A diez años de su última visita, The Chemical Brothers se prepara para volver al país. Será el sexto encuentro del dúo británico con el público argentino: el 22 de febrero, Tom Rowlands y Ed Simons se presentarán en el Autódromo de Buenos Aires. Pero no será un show más: harán una presentación en formato DJ set. Además, un día antes actuarán en La Estación (Comuna San Roque, Córdoba), en lo que será su primera presentación argentina fuera de Buenos Aires. En ambas jornadas completará la grilla la DJ neoyorquina Chloé Caillet y, en el caso porteño, se unirá la banda platense Peces Raros en formato Live Set.

Desde su último paso por el país, el dúo presentó No Geography (2019), el disco con el que desempolvaron las máquinas que usaron para su álbum debut y buscaron recuperar el ADN del sonido con el que los conoció el mundo, esa hibridación de techno, house y hip hop: el big beat del que se convirtieron en referentes. En ese mismo álbum, al tiempo que se autoimpusieron una condición técnica de forma lúdica, experimentaron con las posibilidades de la IA en el videoclip de “Free yourself”, que les permitió dar vida a un ejército de robots ravers que buscan la liberación humana a través del baile.

Luego, en 2023, lanzaron For that beautiful feeling, un intento por encapsular algo del sentimiento que juntó a Rowlands y Simons a la salida del confinamiento por Covid: la posibilidad de imaginar que el final de aquel momento (aislamiento, encierro, enfermedad, paranoia) traería tranquilidad y vendría con algo mejor, una idea que dos años más tarde Ed Simons revisa con algunas dosis de autocrítica.

En una charla telefónica con LA NACIÓN desde Londres, Simons habla de sus últimas producciones y de cómo serán sus shows en la Argentina, reflexiona sobre la incidencia de la tecnología en la forma de escuchar y hacer música y repasa las transformaciones en la cultura clubber, que llevó a la música electrónica desde los márgenes al mainstream.

The Chemical Brothers se presentan mañana en el Autódromo de Buenos Aires:

-¿Qué tipo de set preparan para su visita a Buenos Aires?

-Cuando nos presentamos en formato DJ, solemos tocar mucha música de Chemical Brothers, tanto de los primeros discos como de los últimos. Pero hay mucho más que eso, cosas que Tom y yo venimos atesorando, que guardamos para escuchar en privado y que nos gusta también compartir con el público. Pasamos algunos temas que son clásicos y nos divierte jugar a encontrar la manera de que eso pueda mezclarse y encajar con nuestra música. Nos gusta hacer una gran celebración, realmente. Es una fiesta intensa, con ritmos duros. No queremos simplemente que la gente baile, lo que buscamos es retorcerles un poco la mente. Así que en las últimas semanas estuvimos trabajando para hacer eso, que es una suerte de truco de magia.

-Desde que empezaste como DJ hasta hoy, la forma de encontrar música y de distribuirla cambió bastante, ¿cuáles son tus fuentes para encontrar nueva música y hacer ese filtro hoy frente a la abundancia de novedades?

-Es una combinación de lo nuevo y lo viejo. Todos los días se publica muchísima música en Bandcamp y Spotify y me parece genial que acceder a ella sea una posibilidad, hubo un proceso de democratización que es muy interesante. Personalmente, intento seguir dedicando un par de horas a esa búsqueda en plataformas, pero también escucho la radio y visito tiendas de discos. Fui padre hace relativamente poco y mis tiempos son otros, pero sigo haciéndolo. Creo que es genial que haya tanta accesibilidad y que puedas escuchar música y leer sobre ella casi tanto como quieras, pero me parece que con ese cambio vino también una alteración en la forma de involucrarse con la música. Va a sonar como la declaración de un tipo muy viejo, pero el hecho de que tuvieras que tomarte un tren para ir a buscar un disco y el esfuerzo que implicaba conseguir cada una de esas cosas también hacía que escucharas todo una y otra vez y leyeras cada texto que tuviera que ver con el álbum. No digo que eso fuera mejor o peor, pero, personalmente, me alegra haber tenido esa experiencia porque hay discos de los que conozco absolutamente todas las notas y recuerdo dónde estaba la primera vez que los escuché y con quién. Es música con la que realmente siento que me involucré.

-¿Hay sonidos, géneros o artistas que te hayan entusiasmado particularmente en el último tiempo?

-Escucho música todo el tiempo y me costaría señalar algo en particular, pero acabo de escuchar el soundtrack que Tom hizo para la nueva serie de Mussolini [Mussolini: Son of the Century] y lo estuve disfrutando mucho.

-Desde el surgimiento de la cultura clubber hasta hoy la música electrónica fue de los márgenes hasta el centro del mainstream, ¿creés que hay todavía algo contracultural en ese movimiento?

-Estoy seguro de que se puede encontrar. La gente todavía arma fiestas, tiene unos lugares ínfimos que integran y sostienen la cultura underground en miles de ciudades alrededor del mundo. Por supuesto que hay mucha música dance o espacios bastante corporativos: fiestas y DJs que tienen los mejores equipos, pero cuya música suena como si le hubieran quitado la vida. Con Tom hemos tocado en lugares muy chiquitos, sótanos donde la entrada era casi gratuita y también en grandes festivales europeos y a veces no se siente tan distinto. Se trata del espíritu de la música y de la gente disfrutándola. Se trata de las circunstancias. Tal vez ahora, con lo que está pasando en el mundo, que las personas se reúnan y se sumerjan en la música tiene un elemento distintivo.

-Su último disco capta algo del ánimo de la salida del confinamiento, un momento que dejó una marca profunda en los shows en vivo y en cualquier actividad que tenga a la reunión presencial de personas como condición. ¿Qué pensás que dejó esa experiencia?

-Seguimos atravesando una larga resaca del Covid. Se ve en cómo las personas usamos nuestro tiempo libre, en nuestra relación con el espacio público compartido y en cómo nos comportamos en él. También creo que hay toda una generación de jóvenes que se perdió momentos importantes. Por nuestra parte, todo lo que teníamos para hacer era producir música. Nos enviábamos cosas que íbamos grabando. Hay algo de la oscuridad que se siente en ese disco que definitivamente está asociada a esa época. Pero también tiene una suerte de esperanza vana, porque las cosas no salieron exactamente como esperábamos. Creíamos que cuando todos volvieran a reunirse, habría una sensación de celebración, alivio y amor. Y no fue así.

-Fue bastante generalizado ese optimismo respecto a la “nueva normalidad”, quizás era más que nada un deseo.

-Sí, no sé cómo fue en la Argentina, pero en el Reino Unido la gente salió del Covid con un gran enojo hacia los demás. Por eso creo que tal vez no captamos bien el sentimiento del momento. A veces es difícil hacer eso en tiempo real.

-¿Cómo se hizo ese disco?

-El proceso de producción fue como todos los demás, con un largo período de escritura. Obviamente, la grabación de la música se retrasó un poco por lo que estaba ocurriendo. Todos los días los planes cambiaban, los shows se cancelaban o parte de nuestro equipo que tiene familia en el extranjero decidía regresar a su casa para estar con ellos. Fue un acontecimiento que no se trataba de nosotros, por supuesto, pero nos pasamos un buen tiempo ensayando y preparando cosas que no iban a suceder. Y preguntándonos si alguna vez volverían a suceder.

-El contexto fue tan extraño que la percepción de todo lo que se hizo durante ese año cambió muy rápido. ¿Hay otros discos con los que te haya pasado algo parecido? ¿Sentís por alguno de ellos algo diferente de lo que te pasa con los demás?

-Creo que destacaría Surrender, que es mi disco favorito para escuchar. No es difícil de digerir, es bastante pop, pero emocionante y psicodélico. En su momento, decíamos en entrevistas que ese disco fue como entrar en un mundo de colores. Toda nuestra música tiene un filo abrasivo, y Surrender sigue teniéndolo, pero con una cualidad más universal. Fue un buen momento en nuestras vidas. Con el primer disco, no teníamos idea de cómo sería recibido nuestro trabajo. El segundo estuvo bien también, terminamos de construir esa confianza. Pero con Surrender nos sentíamos realmente conformes con nuestro sonido. Ya teníamos un público, sabíamos lo que hacíamos y trabajamos con gente genial como Bernard Sumner [cantante y compositor británico, fundador de Joy Division y New Order].

-En los últimos treinta años, en el período desde que ustedes comenzaron a hacer música, hubo cambios significativos en las formas de producir música. ¿Qué posición tenés frente a las herramientas que automatizan procesos como la IA? ¿Sos entusiasta, pesimista o indiferente?

No creo que nada sea un desastre, pienso que puede dar a las personas la oportunidad de ser creativas: con la misma computadora con la que hacés trámites, hoy podés crear un gran track. Lo que me apena es que se siga haciendo música que podría ser imitada por una IA y que algunas personas sigan empeñadas en reemplazar la creatividad humana con un software. La música es una cuestión del alma y siempre me pareció que la mejor música electrónica es aquella donde se puede percibir una humanidad detrás.