Seis años después de su última visita, Emmanuel Macron volvió hoy a la Casa Rosada. Aquella vez lo había recibido el entonces presidente y anfitrión del G20, Mauricio Macri, pero en la lluviosa jornada de este domingo fue el presidente Javier Milei quien lo acompañó desde el salón de los Bustos hacia su despacho, previo paso por el salón Blanco de Balcarce 50 para el saludo formal de rigor.
Las inversiones francesas en la Argentina son, para el Gobierno, el principal motivo de interés del encuentro bilateral, que se produce antes del viaje de ambos a Río de Janeiro para la cumbre del G20, organizada esta vez por Brasil. Más allá de reafirmar la buena sintonía entre ambos presidentes, que se vieron en julio pasado en París durante la inauguración de los Juegos Olímpicos, la agenda del presidente francés incluyó otros temas, como la preocupación por el cambio climático, que la Argentina minimiza, y un homenaje a los desaparecidos franceses en la última dictadura, gesto que se contrapone con la visión oficial de lo ocurrido en Argentina durante los años setenta.
El presidente francés había llegado minutos antes de las 19 del sábado al aeropuerto internacional de Ezeiza. Lo esperaban el flamante vicecanciller, Eduardo Bustamante, el embajador argentino en París, Ian Sielecki, y el embajador francés en Buenos Aires, Romain Nadal, desde agosto de 2023 destacado en el país.
Poco después estaba en la quinta presidencial de Olivos para la cena junto al Presidente, de la que también participó la primera dama francesa, Brigitte Macron, de buen vínculo con la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, quien también estuvo en Olivos, además del canciller Gerardo Werthein.
La cena, según pudo saber LA NACION, fue “amena y distendida”, y consistió en un asado, tal como Karina Milei le había prometido a los Macron durante su viaje a Francia. Allí, según contaron fuentes oficiales, “Brigitte y Macron le dijeron a Karina explícitamente que su visita de hace tres semanas, fue fundamental para que vinieran al país”, agregaron.
Antes de que el tradicional homenaje a San Martín en la plaza que lleva su nombre, en el barrio de Retiro, quedara cancelado por las condiciones climáticas, Macron se acercó bien temprano a la Iglesia de la Santa Cruz, en el barrio porteño de San Cristóbal. Allí, y como parte de la agenda tradicional de cada dignatario francés que visita la Argentina, colocaron una ofrenda floral para homenajear a una veintena de franceses desaparecidos y asesinados durante la última dictadura militar argentina, entre ellas las monjas Alice Domon y Léonie Duquet, desaparecidas en diciembre de 1977 en plena represión del gobierno de facto. “Es una actividad privada, no bilateral”, destacaban desde la Casa Rosada, a modo de discreto despegue de ese homenaje, al que Macron llegó, pasadas las 9.30, junto a la primera dama y escoltado por un fuerte operativo policial.
La visión sobre lo ocurrido durante la dictadura militar en el país no es, por cierto, el único punto de divergencia entre ambos presidentes y gobiernos. La reciente retirada de la delegación argentina de la cumbre climática COP29, en Bakú, Azerbaiyán, y la posibilidad de retirarse del Acuerdo de París, a horas de la cumbre del G20 en Brasil, se contrapone con el interés expreso que Francia tiene en el cuidado del medio ambiente. De hecho, Francia fue firme impulsora del Pacto Verde, una serie de recomendaciones ecológicas adosadas al acuerdo UE-Mercosur que, durante muchos años, y sobre todo durante la gestión de Jair Bolsonaro en Brasil, obstruyeron toda posibilidad de arribar a ese acuerdo global.
Por eso, desde el Gobierno prefirieron enfatizar las coincidencias con Macron en el rubro comercial. Los recientes anuncios de inversiones de grupos franceses en el país como la supermercadista Carrefour, la minera Eramet y la automotriz Renault serán parte de la charla, según fuentes oficiales.