Johannesburgo, 28 oct (EFE).- El presidente de Botsuana, Mokgweetsi Masisi, aspira este miércoles en las elecciones generales a un segundo mandato de cinco años con el que aspira a mantener la estabilidad de una de las democracias más sólidas de África.
Su bloque político, el Partido Democrático de Botsuana (BDP), que gobierna desde la independencia del Reino Unido en 1966, obtuvo la mayoría absoluta en los comicios de 2019, pero en esta ocasión la votación se presenta muy disputada: competirá contra tres rivales.
Aunque la industria del diamante es uno de los grandes bastiones económicos del país, la ralentización del sector ha generado incertidumbre.
“Nuestros diamantes no se han vendido desde abril, así que sí, nuestros ingresos han bajado, pero los fundamentos económicos siguen intactos”, admitió Masisi en un debate presidencial la semana pasada.
Maestro de carrera, Masisi ascendió a la Presidencia tras la dimisión de Ian Khama (2008-2018) en abril de 2018, al cumplir éste el límite máximo de diez años permitido por la Constitución para mantener el cargo.
Ocupaba entonces la Vicepresidencia y el propio Khama fue el encargado de seleccionarle como sucesor.
Por aquel entonces no ahorraba elogios hacia su delfín, una situación muy diferente a la que se desató en los meses siguientes, con una guerra abierta entre los dos que convirtió las pasadas elecciones en las más impredecibles de la historia del país.
Masisi, sin embargo, salió victorioso y ha podido ostentar el título de quinto presidente de la historia de Botsuana durante los últimos cinco años.
De nombre completo Mokgweetsi Eric Keabetswe Masisi, nació en 1963, en Moshupa, una localidad de apenas 20.000 habitantes del sur del país, a unos 60 kilómetros de la capital, Gaborone.
Casado y padre de una hija, tiene formación en educación y epidemiología y está graduado por la estadounidense Florida State University.
Desde el área de la educación llegó a la Administración y se implicó en reformas del sistema lectivo.
En 1995 se unió a Unicef como experto en proyectos educativos e implementó iniciativas para dar formación a niños de áreas remotas rurales.
Con el cambio de siglo, se involucró en la actividad política y disputó elecciones primarias locales del BDP.
Pese a que no ganó, permaneció activo políticamente y trabajó con ONG en temas como prevención del VIH (virus del sida), lo que le llevó a iniciar nuevos estudios en epidemiología.
En las elecciones generales de 2009, accedió al escaño de parlamentario por Moshupa.
Dos años después fue nombrado titular del Ministerio de Asuntos Presidenciales y Administración Pública, una cartera con la que había estado involucrado desde su salto a la política nacional.
Como ministro supervisó programas de educación para los pobres, la expansión de la radio y televisión pública, además de múltiples iniciativas comunitarias para mejorar el desarrollo.
En 2014 fue nombrado ministro de Educación por Khama y, antes de finalizar ese año, se le encargó también la Vicepresidencia.
Al acercarse el final del mandato legal máximo para Khama, Masisi fue anunciado como su sucesor, con altos niveles de apoyo dentro del partido.
“Les dejo a todos en las capaces manos de su excelencia el vicepresidente. No le llaman general Masisi, pero tiene la capacidad de liderazgo de cualquier general que yo conozca”, dijo Khama antes del traspaso del poder.
Sin embargo, poco después, un Khama reacio a pasar a segundo plano y perder privilegios y un Masisi determinado a asentar su liderazgo se enzarzaron en un conflicto público inédito en la historia del oficialismo.
El antagonismo escaló hasta el punto de que Khama abandonó el BDP -partido cofundado por su propio padre, Seretse Khama, primer presidente de Botsuana- en mayo pasado de 2019 y, en las elecciones de ese año pidió el voto para la oposición.
Masisi, por su parte, actuó en contra de varias figuras afines al exmandatario y revocó algunas de las políticas más significativas de su predecesor, como la prohibición de cazar elefantes en el país.
Botsuana alberga la mayor colonia de paquidermos del mundo, pero eso no frenó la mala prensa internacional que generó a Masisi la flexibilización de su caza, una decisión vista como electoralista para atraer el voto rural.
Si logra un segundo mandato, Masisi tendrá que afrontar desafíos como trabajar por una sociedad más igualitaria -la botsuana es una de las más desiguales del mundo- y diversificar la economía nacional, muy dependiente de los diamantes, que suponen alrededor del 70 % del valor de las exportaciones del país. EFE