El escándalo LIBRA produjo un cimbronazo no sólo en la Casa Rosada, sino también en los cimientos del ecosistema cripto. El impacto fue internacional, de tal magnitud que provocó una caída libre en la cotización de Solana, la sexta criptomoneda a nivel global, en cuya blockchain los creadores lanzaron el token promocionado por el presidente Javier Milei.

Solana perdió desde el viernes por la noche un 25% de su valor de mercado, hundiéndose a su nivel más bajo desde principios de noviembre.

La criptomoneda cotizaba a u$s 205 y cayó a u$s 161 el martes, para luego rebotar a u$s 169.

El derrumbe implicó una pérdida de capitalización de mercado de casi u$s 20.000 millones y estuvo motorizada por el descrédito ante un token que prometía ser utilizado para un fin -financiar a emprendedores argentinos- y, en realidad, era un memecoin. 

Solana ha sido la blockchain es la cuna de miles de tokens sin valor subyacente, muchos de ellos utilizado por sus creadores para extraer valor de los inversores mediante snipers, bots y el uso de información privilegiada. Se lanzaron cerca de 60.000 tokens a través de Pump.fun, una plataforma que permite emitir un token en Solana.

Las memecoins, que por lo general no están vinculadas a ningún producto o servicio, se consideran un fenómeno cultural en el mundo de las criptomonedas. Versiones como Dogecoin, que tiene la imagen de un perro, comenzaron como una broma, pero han ganado seguidores, incluido el multimillonario Elon Musk, y en la actualidad tiene un valor de mercado de u$s 36.000 millones.

Muchos compradores de estos tokens se convirtieron en víctimas de esquemas de pump-and-dump (inflar y descartar, una manipulación artificial del precio de un activo para beneficio de unos pocos en detrimento de otros inversores) y rug pulls, en los que los creadores de las monedas aumentan sus precios y luego se retiran, haciéndose de millones de dólares de inversores que compraron más tarde que ellos.