Fernando Gago ya se expresó. Primero el martes, tras el golpazo con Alianza Lima, por la Copa Libertadores, y luego el miércoles, en su careo con el Consejo de Fútbol en el predio de Ezeiza. En la interna, Juan Román Riquelme había dado su opinión. Para el presidente, el crédito del técnico se había consumido. En la previa, la gente también le bajó el martillo y le hicieron saber a los jugadores que “con la hinchada no se jode”. Pero faltaba el turno de los jugadores. De saber cómo reaccionarían a los insultos y la silbatina de los hinchas. De ver cuán comprometidos estaban con la causa, con la gente. Y, sobre todo, con el DT.
Y si bien el gol tempranero de Milton Giménez aplacó rápidamente los ánimos en la Bombonera, el Xeneize fue muy superior al puntero Rosario Central y mereció una diferencia mayor pese a contar otra vez con un errático Edinson Cavani, que falló muchas situaciones.
Sin descollar, pero marcando una clara superioridad en el juego, aun con sus lagunas en la segunda mitad, Boca se impuso de principio a fin a su adversario y se subió transitoriamente a la punta de la Zona A y cerrará la fecha en lo más alto si no ganan Estudiantes, Tigre o Argentinos Juniors.
Boca no brilló en lo colectivo, pero destacó de gran manera en lo individual. Giménez, incansable, jugó para ganarse un lugar. El joven Delgado, ovacionado, manejó los hilos en el mitad de la cancha y aportó fluidez en la salida del equipo. Ander Herrera rindió mejor como segunda guitarra y, aun disminuido físicamente, mostró destellos del jugador que supo ser. Firmes Rojo y Di Lollo, aplicado Zenón, solo Cavani y Palacios volvieron a quedar en deuda. El uruguayo tuvo tres situaciones claritas y no pudo sacarse la mufa. Jugó con el manual del 9 debajo el brazo, pero falló en el toque final y se fue otra vez contrariado y peleado con el arco rival. El chileno, que pidió jugar pese a arrastrar molestias en sus dos gemelos –secuelas de la batalla del martes pasado contra Alianza Lima–, fue una sombra del de las primeras fechas y salió tocado al inicio de la segunda etapa.
Lo mejor del partido
¿Rosario Central? Poquito y nada del puntero de la zona B. Para el Canalla, jugar en la Bombonera es prácticamente una pesadilla. Ganó uno de sus últimos 27 partidos en la cancha de Boca (2-1 en 2010, el día que se fue expulsado Riquelme) y anoche fue, por tramos, poco menos que un partenaire. Algunos remates de media distancia y una gran tapada de Marchesin ante el paraguayo Ferreira, casi sobre el final del partido. El arquero de Boca también levantó su imagen luego de su insólita decisión de dejar la cancha a segundos de los penales contra Alianza. El público lo respaldó y el exLanús respondió con otra tapada clave que, como hace dos semanas en la cancha de Banfield, terminó valiendo tres puntos de oro.
Gago, reprobado en la previa y cuando se dirigía hacia el túnel, también superó el examen y logró resistir –al menos– una fecha más en el cargo a pesar de que tanto el presidente como el Consejo parecen haberle soltado la mano. La propia dirigencia filtró la información de que esperaba un “gesto” del entrenador que pusiera fin a su tormentoso ciclo de 23 partidos. Sin embargo, el DT mostró firmeza para continuar en el cargo y ganó la primera de las tres finales que en Boca le habían puesto como plazo antes del receso por la fecha FIFA. Salió indemne. Y eso no es poco teniendo en cuenta los rumores que circularon por estas horas. Hubiese sido la primera vez en la historia en la que Boca despida a un entrenador con el equipo puntero y después de un triunfo como local.
La banca de los jugadores para Gago no se tradujo en gestos para la tribuna (solo Blondel se acercó al banco para celebrar el gol con el DT) sino en pasajes de buen fútbol y la sensación de que Boca, si afina la puntería, y ya sin doble competencia, puede pelear el torneo hasta el final.
En el cierre, Gago cambió insultos por murmullos y un tibio aplauso de parte de la platea baja. Boca mereció ganar y lo hizo ante un Central que fue mucho menos de lo que indica la tabla. Habrá que ver ahora hasta cuando se mantiene esta sinergia. Si la continuidad de Gago se definirá “partido a partido” o si esta buena victoria ante Canalla termina convenciendo a la dirigencia de mantenerlo un tiempo más.
Gago no renunció a su cargo y tampoco renunció a su idea. Plantó un equipo ofensivo, hizo cambios para liquidarlo y Marchesin puso el pecho –y las piernas– por el DT en la última jugada del partido.
Fue una noche atípica, donde la gente volvió a expresarse y el equipo entendió que tenía que dar un plus. Lo dio. Y Boca recuperó parte de la sonrisa en su hora más difícil.