En la Argentina se suele armar el árbol de Navidad el 8 de diciembre. Se trata de un evento que congrega a las familias alrededor de este símbolo, como una manera de inaugurar la temporada que culmina con la celebración del nacimiento del Niño Jesús, un evento de unión familiar que a su vez sirve como un cierre para el año. De todos modos, muchas personas se preguntan el motivo por el cual el armado de este símbolo navideño se debe hacer en esa fecha.
Por qué se arma el árbol de Navidad el 8 de diciembre
En varios países de tradición cristiana, como es el caso de la Argentina, se suele armar el árbol de Navidad en esta fecha porque coincide con la celebración de Inmaculada Concepción de la Virgen María. Esta festividad tiene un fuerte arraigo cultural y religioso, lo que la convierte en un momento especial para iniciar los preparativos navideños.
La Inmaculada Concepción de la Virgen es un dogma de la Iglesia Católica que proclama que la Madre de Dios fue concebida sin pecado original. Con esta celebración, se busca resaltar los valores de fe, empatía y caridad, que se ven representados en la Virgen María, adorada como la madre de Jesucristo, nacido según la tradición por obra del Espíritu Santo a través de la intercesión divina.
Es más, en nuestro país es considerado un feriado nacional esta fecha, ideal para que las familias saquen sus adornos navideños. Sin embargo, este año pocos podrán disfrutar este día extra de descanso, puesto que este año cae un domingo. De todos modos, la ocasión será propicia para que las familias armen el árbol de Navidad, un símbolo que representa a esta fiesta desde hace cientos de años.
En tanto, el armado del arbolito de Navidad simboliza el comienzo del tiempo de Adviento, un período de preparación para celebrar el nacimiento de Jesús. Aunque esta costumbre tiene sus raíces en la religión, con el tiempo se ha popularizado como una tradición familiar y cultural, más allá del aspecto religioso.
Cuál es el origen del arbolito de Navidad
El árbol de Navidad es una tradición que proviene de los países nórdicos, en concreto, de las celebraciones del solsticio de invierno. Siglos atrás, los pueblos celtas talaban robles y los llevaban a sus hogares para decorarlos con frutas y velas. De esa forma, buscaban “reanimarlos” y asegurarse de que florecerían durante el verano siguiente. Por eso, el árbol de Navidad es considerado como una adaptación del árbol de la vida y hasta del universo.
Esa tradición que surge de la mitología nórdica es conocida como Yggdrasil y representa la cosmovisión de los pueblos en el norte de Europa. En la Antigüedad también se lo conocía como Frey y era usado para celebrar el nacimiento del dios del Sol y la fertilidad.
Se cree que durante el siglo VIII San Bonifacio decidió cortar uno de estos árboles en la localidad alemana de Hesse para que se terminara con la adoración de los dioses, que desde el punto de vista del catolicismo, eran paganos, ya que era una época marcada por la evangelización de Alemania. En su lugar, colocó un abeto, que era considerado más apropiado para el culto católico.
Con esta acción, buscaba simbolizar el amor de Dios. Para ello, lo adornó con manzanas, que representaban el pecado original, y con velas, en alusión a la luz de Cristo. Con el tiempo, esas manzanas y las velas se transformaron en luces y bolitas, tal como luce un árbol de Navidad actual. Después se añadieron las guirnaldas y los adornos caseros.
Además, el árbol de Navidad también representa un punto de encuentro familiar o solidario y un momento de reunión de la comunidad, en el que se busca dar gracias por el año vivido, algo que es parte de los ejes de esta celebración y de la de Año Nuevo.