El Gobierno prepara una última jugada para salvar a Francos: cómo incide la interna
El Gobierno prepara una última jugada para salvar a Francos: cómo incide la interna

La última sesión en la Cámara de Diputados dejó estragos en la interna gubernamental pero en la Casa Rosada ya analizan cómo pueden volver a buscar esos votos que resurgieron cuando pensaban que todo estaba perdido. La próxima batalla tiene como protagónico al jefe de Gabinete, Guillermo Francos, ya que la oposición avanzará en iniciar una moción de censura.

El dictamen de la interpelación se buscará este martes en un plenario de las comisiones de Asuntos Constitucionales y Peticiones, Poderes y Reglamento a las 13, según el emplazamiento que votaron la semana pasada. Esa será el primer intento de negociar, puesto que el Gobierno buscará que los opositores más “blandos” firmen un dictamen que contemple una interpelación, pero no a fines de iniciar el procedimiento de moción de censura.

El próximo paso será ir a una sesión para votarlo y, de ser aprobada, luego el ministro coordinador deberá acudir al Congreso. Desde el Gobierno respiran con que, por una cuestión de tiempos, al menos todo sucederá después de las elecciones del 26 de octubre. La votación de la moción de censura propiamente dicha, que tiene como objeto final la destitución de Francos, deberá ponerse a consideración después de su concurrencia a la Cámara. Según especialistas, puede ser en la misma sesión o en otra, pero después de la interpelación.

La Casa Rosada ya tiene decidido cómo reaccionar ante ese escenario. La Constitución Nacional, en su artículo 101, establece que el jefe de Gabinete “puede ser removido por el voto de la mayoría absoluta de los miembros de cada una de las Cámaras”, pero en el Gobierno discuten que el Ejecutivo no está obligado a removerlo a menos que sea a través de juicio político. En ese sentido alegaban, meses atrás, que de la misma manera nada impide que el presidente Javier Milei podría volver a nombrarlo al día siguiente.

Ningún constitucionalista consultado por este medio coincide con esta postura. “No tiene ningún sentido un sistema de remoción pergeñado en la Constitución si el Congreso toma una decisión y finalmente no se ejecuta. Si el Congreso le retira la confianza al jefe de Gabinete, debe dejar el cargo y el Presidente no puede volver a nombrarlo”, plantearon.

Pero, en definitiva, el Gobierno buscará evitar que llegue ese punto porque, independientemente de su interpretación práctica, el mensaje político que implicaría sería de un golpe bajo. Para ello, tienen como antesala que la oposición no pudo llegar a la mayoría absoluta del total de los miembros para la ley que reglamenta los DNU y el Gobierno consiguió voltear un artículo clave para dilatar su sanción.

La recuperación de los aliados

Para ello, en el Gobierno los funcionarios puente entre el Congreso y Casa Rosada ya este lunes comenzaron a diagramar a quiénes pueden convencer para evitar nuevamente que la oposición consiga la mayoría absoluta del total de los miembros, es decir, los 129, así como lo consiguieron para evitar que prospere el artículo 3 de la ley de DNU.

En aquella votación, consiguieron bajar a 13 diputados con ayuda de los gobernadores y los diputados aliados que orquestaron negociaciones de último minuto. Entre ellos, algunos exlibertarios de Coherencia y MID, que se separaron del bloque por diferencias con el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, y terminaron cambiando su voto de afirmativo a negativo.

También ayudaron mandatarios provinciales antes distanciados, como Ignacio Torres (Chubut), Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Hugo Passalacqua (Misiones), Claudio Vidal (Santa Cruz), Gustavo Valdés (Corrientes), Carlos Sadir (Jujuy), Alberto Weretilneck (Río Negro), Osvaldo Jaldo (Tucumán) y Marcelo Orrego (San Juan). También colaboró el bloque de Elisa Carrió, la Coalición Cívica: los cinco pasaron de votar a favor en la votación en general a abstenerse en la particular, y algunos díscolos del PRO que se dieron vuelta.

En la Casa Rosada apuntan especialmente al radicalismo, tanto de la UCR oficial como Democracia Para Siempre, quienes no se mostraron dispuestos a desplazar a Francos y su dictamen solo promueve la interpelación. Por caso, Karina Banfi (UCR) fue una de las que dio vuelta su voto de afirmativo a abstención en aquella sesión y Rodrigo De Loredo colaboró en el pasilleo parlamentario para que el Gobierno consiga ese objetivo.

Coletazos de la interna

La pelea interna dentro de la cúpula por quién se puede abanderar de esta victoria a medias fue el tema del fin de semana. Por un lado, en el Gobierno aseguran que el propio Francos trabajó en conjunto con su mano derecha, el ministro del Interior, Lisandro Catalán, telefoneando a los gobernadores a último momento, como Torres y Pullaro.

Desde el oficialismo aseguran que Martín Menem también tuvo un rol primordial en la negociación, especialmente con la Coalición Cívica, pero también con los ex integrantes del bloque libertario: “Ellos fueron la clave”, aseguraron desde LLA. Del otro lado, parece ser un secreto a voces dentro del Congreso que el rol silencioso del jefe de bloque del PRO, Cristian Ritondo, además armador de la alianza con La Libertad Avanza e integrante de la mesa de campaña.

Según aseguran desde el Gobierno, Ritondo tuvo el aval explícito del asesor presidencial, Santiago Caputo, para llevar adelante el conteo con los diputados. “Hizo un laburazo a contratiempo. Habló con nosotros en todo momento”, aseguró una fuente de la Casa Rosada. Al amarillo le atribuyen específicamente el regreso del tándem Carlos D’Alessandro y Gerardo González, de Coherencia, y el de Oscar Zago y Eduardo Falcone, del MID. 

Oscar Zago y Cristian Ritondo en la Casa Rosada

El propio Santiago Caputo también llamó a los mandatarios provinciales, con autorización del Presidente para involucrarse: Sáenz, Orrego, Passalacqua y también Torres y Pullaro. “Fue un trabajo en equipo. Todos colaboraron, Caputo, Francos y Catalán con los gobernadores, Ritondo con los exlibertarios y Menem con la Coalición Cívica”, resumieron desde un despacho, en un intento de apaciguar el fuego de la interna.

La rivalidad se lleva al escenario post electoral, en donde se espera que Milei defina cambios en el diseño político del Gobierno. “Hay algunos que firmamos resoluciones, decretos, proyectos de ley, y hay otros que asesoran y no tienen esa responsabilidad”, cuestionó Francos en una entrevista el jueves pasado, haciendo alusión al rol en las sombras del asesor presidencial, quien, por caso, fue quien orquestó la decisión de suspender explícitamente la Ley de Emergencia en Discapacidad en el decreto reglamentario que desencadenó en los pedidos de moción de censura contra Francos.

En la Casa Rosada descartan que haya tensión entre el jefe de Gabinete y Caputo, que en realidad es con los Menem el cruce con el asesor. Tanto Martín como Eduardo “Lule”, ambos alfiles de Karina Milei, la secretaria general de la Presidencia y hermana del jefe de Estado. Ella por lo bajo también le critica a Santiago Caputo que no integre formalmente un cargo: según fuentes de LLA, lo habría apurado con que tome el lugar de jefe de Gabinete si quería tener más poder de decisión.

Además Ritondo suena como un posible candidato de Caputo para que sea presidente de la Cámara de Diputados, aunque desde la cúpula reconocen que difícilmente Karina Milei ceda a correr a Martín Menem. “No la veo muy predispuesta”, había dicho una fuente del entorno del asesor. De todos modos, en Diputados la incertidumbre sobre cómo van a salir los votos para Menem de la sesión preparatoria de diciembre es palpable. Todo puede cambiar a partir del 26 de octubre: el objetivo que los une es llegar.