No hay nada peor para un candidato al título que tener que enfrentar a rivales que lo quieren neutralizar y, además, jugar permanentemente contra la desconfianza que puede generar un arbitraje. Vélez todavía no había cerrado las heridas por las polémicas con las que se sintió perjudicado en el último empate contra Lanús (0-0), en Liniers, pero tuvo que decir presente en Mendoza. La recta final no admite “distracciones”. En la igualdad con Godoy Cruz el foco no estuvo en la terna del encuentro, pero sí en la falta de gol. Segundo 0-0 consecutivo y su máximo artillero, Braian Romero, convirtió apenas un gol en los últimos seis partidos. Más en esa dirección: El Fortín apenas hizo 4 tantos en los últimos seis encuentros. También se le apagó la pólvora a Aquino, Pizzini y Thiago Fernández, quienes completaban el cuarteto que hasta hace poco era demoledor. Así fue que sólo consiguió un triunfo en sus últimos siete partidos. Todo esto en la previa del partido del miércoles ante Boca, por las semifinales de la Copa Argentina.

Cuando el 18 de octubre, hace poco más de dos meses, Vélez había igualado con River 1-1 en el Monumental, parecía haber hecho negocio. Venía de ganarle a Racing como local además con un gol a cuatro minutos del final, casi que no tenía rivales en su andar para adueñarse de la Liga Profesional. Pero se le fue apagando el gol. Este domingo tuvo chances claras y fue superior en el segundo tiempo, sobre todo en el final, en los pies de Thiago Fernández y de Jalil Elías, pero se fue masticando bronca.

Vélez, antes de Boca: el equipo de memoria demostró que también tiene recambio de buen pie, pero se le apagó el gol

Más allá del partido que se le venía ante Boca, en Córdoba, Gustavo Quinteros puso el habitual equipo titular. Y no sorprende porque El Fortín edificó su gran campaña, sobre todo, con un equipo que sale de memoria, que repite nombres y roles. En el habitual esquema táctico 4-2-3-1, sostuvo en el doble 5 a Ordóñez y Bouzat; y por delante de ellos los cuatro que tienen un gran porcentaje de los méritos en el liderazgo: Francisco Pizzini, Claudio Aquino y Thiago Fernández; y Braian Romero como 9.

El Tomba, dirigido por Ernesto Pedernera tras la salida de Daniel Oldrá, mantuvo su esencia con una formación con mayoría de futbolistas surgidos de las inferiores y propuso un juego ofensivo, pero hizo cambios. El objetivo era ponerle fin a una racha de 5 partidos sin triunfos y 3 derrotas consecutivas. Una la logró, pero sigue sin sumar de a tres unidades.

Pizzini y Thiago Fernández no pudieron convertir en Vélez; Leyes se lleva la pelota

No especuló ante el puntero Godoy Cruz. Salió a jugar 4-3-3 apostando a las transiciones rápidas en el ida y vuelta, con los wines Facundo Altamira y Santino Andino. Y el siempre peligroso Salomón Rodríguez como centrodelantero.

Vélez pegó a los diez minutos con una gambeta de Thiago Fernández desde la izquierda al centro y una asistencia para el gol de Romero, pero el centrodelantero estaba en posición adelantada. Al minuto siguiente, Patricio Pernicone, central que apareció para reemplazar al expulsado Damián Fernández, salvó el gol de Salomón Rodríguez cuando ya había gambeteado al arquero Marchiori. ¡Y todo había nacido de un pelotazo largo del otro arquero, Franco Petroli!

Lo mejor del partido

Godoy Cruz también sufrió la sanción (correcta) de un gol en posición adelantada: en este caso de Mateo Mendoza, que capturó un rebote de un cabezazo de Salomón Rodríguez que había rechazado de gran manera por Marchiori. Pero el zaguero de 20 años también estaba en off-side. Los jueces de campo y el VAR, alineados.

Vélez mantuvo su libreto y no se dejó desesperar por el marcador en cero. Trató de mantener la calma y buscar asociaciones entre el bloque de sus cuatro futbolistas ofensivos. Pero le costó tener el control del partido en la primera etapa. La rebeldía de los chicos del Tomba (el equipo titular tuvo un promedio de 23 años) lo puso incómodo. El sector derecho del líder, entre el lateral derecho García y el central Pernicone, el más exigido. La chance más clara, una chilena de Abrego tras un lateral-centro que controló nuevamente Marchiori. Tal es así que al finalizar el primer tiempo Bouzat reunió a sus compañeros en el círculo central para pedirles “calma”. No quería que las recriminaciones futbolísticas lógicas (una decisión de un pase o una imprecisión) mine la confianza del grupo.

El que no tuvo paciencia fue el DT. En el entretiempo, Quinteros hizo dos cambios: Jalil Elías y Matías Pellegrini reemplazaron a Pizzini y Ordóñez. Thiago Fernández se corrió a la derecha y Pellegrini se ubicó en la izquierda; el ingreso de Elías le dio otro empuje, más agresividad en el medio, pero Aquino seguía inconexo y las veces que lograba zafar de la marca lo cortaban con foul.

Gustavo Quinteros se fue conforme con el rendimiento del equipo pero no con la falta de gol

Quinteros siguió refrescando energías y también empezó a pensar en la semifinal ante Boca: por eso ingresaron Maher Carrizo (una de las figuras) por Aquino y Michael Santos por Romero. Los cuatro iniciales ofensivos, está claro, más allá de las intenciones no estuvieron tan lúcidos como en lapsos anteriores del certamen.

Thiago Fernández intentó tomar la conducción como volante ofensivo y por delante suyo se ubicaron Carrizo y Santos. A diez minutos del final, Thiago Fernández se vistió en la misma jugada de enganche y de 9: una corrida de 60 metros terminó en una pared con Carrizo y un pivoteo de Santos, pero su remate sutil dio en el travesaño y se fue. Hubiera sido un golazo por el despliegue y la finalización del juvenil delantero.

Vélez no pudo convertir por segundo partido seguido

En la jugada siguiente, un centro atrás de García dejó a Elías de cara al gol a la altura del punto penal, pero levantó demasiado el remate. Quinteros no lo podía creer, se agarró la cabeza. Mereció ganar en Mendoza y mostró recambio de buen pie, pero no pudo quebrar el cero. Se aseguró jugar la Libertadores 2025, pero miraba otro arco. A Vélez se le apagó el gol cuando más lo necesita.

Por Prensa Pura Digital

DIARIO DE VILLA LA ANGOSTURA Y REGIÓN DE LOS LAGOS. NEUQUÉN.