Una batería del ejército napoleónico huye asediada por los españoles a través de las calles de Zaragoza. En su refugio accidental, el teniente descubre un antiguo manuscrito y junto con el jefe de la patrulla española que los cerca darán lectura a este clásico. Ese clásico, revistado en la pantalla, es el mismo que enmarca a una de las películas más importantes de la historia del cine polaco, resultante de la adaptación de uno de los más trascendentales libros del gótico europeo. El manuscrito encontrado en Zaragoza es la reunión cinematográfica entre Wojciech Has y el novelista Jan Potocki, que entre 1804 y 1805 había publicado la primera parte de este relato construido con historias dentro de historias (mise en abyme), añadiendo una segunda parte aparecida en 1813 que culmina estas tramas poco antes del suicidio de su autor. Llevada hace sesenta años a la pantalla grande por Has, fue calificada como una obra de culto desde entonces.
Este clásico, junto con El sanatorio de la clepsidra y muchos títulos desconocidos por el público argentino son parte de los 14 que en la Sala Leopoldo Lugones permiten reencontrar o descubrir a uno de los eminentes directores polacos de todos los tiempos. El ciclo organizado por el Complejo Teatral de Buenos Aires, con la Embajada de la República de Polonia en Argentina, la Fundación AVA Arts y Fundación Cinemateca Argentina, conmemora el centenario del nacimiento de Has, director de El manuscrito encontrado en Zaragoza.
Muerto a los 75 años el 3 de octubre de 2000 en Lodz, donde además fue rector de su célebre Escuela de Cine, Has fue uno de los realizadores referenciales de la refundación del cine polaco. Aquel a quien el patriarca de esa cinematografía, Andrzej Wajda, despidió con estas palabras: “Con su muerte se va el arte polaco”. Has no tuvo la trayectoria internacional del director de Cenizas y diamantes pero sí importantes entusiastas. “El sanatorio de la clepsidra y, posteriormente, El manuscrito encontrado en Zaragoza, me dejaron realmente atónito”, declaró Martin Scorsese, uno de los nombres que contribuyeron a su restauración.
Pero en rigor, uno de estos grandes clásicos nunca conoció la verdadera ciudad del título. Producida por Film Polski, la mayor parte de la filmación de El manuscrito encontrado en Zaragoza transcurrió en el castillo de Olsztyn, una construcción gótica erigida en el 1300 (y que tuvo sus propias batallas, incluyendo en Nicolás Copérnico a uno de sus más famosos defensores), además de rodajes exteriores en los alrededores de Cracovia y en los estudios de Wroclaw. En el prólogo de una labor que comenzó en 1963, Has encarga a su amigo, el poeta, novelista y autor teatral Tadeusz Kwiatkowski, la adaptación de la obra de Potocki que resulta otra epopeya: se trataba de condensar y brindar coherencia interna a todos los enormes vericuetos de la trama que se van conectando sutilmente entre sí para una historia que tenía que tener todo de la España del siglo XVIII y, en rigor, en su entorno no tenía nada. Así, Lidia Skarzynska y Jerzy Skarzynski confeccionaron desde cero los 232 trajes que se utilizaron en la historia, y el propio Skarzynski junto a Tadeusz Myszorek todos los decorados para una escena que simulaba Madrid cerca del lado glacial de Morskie Oko. La sensación de límite con lo sobrenatural que imponía la narrativa en la pantalla la brindaría además la música del gran compositor polaco Krzysztof Penderecki que se inspira en obras del barroco tardío con variaciones del flamenco y de música electrónica para su primera composición integral para el cine.
Definida la producción y sorteados los condicionamientos que buscaba imponer el Comité Central del Partido Obrero Unificado Polaco, la producción enfrentó otro drama: de la mano de Tadeusz Kwiatkowski el papel principal de la película estaría a cargo del actor Zbigniew Wójcik, uno de los rostros jóvenes más aclamados de la escena polaca y que representaba en ese momento un texto de Kwiatkowski con enorme popularidad. Pero ese 8 de julio de 1963 Wójcik no llegó a la función y nada se sabía de él. Enojado por inconductas previas, Kwiatkowski lo expulsó del grupo teatral y llamó a Has para que no considerara su labor. Lo último que se supo del actor era que había ido a buscar en taxi a su novia, la actriz Zofia Marcinkowska y, todos conjeturaban, habían tenido una enorme borrachera. El periodista y autor Jacek Stwora, el actor Marian Cebulski y el encargado del café del teatro, Tadeusz Lekan, fueron hasta el departamento de Wójcik y uno de ellos logró entrar por una ventana. Todo olía a gas. La pareja estaba muerta en la cocina. Así El manuscrito encontrado en Zaragoza perdió a su primer Alfons van Worden, el joven viajero, oficial de la guardia Valona que viaja a Madrid para ponerse al servicio del Rey de España y en su periplo encuentra diversos personajes que le cuentan sus historias entre la fantasía, la magia cabalística y la aparición de seres fantásticos. Un perfecto cuento de hadas de capa y espada con sus fantasmas y princesas poseídas, pero que en cine no encontraba su rostro como presa de un encantamiento. Así debieron pensar muchos cuando el reemplazo de Wójcik llegó de la mano de una propuesta vinculada al sindicato de extras.
Un actor polaco de ascendencia francesa aparentemente llamado Andrea Claire que, en realidad, era Andrzej Trześniewski pero cuya inexperiencia no superó algunas pruebas de cámara. La solución llegó de la mano del entonces llamado “James Dean polaco”, el enorme Zbigniew Cybulski, que gozaba de una inmensa popularidad desde su protagónico en Cenizas y Diamantes y que fue uno de los 187 actores (sin contar extras) que estuvieron en el set durante un rodaje extendido por más de un año. Además de los actores, el reparto incluyó a un buitre amaestrado proveniente de Hamburgo, una pitón de cuatro metros del zoológico de Varsovia y cuatro mulas de Cracovia.
Enmarcado por la lente del fotógrafo Mieczyslaw Jahoda, Cybulski se sumerge en un mundo de fantasía en un increíble blanco y negro especialmente elegido por Has: “Son decisiones intuitivas, aunque, indudablemente, responden a una determinada formación cultural… He preferido el blanco y negro al color, porque quería estar más cerca de los grabados que de los cuadros. Por otra parte, es un tema que se prestaba al ‘color-atracción’, cosa que me horroriza”, declaraba el director a la revista española Nuestro Cine en el año de estreno del film y en coincidencia con su presencia en el Festival de Cine de San Sebastián: “La película dura aproximadamente unas tres horas. Pero constituye un espectáculo fascinante que se ve sin cansancio”, escribía Jorge Feliú desde ese festival como corresponsal de la mítica revista argentina Tiempo de Cine, agregando que: “En esta fantasía alucinante hay siempre un trasfondo realista visto desde un ángulo crítico. A propósito de ello se ha citado a Boccaccio, y hasta Las mil y una noches. También la novela negra del siglo XVIII y las comedias de Lesage. Para mí es, sobre todo, una admirable recreación del espíritu de toda la literatura de nuestra picaresca, desde El Lazarillo y El diablo cojuelo hasta las actualizaciones de Cela, pasando por el romanticismo de Alarcón. Potocki, el escritor aventurero y portentosamente imaginativo, en el puente entre el siglo XVIII y XIX (se suicidó en 1815), y Has, creador cinematográfico de nuestros días, inteligente, sensible, poderosamente original…”, ensalzaba a una obra que el Cine Club Núcleo exhibió el domingo 10 de abril de 1966 en el cine Arte de Diagonal Norte.
El manuscrito encontrado en Zaragoza tuvo su estreno en Varsovia el 9 de febrero de 1965, era la versión original sin cortes de 182 minutos que ahora se ve en la Argentina. En Alemania y el Reino Unido se exhibió una versión de 156 minutos, en Francia una de 173 más cercana a la original. En los Estados Unidos circularon dos versiones, una de 152 minutos y otra de poco más de 120, rebautizada como Adventures of the Nobleman. El investigador Ben Davis anota que los derechos estadounidenses del film eran propiedad de un carnicero de Chicago que tenía unas pocas copias, pero fueron la base del conocimiento de El manuscrito encontrado en Zaragoza en la mayor parte del mundo.
Deslumbrado con el trabajo de Has, el líder de Grateful Dead, Jerry García, intentó restaurar la película pero su repentina muerte truncó la iniciativa, dejando huérfana al film hasta que Martin Scorsese tomó la posta. Junto a Francis Ford Coppola consiguieron restaurar la versión original que volvió a verse en 1997 gracias a los rollos que aún estaban en poder de Has y de la mano de José Martínez Suárez pudo verse en el Festival de Cine de Mar del Plata de 2008. El director de Taxi Driver y el realizador de El Padrino no olvidaron el esfuerzo del fallecido rocker y a él dedicaron su trabajo: “Martin Scorsese and Francis Ford Coppola present The Saragossa Manuscrit A Film by Wojciech Has In Dedication to Jerry Garcia”. Como los intricados periplos de la narración que celebra, a través de los recodos de la historia, una de las grandes obras de todos los tiempos finalmente había vuelto.
El manuscrito encontrado en Zaragoza puede verse el domingo 19 a las 20, en la Sala Lugones del Teatro San Martín, Av. Corrientes 1530 – CABA.