Survivor: Expedición Robinson se ha transformado en un verdadero juego de estrategias y traiciones. Si bien hace unas semanas se dio la unificación, donde los grupos norte y sur se unieron en una misma tribu, los participantes entraron en una recta decisiva dentro del reality de supervivencia y de a poco se van devorando a los más fuertes del show. Sucedió primero con Inés, luego fue el turno de Goldi y por estos días se dio la caída de Francisco Pardo.
Tras dos meses de juego pero en medio de una situación muy compleja para intentar sobrevivir, las verdaderas intenciones de los participantes salen a la luz y, poco a poco, los más fuertes van cayendo. La reciente eliminación de Francisco -el decimoquinto expulsado del programa- luego de una imperdonable traición por parte de Eugenia y Mauro, sacudió a todos. A tal punto que el jugador no esperaba tal vil jugada de sus compañeros.
“Fue una traición tremenda porque, más allá de que yo no tenía un vínculo cercano con ella (por Eugenia), traicionó al equipo con el que estuvo jugando durante 40 días. Creo que ella tenía algo particular conmigo. Pienso que había algo de celos por mi vínculo con Aixa porque a ella le costaba vincularse con otras personas y yo representaba algún tipo de frustración o resentimiento en su vida”, lanzó Francisco en una charla con Teleshow, apuntando contra su excompañera.
Sin embargo, la sorpresa para todos fue mucho mayor cuando el propio eliminado dio a conocer las traumáticas condiciones que vivió en su paso por el reality, argumentando que en esos casi dos meses de supervivencia dentro de la isla bajó más de 10 kilos y su transformación fue abrupta. “No esperaba que fuera tan difícil, pero eso es lo divertido de las cosas difíciles: cuando las enfrentás, nunca son fáciles”, comenzó explicando.
FRANCISCO CONTÓ LO PEOR DE SURVIVOR: “ME DIERON GANAS DE RENUNCIAR”
Luego confesó: “Lo que más me costó fue el hambre. Probablemente, también tanto tiempo abajo de la lluvia, noches enteras. Fue un sufrimiento muy grande al punto de que me dieron ganas de renunciar. No había un lugar donde no te cayera el chorro de agua en la cabeza. Era una situación muy dura y no duraba diez minutos: eran horas. Tuve que sacar una fuerza que no sabía que tenía para seguir“.
Consultado sobre si extrañaba a su familia o a alguien en particular, Francisco reafirmó que su anhelo en todo momento era uno solo: poder comer. “El deseo más cercano que tenía casi todo el tiempo era el de comer. No extrañaba a mi familia, no extrañaba una ducha, no extrañaba nada de eso. Quería comer para tener energía y mi mente estaba focalizada en eso, recién cuando comía algo podía pensar en otras cosas. Pero mientras, mi cuerpo estaba en un déficit calórico tremendo, no podía pensar en otra cosa”. ¡Qué fuerte!