Aunque en términos de administración del comercio internacional la Argentina avanzó “por el ascensor” hacia la desregulación y logró resolver cerca del 75% de la deuda comercial que cerró en récord en el 2023, todavía persisten dificultades en el intercambio con su principal socio comercial, China, que aún no relajó la calificación de riesgo.
“La Argentina continúa en la lista negra de Sinosure“, señaló a El Cronista un dirigente empresario con larga trayectoria en la industria pesada tras reconocer que a través de distintas herramientas como el acceso a dólares para pymes con saldos de hasta u$s 500.000 y los Bopreal, el Gobierno resolvió un volumen mayoritario de la deuda, pero “quedaron en un limbo cerca de u$s 16.000 millones”.
En ese sentido, las restricciones que elevaron el riesgo de la Argentina como pagador y que llegaron a cortar el financiamiento que reciben los exportadores de China a través de la corporación estatal especializada en seguros de crédito comercial (Sinosure), se normalizaron, sin embargo, el intercambio sigue complicado, por la recesión y por la falta de pago anticipado, coinciden distintos actores de la producción local.
Si bien los empresarios ya no detectan “autorizaciones discrecionales”, explican que la “cuotificación” de pagos en la primera etapa del gobierno de Javier Milei que autorizó cancelar el 25% a 30 días, 25% a 60 días, 25% a 90 días y finalmente 25% a 120 días a partir de la nacionalización de la mercadería, generó demoras.
“En consecuencia, sumado a la travesía del contenedor, el proveedor cobraba la última cuota casi a 6 meses de embarcado”, explicó Sergio Junovich, dirigente de la Cámara de Comercio Argentina para el Asía y el Pacifico y señaló la dificultad de “aceptar una forma indiscriminada de pago unilateral”.
Hoy la forma de pago se achicó a 30 días del despacho a plaza, sin embargo, esto puede significar 60 días desde que la mercadería es embarcada y luego que el banco del cliente transfiera sin requerir ningún otro documento extra.
“China siempre es ávido en vender, tiene que bajar sus stocks”, dijo Junovich pero marcó que “durante 2024 los proveedores han esperado cobrar porque tienen aquí clientes de muchos años de operar y la confianza es primordial”; además agregó que la falta de pagos anticipados hace que el ritmo de las importaciones sea “confuso”.
Desde el gobierno no minimizan la preocupación y la intención de normalizar el flujo del comercio internacional, pero por ahora las herramientas de alivio son el Bopreal y la facilitación de acceso al mercado libre de cambios
Apertura: pro y contras
Frente a los sectores que demandan mayor regularización de los pagos con el gigante asiático, otros más sensibles a la apertura comercial, encuentran alivio en la coyuntura que hoy no permite un “boom” de importaciones.
Es el caso de actividades con fuerte arraigo en la producción local advierten que “por ahora está todo calmo, pero qué va a pasar el año que viene cuando la cantidad de productos del exterior supere lo que producimos”.
Tras la batería de medidas que fomentan la apertura comercial, para el último trimestre del año, los datos de la balanza comercial que acumula más de u$s 16.000 millones de superávit -por la abrupta caída de importaciones y una mejora en las exportaciones-, no advierten un significativo cambio.
Aunque la rebaja del impuesto PAIS y de aranceles, incentivó las compras en el exterior, el mercado se preserva hasta diciembre cuando el equipo de Luis Caputo elimine por completo el tributo que impone 7,5% sobre las importaciones. Por eso, los sectores más sensibles a la competencia internacional ponen la mira en el 2024.
Amenaza en puerto
Mientras las principales preocupaciones del sector pyme disminuyen o se sostiene a lo largo del 2024, la incidencia de las importaciones en el mercado local despierta mayor interés en el empresariado.
Según la última Encuesta de Coyuntura del Observatorio Pyme, la alerta por la caída de las ventas bajó de 77% a 62% entre julio y octubre de 2024; del mismo modo el aumento de costos salariales se movió de 62 a 53% y el aumento de costos de materia prima se redujo de 53 a 41 %.
En tanto que el temor frente a la disminución en la participación del mercado a manos de importaciones creció de 19 a 20%, en línea con las dificultades de financiamiento (19 a 20%) y las de satisfacción de la demanda (7 a 10%).
Amenaza en puerta
Un caso testigo es el de la flexibilización del ingreso de acero que abrió debate en el centro del círculo rojo. Luego de que la Secretaría de Industria y Comercio del Ministerio de Economía modificó el reglamento técnico (RT) del acero para bajar los costos del proceso de importación, que según los datos oficiales en Argentina es hasta un 50% más caro que el promedio mundial, Paolo Rocca, titular del grupo Techint, salió al cruce.
“La defensa contra la competencia desleal es esencial. Necesitamos estabilidad en reglas de juego, reducción de la carga tributaria sobre las transacciones, en los costos laborales. Un tipo de cambio que refleje la productividad de los factores y no flujos de capital de corto plazo”, señaló.
En resumen, el sector industrial explica que “las importaciones no pueden ir por el ascensor y la mejora de la competitividad para las exportaciones por la escalera”.
Como dato adicional los empresarios también miran con atención la reacción de Javier Milei frente a la inversion China, a partir del retorno de Donald Trump al escenario global, como presidente de los Estados Unidos.
Aunque en una señal de acercamiento, el presidente confirmó que viajaría a Beijing en el marco de la Cumbre de la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), lo que podría contribuir a liberar la tensión comercial, fuentes oficiales indicaron que no hay ni fecha ni viaje previsto a ese país.