que suponen un tipo de cambio diferencial para la actividad, siguen sin corregirse. Según un estudio de la Fundación Mediterránea,” la carga tributaria total sobre los productores agrícolas aumentaría hacia finales del año: del 62% al 67% en zona núcleo y del 77% al 92% en zona extrapampeana”. A su vez, la Fundación Argentina para el Desarrollo Agropecuario (FADA), expresó que en los últimos tres meses se incrementó en un 1,6 puntos porcentuales la proporción de ingresos que se lleva el Estado, en todos sus niveles, de la renta agrícola, al llegar al 61,5 por ciento.

El Gobierno, como se sabe, argumenta que procederá a atacar tanto la distorsión macroeconómica como la presión tributaria apenas logre solucionar el problema del déficit fiscal. Es un día y una hora que no se sabe cuándo llegarán: mientras tanto, hay que poner la rueda en funcionamiento.

Aunque los agentes económicos elogien la perseverancia del Gobierno por no ceder ni un milímetro a la defensa del superávit fiscal, en el caso del agro llama la atención que ni siquiera se haya intentado estudiar abiertamente algún esquema alternativo para salir del dilema entre apoyar a la producción o cuidar los números. Por ejemplo, el Milei candidato decía que no veía mal llevar adelante un esquema de devolución de Derechos de Exportación (DEX) vía un impuesto. Es obvio que lo mejor es eliminarlos, pero, mientras no se pueda, una devolución por otra vía, merecería haber sido evaluada. De la misma forma, no hay estudios serios sobre la relación entre la baja de DEX y una posible compensación de la caída de recursos fiscales vía una mayor actividad. En otras palabras, podrían recaudar menos por DEX y más por Ganancias. Se sabe que para la mayoría de quienes habitaron el quinto piso del Palacio Hacienda esto equivale a una herejía. Es más fácil utilizar a los exportadores como agentes de retención en el puerto que ir uno por uno al campo para que no se les escape la tortuga.

En ese contexto, si el Gobierno creía que el agro iba a ser uno de los sectores que fuera a encabezar la recuperación de la economía, esto deberá esperar. Aunque hay quienes prefieran enfrascarse en la discusión de la Agenda 2030 sí o no o cualquier supuesta conspiración mundial, la realidad cotidiana de los números marca otra cosa.

Por Prensa Pura Digital

DIARIO DE VILLA LA ANGOSTURA Y REGIÓN DE LOS LAGOS. NEUQUÉN.