La Corte Suprema de Justicia le puso un límite a la rebelión de los jueces nacionales que cuestionan su fallo que los obliga enviar sus sentencias para revisión a la justicia porteña.
Por un lado, rechazó una medida cautelar que frenaba las apelaciones de las causas de los tribunales nacionales a la justicia porteña. Por el otro, y por unaninimidad, rechazó los pedidos de la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional y de la Defensoría General de la Nación para que se revoque el fallo Levinas, que le dio más poder a la justicia de la Ciudad de Buenos Aires como tribunal de revisión de esas causas civiles, comerciales, penales y laborales.
La Corte Suprema rechazó los planteos por “inadmisibles”. El fallo lleva la firma de Horacio Rosatti, Ricardo Lorenzetti y de Carlos Rosenkrantz, que votó en disidencia en Levinas. Rosenkrantz llego a la misma conclusión que sus colegas, pero advirtió que ello no modifica su criterio acerca de que no sucpetibles de ser recurridos en la justicia porteña los fallos de la justicia nacional.
En el fallo Levinas, la Corte ratificó que el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad es el órgano revisor en las causas que tramiten en los tribunales nacionales.