Visiblemente incómodo, Javier Milei presentó una versión autoindulgente sobre el episodio que derivó en un escándalo internacional a partir de la difusión en su cuenta de X de la criptomoneda $LIBRA, que el viernes pasado se lanzó, aumentó exponencialmente su valor a raíz del apoyo presidencial y se desmoronó en cuestión de minutos cuando un grupo de traders anónimos retiró ganancias multimillonarias.
La narrativa presidencial, en un diálogo con el periodista Jony Viale, buscó negar que él hubiera obtenido beneficios económicos por el proyecto, desligó a sus funcionarios de cualquier error -en especial a su hermana Karina- y fue muy cuidadoso en el trato con los traders detrás del negocio que terminó mal y desató denuncias en la Argentina y en Estados Unidos. En ningún momento definió el caso como una estafa, a diferencia de lo que denuncian políticos opositores y especialistas en finanzas.
La defensa dejó dudas abiertas y alguna contradicción: Milei presentó su decisión de difundir el lanzamiento de la criptomoneda $LIBRA en que creía que iba a ser bueno para fondear proyectos tecnológicos de emprendedores argentinos. Pero cuando se lo cuestionó por las pérdidas sufridas por quienes invirtieron dijo que eran todos apostadores financieros: “Es como el que juega a la ruleta rusa y le toca bala”.
Las razones del tuit
La primera gran respuesta tuvo que dar Milei es por qué decidió promover en sus redes un negocio de esas características, algo de lo que previenen a los presidentes varios artículos del Código Penal y de la Ley de Ética Pública.
Su explicación fue que los encargados del plan, a los que conoció en el Tech Forum de octubre pasado, le propusieron “armar una estructura que financie a emprendedores que por una cuestión de informalidad o que no existe en la Argentina un mercado de capitales tengan fondos” para financiar proyectos de emprendedores tecnológicos.
“Me pareció que era una herramienta interesante para que estas personas se puedan financiar”, dijo.
Su tuit salió apenas minutos después de la creación de $LIBRA, que valía casi cero y después de su mensaje creció exponencialmente, lo que le dio razón de ser al negocio. Milei dijo que emitió el posteo cuando se hizo público el lanzamiento “para que aquellos que desean acceder al financiamiento lo puedan hacer”. Aclaró insistentemente que no cobró por esa acción.
El tuit fijado
Otra incógnita que sobrevuela la polémica es por qué además de emitir el tuit lo fijó, una conducta inhabitual en él (un método que se usa para amplificar la difusión de un mensaje).
“Yo publico el tuit y empiezan a aparecer personajes en las redes diciendo que me habían hackeado la cuenta, lo cual es falso. Fijé el tuit para mostrar que efectivamente fui yo. Pero empiezo a ver que se empiezan a generar comentarios negativos y ante la duda lo que hice fue sacar el tuit. Ante la duda me corro”, explicó.
Como borró el tuit no quedan registros exactos de a qué hora lo fijó al tope de su cuenta y si efectivamente eso ocurrió después de que se instalara la duda sobre un hackeo. El retiro del mensaje ocurrió cinco horas y media después de la emisión, mucho después de que el valor de $LIBRA se hubiera desplomado y que el tema se convirtiera en tendencia mundial.
Los damnificados
En todo momento Milei quiso minimizar la cantidad de afectados. Negó que fueran 44.000 personas, a diferencia de lo que marcan los registros de la aplicación en que se negociaron los tokens.
“Es falso el número porque había muchísimos bots. En el mejor de los casos son nada más que 5000 personas y la chance de que haya argentinos es muy remota. Son personas hiperespecializadas en este tipo de instrumentos”, dijo.
Fue entonces cuando apeló a la metáfora de la ruleta rusa. “¿Perdió el Estado? Nada. ¿Perdieron los argentinos? No creo que sean más de cinco. La gran mayoría son estadounidenses o chinos”, enfatizó. Y después añadió que son expertos en finanzas de riesgo, no ciudadanos comunes: “Si vos vas al casino, qué respuesta tengo que dar. Si fuiste al casino. “Es como el que juega a la ruleta rusa y le toca bala”.
Dijo que él obró “de buena fe” por su “tecnooptimismo fanático”; en cambio, consideró que los perdedores sabían a lo que se arriesgaban.
Cómo conoció a los traders
Milei no acusó a los responsables del negocio que terminó en escándalo. Contó, como ya había publicado LA NACION entre otros medios, que su hombre de confianza con el mundo cripto es Mauricio Novelli, para quien él trabajó en cursos sobre finanzas.
Lo describió como “un tipo hipercreativo” al que conoce desde hace muchos años.
Dijo que Novelli le presentó a Hayden Davis, el encargado del lanzamiento de $LIBRA. Ante una pregunta concreta se negó a acusarlo de estafador: “Eso lo dirá la Justicia”. En varias ocasiones citó las entrevistas que dio estos días Davis: “Él dice que yo no sé nada de criptomonedas”, en una admisión vinculada a sus saberes económicos muy inusual en él.
“Davis me propuso armar una estructura que financie a emprendedores que por una cuestión de informalidad o que no existe el mercado de capitales tengan fondos para ese tipo de proyectos, que van a impulsar desarrollo económico. Me pareció que era una herramienta interesante para que estas personas se puedan financiar”, relató.
También mencionó al CEO de Kip Protocol, Julian Peh. A su juicio es “muy interesante” y contó que tiene una visión, a su juicio muy original, sobre la Inteligencia Artificial.
Una autocrítica limitada
¿Se arrepiente de algo? Milei dijo que debe aprender una lección: “Yo asumí la presidencia y seguí siendo Javier Milei el de siempre. Se accedía a mí de la misma manera que cuando no era presidente. Lamentablemente, tengo que levantar los filtros. No puede ser tan fácil llegar a mí. Será cuestión de levantar murallas”.
Dijo que eso es algo que habló con su hermana Karina. Como secretaria general de la Presidencia es la responsable de abrir las puertas que llevan al principal despacho de la Casa Rosada. Pero evitó acusarla de nada. Lo mismo con todos sus funcionarios: dijo que no sospecha de ninguno de ellos y que, salvo que la Justicia pruebe lo contrario, no tiene que exigirles cuentas por este tema a ninguno.
“No me corresponde decir si alguien se llevó algo. Tengo plena confianza en todos mis funcionarios”, dijo.