A lo largo de los años, Suiza adoptó terreno como una solución más ecológica, aunque persisten desafíos relacionados con su implementación y la transición hacia fuentes de energía renovable.
Uso de bombas de calor en Suiza y Europa
En Suiza, el porcentaje de edificios equipados con bombas de calor aumentó de forma importante en las últimas décadas. Según datos de la Oficina Federal de Estadística, en 2022, el 21% de los edificios residenciales contaban con este sistema, una cifra que se eleva al 75% en edificaciones construidas durante la última década. Este crecimiento posiciona a Suiza por encima del promedio europeo, donde los países escandinavos lideran en instalaciones per cápita, mientras que regiones mediterráneas y algunas naciones con climas templados, como Alemania y Reino Unido, presentan cifras más bajas.
Por otro lado, solo el 18% de los hogares suizos individuales disponían de una bomba de calor en 2023, lo que evidencia un progreso más lento en este ámbito en comparación con los edificios de mayor tamaño.
Las bombas de calor operan extrayendo energía térmica del aire, el agua o el suelo para calentar espacios interiores o agua. Cuando se alimentan con electricidad de fuentes renovables, estas bombas pueden considerarse un sistema de calefacción sostenible, ya que no emiten dióxido de carbono en su funcionamiento. Esto contrasta con sistemas tradicionales como las calderas de gas o petróleo, responsables de importantes emisiones de CO2.
Este mecanismo convierte a las bombas de calor en una pieza clave para alcanzar metas climáticas globales, especialmente en sectores como el de los edificios, que en Suiza representan el 22% de las emisiones de carbono del país.
Impulso de las bombas de calor tras la invasión rusa de Ucrania
La invasión de Ucrania en 2022 y la consiguiente reducción de la dependencia energética de Europa hacia Rusia aceleraron la adopción de tecnologías sostenibles. En Suiza, las ventas de bombas de calor crecieron un 25% en 2022 respecto al año anterior, mientras que en Europa el aumento fue del 40%. Este fenómeno estuvo respaldado por incentivos estatales en más de 30 países para la instalación de sistemas de calefacción sostenibles, incluidos las bombas de calor y las calderas de biomasa.
Además, el conflicto puso en evidencia la vulnerabilidad energética de muchos países europeos, reforzando la urgencia de transitar hacia sistemas menos dependientes de combustibles fósiles.
Declive reciente en la demanda de bombas de calor
Sin embargo, esta tendencia de crecimiento no se mantuvo. En 2023, las ventas de bombas de calor cayeron por primera vez en una década. Según la Asociación Europea de Bombas de Calor, las ventas disminuyeron un 47% en la primera mitad de 2024 en Europa, y en Suiza se reportó una caída del 38%.
Entre los factores que explican esta desaceleración se encuentran la falta de técnicos especializados para la instalación de estos sistemas, el precio elevado de la electricidad en comparación con el gas, y la reducción de fondos gubernamentales en países clave como Francia. Además, tras la pandemia, muchas familias optaron por destinar recursos a viajes o consumo, dejando de lado las inversiones en infraestructura doméstica.
Persistencia del uso de combustibles fósiles en Suiza
Pese a los avances, el uso de combustibles fósiles sigue siendo dominante en Suiza: el 37% de los edificios aún cuentan con calderas de petróleo y el 17% utilizan gas. Estas cifras colocan a Suiza entre los países europeos con mayor dependencia de sistemas basados en petróleo.
Esta situación tiene raíces históricas. Muchas construcciones antiguas en Suiza estaban diseñadas para almacenar carbón, lo que facilitó la posterior instalación de calderas de petróleo. Además, el menor costo inicial de estos sistemas (unos USD 22.000, en comparación con los más de USD 34.000 que puede costar instalar una bomba de calor junto con el aislamiento adecuado) sigue atrayendo a los propietarios.
Metas climáticas de Suiza
El gobierno suizo busca alcanzar la neutralidad en carbono en edificios para 2050. Este objetivo incluye la eliminación gradual de sistemas basados en petróleo y gas, fomentando el uso de bombas de calor, calefacción distrital y calderas de pellets. Aunque el camino es complejo, los avances logrados en las últimas décadas reflejan el compromiso del país con la transición energética.