Las acciones subieron en su mayoría y el dólar retrocedió el miércoles ante las esperanzas de nuevas bajadas de las tasas de interés en Estados Unidos y unos sólidos resultados empresariales.
El oro subió a un nuevo máximo por encima de los 4.200 dólares la onza, impulsado también por un nuevo recrudecimiento de las tensiones entre China y Estados Unidos.
El dólar se vio lastrado por las advertencias del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, sobre los riesgos para el mercado laboral estadounidense, lo que reforzó las expectativas de que el banco central recortará las tasas en su reunión de octubre.
“El retroceso del dólar refleja tanto la mejora del sentimiento de riesgo a nivel mundial como los comentarios moderados del presidente de la Fed, Powell, quien señaló que el aumento de los riesgos en el mercado laboral justifica otra bajada de tipos”, afirmó Fawad Razaqzada, analista de City Index y FOREX.com.
Una serie de informes de empleo débiles llevó a la Fed a recortar los costos de los préstamos el mes pasado por primera vez en 2025. La perspectiva de recortes de tipos ha contribuido a impulsar las acciones de Wall Street a máximos históricos.
“La Fed y una serie de informes de resultados mejores de lo esperado están impulsando la confianza”, afirmó Kathleen Brooks, directora de investigación del grupo comercial XTB.
París subió más de un 2 % después de que el mayor grupo de lujo del mundo, LVMH, superara las expectativas de beneficios, lo que provocó un repunte en todo el sector.
Las acciones de LVMH se dispararon más de un 12 %, mientras que las de Hermès subieron un 7,2 % y las de Kering, propietaria de Gucci, un 5,4 %.
Las acciones de Burberry subieron más de un 3 % en Londres.
“La demanda de artículos de lujo ha sufrido últimamente una especie de caída en picado, pero LVMH ha dado señales de que las presiones están disminuyendo”, afirmó Steve Clayton, director de fondos de renta variable de Hargreaves Lansdown.
Los inversionistas también esperaban el fin de la agitación política en Francia después de que el primer ministro Sebastien Lecornu respaldara la suspensión de una impopular reforma de las pensiones para 2023 con el fin de reforzar la supervivencia de su gabinete.
Frankfurt y Londres cerraron la jornada en rojo.
El ánimo en el sector tecnológico se vio impulsado por el gigante tecnológico holandés ASML, que informó de unas sólidas ventas y pedidos de sus máquinas semiconductoras.
Sus acciones subieron un 3,4 % en Ámsterdam, a pesar de que advirtió de una fuerte caída de su negocio en China el próximo año.
Los mercados asiáticos se recuperaron, con Seúl subiendo un 2,7 %, mientras que Hong Kong, Shanghái y Tokio cerraron con un alza superior al 1 %.
Las ganancias se produjeron a pesar de que los datos mostraban que los precios al consumo chinos cayeron en septiembre, una señal de que la segunda economía más grande del mundo sigue enfrentándose a una débil actividad de consumo.
Los inversionistas también siguieron de cerca las últimas salvas comerciales entre Washington y Beijing, después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, amenazara la semana pasada con aplicar aranceles del 100 % en represalia por los nuevos controles de exportación de tierras raras impuestos por China.
China pareció avivar la disputa el martes al imponer sanciones a cinco filiales estadounidenses del constructor naval surcoreano Hanwha Ocean, acusándolas de apoyar la investigación de Washington sobre la industria naviera.
Trump amenazó posteriormente con detener las compras de aceite de cocina chino en represalia por la suspensión de las importaciones de soja estadounidense por parte de Beijing.
“El repunte del apetito por el riesgo ha continuado hoy en todos los ámbitos, sin tener en cuenta las nuevas disputas entre Estados Unidos y China, esta vez sobre el aceite de cocina”, afirmó Chris Beauchamp, analista jefe de mercados de la plataforma de negociación IG.
El secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, aumentó las tensiones el miércoles al criticar las restricciones a la exportación de tierras raras impuestas por Beijing como “China contra el mundo” y prometer que Washington y sus aliados “no se dejarán mandar ni controlar”.