
Durante muchos años, la población de China padeció escasez de alimentos. Frente a esa realidad histórica, la preocupación actual de las autoridades se centra en garantizar la seguridad alimentaria de sus habitantes. Es decir, para la nación china, la comida constituye un aspecto fundamental; primero se aseguró que cada habitante tuviera la cantidad de calorías necesaria para la supervivencia y más recientemente se procuró mejorar la dieta con la incorporación de la fracción proteica, representada principalmente por las carnes porcina y aviar.
Por lo expuesto, el país se ha convertido en uno de los principales importadores de soja y de otras materias primas destinadas a la producción de alimentos para la población y para el ganado, además de impulsar el desarrollo de su propia producción alimentaria. El objetivo es alcanzar la autosuficiencia en la producción de granos en el mediano plazo y avanzar hacia su exportación. En ese contexto, los agricultores son apoyados con políticas de precios sostén para numerosos productos —excepto soja y maíz— que aseguran un crecimiento sostenido de la producción nacional.
Las cotizaciones de la soja, entre la geopolítica y los fundamentos
Estas observaciones surgen a partir de un viaje a China organizado por la consultora AZ-Group, del que participaron 26 personas. El itinerario incluyó visitas a Pekín —la capital nacional—, a Harbin, en el noreste del país, y a Shanghái, otro de los grandes polos urbanos del gigante oriental.
El objetivo del viaje fue conocer en profundidad cómo el principal demandante mundial de alimentos combina planificación estatal, tecnología, innovación y visión de largo plazo para sostener su crecimiento.
En Pekín, los viajeros mantuvieron reuniones con funcionarios del organismo equivalente a la Secretaría de Agricultura de la Argentina, quienes explicaron que los agricultores cuentan con un seguro de precios —excepto para soja y maíz— que les garantiza determinada rentabilidad e impulsa el aumento de rindes.
La intención de las autoridades es seguir mejorando los rendimientos para continuar con el crecimiento de la producción y reducir progresivamente la dependencia de las importaciones. Para el mediano plazo, el objetivo es alcanzar niveles que permitan la exportación.
En este proceso de incremento de la productividad, se incorporaron los organismos genéticamente modificados y se supera una barrera existente en el pasado. “Actualmente, la mayoría de los cultivos son genéticamente modificados, una tecnología que permite aumentar la productividad respecto de los materiales convencionales”, explica Matías Amorosi, uno de los participantes del viaje.
Durante la reunión se explicó a los visitantes que las actividades con alta demanda de superficie, como la producción bovina pastoril, no tienen proyección en China, motivo por el cual se orientan hacia la producción de carne porcina y aviar.
En China, la tierra es propiedad del Estado, mientras que los productores poseen únicamente el derecho de uso, que se renueva cada 30 años. “En 2029 se llevará a cabo una renovación y se prevé una mayor concentración de tierras en menos manos, con el fin de incrementar los rendimientos mediante organizaciones cooperativas o emprendimientos de mayor escala que optimicen la producción”, agrega.
Las empresas agropecuarias son, en su mayoría, familiares. Existen desde pequeños establecimientos, de cuatro o cinco hectáreas donde se siembra toda la superficie hasta el borde de las viviendas, hasta otros de mayor superficie que alcanzan las 400 o 500 hectáreas, con una estructura de índole más empresarial. Los cultivos más sembrados son maíz y arroz.
Más allá de las visitas agroindustriales, en Pekín los viajeros conocieron una empresa de logística dedicada al comercio a domicilio, fuertemente apoyada en la robótica, en la inteligencia artificial y en la automatización total. “Hasta hace algunos años, la distribución mediante camiones tripulados de reparto demandaba largos tiempos para la entrega. Actualmente, los camiones autónomos que circulan por zonas definidas permiten entregar los pedidos en un plazo de tres horas y con un costo significativamente menor; los envíos hacia el interior del país se realizan mediante drones”, explica Diego Curat, otro de los viajeros.
También visitaron Hope Full Group, una planta dedicada a la importación y procesamiento de porotos de soja. Ubicada en el centro de la ciudad, cuenta con una capacidad de procesamiento de cinco millones toneladas por año.
Maíz de 22 toneladas por hectárea
Otro destino en el recorrido del viaje fue Harbin, al noreste del territorio chino, cerca de la frontera con Rusia. Es el corazón agrícola de China y allí visitaron la Academia de Ciencias Agrícolas, donde observaron ensayos que alcanzan rendimientos de 7000 kilos de soja por hectárea y 22.000 kilos de maíz.
En Shanghái, capital financiera del país, visitaron el puerto de aguas profundas de Yangshan, ubicado 32 kilómetros mar adentro, lo que asegura suficiente calado. Se accede a él por un largo puente. Es la terminal de descarga de contenedores más grande del mundo y está operada mediante inteligencia artificial, que permite la automatización completa de los procesos y descarga un contenedor por segundo. “Anteriormente, la descarga de un buque con 3000 contenedores requería un día y medio; hoy, gracias a la automatización mediante inteligencia artificial, el proceso se completa en solo cuatro horas”, diferencia Nicolás Udaquiola, otro participante del viaje.
También conocieron Alibaba, un market place similar a Mercado Libre en Argentina, aunque de escala infinitamente mayor. Comenzó con un local de despacho de mercaderías y hoy cuenta con 200.000 empleados distribuidos en 18 edificios, que atienden 500 millones de clientes. Además, compite con el sistema bancario ofreciendo alternativas financieras para el comercio. Durante esa visita, se consultó sobre el potencial impacto de la inteligencia artificial sobre el empleo futuro. La respuesta fue que “podría reducirse la demanda laboral, aunque principalmente en las tareas repetitivas. No obstante, en todo China existe una preocupación por evitar la pérdida masiva de empleos, a fin de no generar problemas sociales.
“Impresiona la tecnología, y sobre todo cómo logran automatizar procesos sobre la base de inteligencia artificial. El nivel de infraestructura es altísimo, casi sobredimensionado en edificios, autovías y puertos”, resalta Curat.
El gobierno de China estableció como meta convertirse en un país desarrollado en el año 2049. En consecuencia, cada empresa local debe alinearse con ese objetivo y contribuir al bienestar social generando valor económico pero cuidando el ambiente.
En el camino hacia dicha meta, mientras tanto, en las ciudades del país se percibe un notable orden y organización. “Las calles se mantienen limpias y vigiladas mediante cámaras de seguridad; los automóviles, totalmente eléctricos, no generan ruido y la seguridad pública permite una vida tranquila para la población”, destaca Udaquiola.
Asimismo, existe una marcada preocupación por la calidad de los productos. “El país busca dejar atrás la producción masiva y de bajo costo para orientarse hacia bienes de alta calidad, con el propósito de conquistar nuevos mercados”, distingue Amorosi.
En todo el territorio nacional hay autopistas y aeropuertos nuevos, construidos con altos estándares de calidad, así como construcciones modernas en todas las ciudades, con edificios que superan los 100 pisos.
El producto bruto per cápita de la clase media alcanza los 1200 dólares mensuales y no pagan impuestos quienes tienen un ingreso mensual menor de 5000 dólares. En el mercado automotor se ofrecen vehículos de 30.000 dólares, financiados en un plazo de cinco años.
Curat dice que “fue un viaje estratégico, que los empresarios argentinos no pueden dejar de hacer para entender la globalización y las amenazas y oportunidades que se generan ante el crecimiento que muestra el gigante asiático; en todo el país se evidencia un fuerte ímpetu por el progreso, impulsado a gran velocidad, que explica el arrollador avance de China observado en los últimos años”.
Por su parte, Amorosi resalta que “es importante recorrer China para dimensionar el potencial que aún tiene de crecimiento, que apunta primero el autoabastecimiento y luego convertirse un país exportador”.
“China va por todo y está haciendo una profunda transformación de su matriz de producción desarrollando productos con más valor agregado y calidad, para conquistar los mercados internacionales y para llegar a ser, a mediano plazo, el número uno en el mundo”, concluye.