La balanza comercial cerró por décimo mes consecutivo sin déficit comercial. De acuerdo a los últimos datos publicados por el Indec, en septiembre el intercambio comercial fue de U$S 12.888 millones, lo que representó un aumento del 5 por ciento con respecto al mismo mes de 2023. Las exportaciones totalizaron U$S 6.934 millones y las importaciones, U$S 5.954 millones. El resultado fue un superávit de U$S 981 millones. Durante el mismo período de 2023, el déficit comercial alcanzó los U$S 793 millones.
Los datos se desprenden del Informe Intercambio Comercial Argentino (ICA) publicado en octubre por el Indec. El relevamiento indicó un acumulado de exportaciones de U$S 59.124 millones de enero a septiembre, 15,5 por ciento más que en 2023. Las importaciones, en cambio, cayeron un 24,2 por ciento, totalizando U$S 44.049 millones.
En septiembre hubo 8,8 por ciento menos de importaciones que en el mismo mes de 2023, pero este descenso fue menor al registrado en meses anteriores. “Al analizar las variaciones en comparación con el mes anterior, la serie desestacionalizada aumentó 26,7 por ciento, mientras que la tendencia-ciclo creció 2,8 por ciento”, explica el informe.
“La gente tiende a pensar que está bien que se importe menos de lo que se exporta, pero el comercio exterior no es tan lineal. Yo prefiero que aumenten las dos”, advierte Claus Noceti, managing director del área de Servicios Legales de PwC Argentina. Apunta que la caída en las importaciones siempre indica un parate en la economía. “Los bienes de consumo son una pequeña parte del volumen de importaciones, que baje el total significa que bajan las importaciones de bienes de capital y de materias primas para la producción nacional”, dice.
“¿Los números son buenos?, sí, pero a mí me gustaría que indicaran un mayor volumen”, admite el consultor. La curva, a pesar del superávit, “pega” con un contexto en el que la industria está deprimida y en el que recién ahora está viéndose un repunte en los niveles de actividad. “Los números son positivos comparándolos con 2023, pero si mirás seis o siete años atrás todavía estamos lejos. Lo bueno es que la situación se está recomponiendo”, explica.
Más allá de las estadísticas, Noceti asegura que se ve un cambio de paradigma. “El comercio exterior se puede administrar con una mirada facilitadora o con una mirada restrictiva. Podés verlo como una oportunidad o como una amenaza. El cambio pasó de la restricción a la facilitación”, asegura. Facilitar el comercio internacional requiere medidas constantes. El consultor afirma que, aunque queda mucho por hacer, algunas medidas se tomaron. “Flexibilizar no solo es sacar el cepo. En los últimos años el comex se convirtió en una gran burocracia. Hoy hay una vocación de hacer una aduana más ágil. Queda un largo camino, pero todas las semanas se saca alguna norma”, explica.
Entre otras medidas, a fin de octubre se creó un perfil para usuarios particulares del servicio aduanero para que cualquier persona pueda hacer presentaciones y trámites en forma electrónica, sin la obligación de estar inscriptos en los registros especiales aduaneros o en los perfiles de importador/exportador o despachante de aduana. Antes se habían quitado los valores referenciales y el etiquetado de productos importados.
“El escenario local para el comercio exterior está mejorando significativamente de la mano de dos factores claves como son la simplificación de procesos burocráticos y la estabilización de la macro economía. El primero de ellos impacta favorablemente en la reducción de los plazos y los costos de cada operación y, el segundo, brinda previsibilidad lo cual es un factor clave para el desarrollo de negocios internacionales”, indica Federico Rodríguez, presidente de la Federación de Cámaras de Comercio Exterior de la República Argentina (Fecacera).
El dirigente asegura que la desburocratización ayuda, pero faltan medidas de fondo. “Lamentablemente esto no tiene un efecto inmediato en la competitividad ni tampoco en la economía real por lo cual los exportadores industriales están transitando una coyuntura difícil, con bajos volúmenes de ventas y de producción, pero esperamos que en los próximos meses los niveles de actividad mejoren progresivamente”, dice.
Rodríguez advierte que una de las principales dificultades que persisten, a pesar de los cambios normativos es la restricción de realizar pagos anticipados y a la vista de mercaderías y fletes. “Esto impacta principalmente en las empresas más chicas que, en general, no cuentan con la estructura ni las herramientas necesarias para instrumentar alternativas de pago acordes a estas regulaciones por lo cual muchas veces se ven impedidas de operar”, afirma.
La medida está ligada al objetivo de sostener el superávit fiscal. “Lo consideramos acertado, pero entendemos que dentro de esta dinámica habría espacio para, por ejemplo, otorgar un pequeño cupo para empresas con certificado MiPyme. Tendría baja incidencia en la balanza de pagos, pero un impacto positivo en los niveles de actividad, generación de empleo e, incluso, en el nivel de inflación”, explica.
“Ningún país que tiene presencia activa en los mercados externos graba sus exportaciones”, dice Sergio Oscar Rodríguez, presidente de la Cámara de Comercio Exterior de Rosario. El dirigente reclamó una mirada diferenciada con las Pymes, en materia tributaria y de acceso al financiamiento. “Es un sector con enorme potencial pero que padece de una gran carga impositiva”.
“El panorama está como siempre lo estuvo; es decir, lineal y sin mayores diferencias. Si se exporta más o se exporta menos depende de los precios relativos, pero no hay un vuelco masivo en la exportación. Tampoco hay diversidad de productos ni servicios, es todo más o menos lo mismo. Fundamentalmente, porque la estructura impositiva es la misma y no hay cambios”, define Alejandro Arroyo Welbers, director de la Especialización en Comercio Internacional de la Universidad Austral.
Arroyo Welbers asegura que el sector externo de la economía depende enteramente de una serie de medidas: “Que se eliminen los derechos de exportación; que empiecen a bajar, aunque sea gradualmente, las retenciones del agrobusiness; que la Argentina, en el contexto del Mercosur, empiece a alinear y cerrar acuerdos con otros bloques comerciales, como la UE, el EFTA o Singapur. Como lo que, por ejemplo, está intentando hacer Japón, una suerte de acuerdo preferencial con el Mercosur”.
Gastón Andrés Méndez Crespi, director de la Licenciatura en Comercio Internacional de la UADE compara: “En algunas cosas el escenario actual se parece a los años 90. Hay una búsqueda de libre competencia, sobre todo en abrir la importación y bajar los aranceles. El gobierno entiende que esa liberación va a hacer que bajen los precios en el mercado interno y, por ende, la inflación”.
De hecho, la única variable positiva relevada por el ICA en importaciones, fueron los bienes de consumo, que en septiembre crecieron un 15% con respecto al mismo mes de 2023. El rubro que más cayó fue el de combustibles y lubricantes (-67,9%), seguido por otras importaciones (-40%). Los bienes de capital cayeron un 2,3 por ciento y los intermedios, básicamente materias primas para la producción local, un 2,5%.
“El Gobierno nacional continúa con la reducción de aranceles para la importación de varios productos para actividades clave como la automotriz, la alimenticia y la textil, entre otras. La estrategia se enmarca dentro del plan oficial para bajar la inflación, con la reducción del famoso costo argentino”, destaca Ezequiel García Corado, gerente General de Outland Logistics.
Del lado de la exportación, en septiembre las manufacturas del agro concentraron el 38,5% del volumen comercializado; seguidas por las industriales, con un 29,9% de participación. Los productos primarios cayeron 1% con respecto a 2023 y ocuparon el tercer lugar con un 20,4%. Los combustibles y la energía representaron el 11,2%, pero tuvieron un incremento interanual del 33,5% (sólo superado por los productos agropecuarios que crecieron casi un 50 por ciento).
“El tema es que en la Argentina, hoy por hoy, no son muchos los productos competitivos para exportar valor agregado. Para esos necesitás plantear medidas a largo plazo. Sí se está fomentando la exportación de bienes primarios, hay más disponibilidad. Por eso los grandes ganadores son la minería, el gas y el petróleo y los productos del agro, más allá de que actualmente los precios internacionales son bajos”, explica Méndez Crespi.
El especialista no prevé un cambio sustancial de rubros. “No veo, por lo menos en lo discursivo, una intención de fomentar la exportación de valor agregado”, dice y anticipa un modelo más parecido al chileno “sin trabas de ningún tipo para la importación y la exportación”.
Para Gabriel Gamarra, director de Impuestos y Legales de KPMG, la llegada de nuevos actores que se adhieran al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) puede ser el puntapié para el despegue de exportaciones de nuevos productos. “La entrada de estas inversiones no solo permitirá la expansión de la capacidad productiva, sino que también abrirá nuevos mercados y oportunidades comerciales a nivel internacional”, dice.
El consultor indica que el norte a seguir debería ser la baja de las retenciones y el fin del cepo. “Las restricciones cambiarias continúan representando un desafío para el gobierno. El reto pasa por hacer frente a la necesidad de conseguir divisas para que la salida del cepo no sea traumática, y debe sortear la ansiedad que tienen todos los sectores de la población que se ponga fin a las medidas que generaron tantas dificultades”, adelanta.
El factor logístico
Los principales socios comerciales de la Argentina son Brasil (en septiembre le exportamos bienes por u$s 1.310 millones e importamos por u$s 1.463 millones) y China ( u$s 427 millones en exportaciones y u$s 1.383, en importaciones). Le siguen la UE, los Estados Unidos y Chile.
En septiembre de 2024, de acuerdo a los datos del ICA, el valor unitario del flete internacional fue de 121,8 dólares por tonelada, 26,4% superior al de igual período de 2023 (96,4 dólares por tonelada) y 11,7% inferior al de septiembre de 2022 (138 dólares por tonelada).
En septiembre los costos logísticos aumentaron un 2,71%. El dato se desprende del índice Cedol, una estadística elaborada por la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) para la Cámara Empresaria de Operadores Logísticos (CEDOL). En los últimos 12 meses, los costos de trasladar mercaderías aumentaron un 185%.
La curva, sin embargo, empezó a achicarse en los últimos meses. “El principal cambio que estamos viendo es la baja de la inflación, la ralentización de las tarifas nos devuelve tiempo para gestionar y para pensar las cadenas de suministro con nuestros clientes en forma más efectiva y saca la discusión de ajuste de precios que se venía produciendo casi en forman mensual”, dice Hernán Sánchez, presidente de CEDOL y de la Federación Argentina de Entidades de Transporte y Logística (FAETyL).
La caída en la actividad económica también les pasó factura. “El sector es transversal a la economía y está atado a dos verticales, el consumo interno y el comercio exterior. Claramente hay una baja en los volúmenes del primero y eso afectó al nivel de operaciones”, explica. La tendencia comenzó a revertirse en algunos rubros. “Fundamentalmente en la importación de insumos y de algunos manufacturados y eso hace que haya un leve movimiento que tiene un pequeño impacto en el resto de la economía también”.
“El sector del transporte y la logística está estrechamente vinculado al nivel de actividad global y local, particularmente al comercio internacional. En este sentido, uno de los grandes desafíos, común a muchas industrias, es la desaceleración de la actividad económica. Sumado a esto, la logística y las cadenas de suministro globales se han visto fuertemente afectadas en los últimos años por diversos factores”, apunta Silvina Prette, gerente Senior de Operaciones de FedEx Argentina.
Con un nicho marcado en las industrias vitivinícola y automotriz en Argentina, la empresa logística está expandiendo sus operaciones en la región Andina y el Cono Sur. Acaba de lanzar una nueva ruta aérea que conecta Argentina, Chile y Ecuador directamente con Miami, con un avión propio que le permite transportar hasta 42.565 kilos de carga.
“La desaceleración en la actividad económica impacta notablemente en la logística, ya que la demanda de transporte y distribución está ligada a los niveles de consumo y producción. En general, sectores como el consumo masivo y la industria automotriz, que históricamente mueven volúmenes importantes, registraron una baja en su actividad. Esto reduce la necesidad de servicios logísticos y, como consecuencia, genera una mayor competencia y presión sobre los precios”, coincide Gabriel García, director de Operaciones de Celsur.
El ejecutivo señala algunos nichos que concentran las expectativas del sector. “Sectores específicos, como la exportación de productos agrícolas y ganaderos, han mantenido cierto dinamismo, sobre todo impulsados por el tipo de cambio favorable para exportar. La logística de comercio electrónico también ha mostrado cierta estabilidad o crecimiento en algunos segmentos de consumo masivo, aunque a tasas menores que en años anteriores”, destaca.
Todos apuestan a la reactivación. “Para 2025, se espera una recuperación gradual de la actividad económica, impulsada por la estabilización de las variables macroeconómicas y posibles incentivos de inversión que mejoren la infraestructura logística. Se prevé también que la digitalización y la automatización seguirán ganando terreno, optimizando procesos y reduciendo costos. En términos de demanda, sectores relacionados con la producción y exportación, especialmente alimentos y tecnología, tienen potencial de crecimiento, mientras que el consumo interno dependerá de mejoras en el poder adquisitivo”, adelanta García.
“Las expectativas para 2025 son favorables. Se está viendo una leve recuperación. Si esto se afianza y las medidas que se están tomando se ejecutan eficientemente, creo que va a ser un mejor año”, coincide Sánchez.
Para Noceti, la clave es la confianza. “Las ventas de bienes y servicios son un contrato de buena fe. Al que le compro tiene que tener la confianza de que le voy a poder pagar y el que me compra que le voy a poder cumplir. En el comercio exterior se agregan a esas dos partes, los países. Si el mercado externo ven que la Argentina honra sus deudas, va a creerme a mí como vendedor o comprador. Yo puedo prometer términos de pagos largos para mis exportaciones pero si el Banco Central de mi país me obliga a traer las divisas en 30 días ya no puedo honrar esa promesa”.
La confianza se pierde pronto y se construye despacio. “Desde la perspectiva del comercio exterior parece que la Argentina empieza a construir esa confianza, que permitirá un crecimiento en el intercambio y a partir de ahí, esperamos, iniciar un ciclo virtuoso”.