Laura Malo llegó a Israel desde Colombia cuando tenía doce años. Sus padres, ambos cristianos, decidieron emigrar al país motivados por una profunda fe, y al poco tiempo se convirtieron al judaísmo. Laura, sin embargo, decidió no convertirse; aunque se reconoce creyente, su vínculo espiritual es distinto. ‘Mi fe en Dios es muy grande, mucho más después de ese día’, cuenta, recordando el día que cambió su vida. Laura es una de las sobrevivientes del Festival Nova, uno de los focos de los ataques de Hamás, el 7 de octubre de 2023, a los territorios del sur de Israel.
Hace poco estuvo en Buenos Aires junto a Tribu Nova, una organización de sobrevivientes del festival, para presentar la Exhibición Nova. Esta muestra itinerante, que homenajea la memoria de los 350 asistentes cuyas vidas fueron arrebatadas, combina objetos rescatados del horror, como coches calcinados, instalaciones, videos del festival, objetos perdidos, con los testimonios directos de quienes vivieron ese día.”
El 7 de octubre al amanecer, a las 6.29 de la mañana, sonaron en las alarmas que advertían el peligro a los miles de jóvenes que estaban bailando y disfrutando de la música electrónica. El alba es la hora más esperada, el momento mágico, cuando la luz brinda una nueva forma de conectarse con quienes estuvieron compartiendo la fiesta, pero esa vez todo se tornó caos y oscuridad.
Laura junto a su amigo Itamar, escaparon en auto. Al tomar la ruta enseguida vieron un búnker y decidieron refugiarse allí para protegerse de los misiles. Apenas habían pasado dos minutos dentro cuando empezaron a escuchar disparos, muy cerca. En la entrada del búnker, vieron una pareja de beduinos corriendo hacia ellos y advirtiéndoles que los terroristas se acercaban y estaban matando a todos. Les insistieron en que huyeran de inmediato. Sin perder tiempo, volvieron al auto y comenzaron a conducir sin una dirección clara, guiados solo por el mapa de Waze que Laura había abierto. El único destino cercano que Waze les indicaba era el Kibbutz Nir Oz, por lo que decidieron dirigirse hacia allí con la esperanza de que alguien los recibiera. No sabían que iban directo a uno de los principales focos de los ataques planificados por Hamás. Lo comprendieron al llegar al kibbutz, cuando a 40 metros de la entrada notaron que los terroristas ya estaban en el lugar. En cuestión de instantes, comenzaron a dispararles, las balas atravesaron las ventanas del auto y pasaron a centímetros de sus cabezas. Entonces, Itamar giró bruscamente el volante hacia la izquierda y se dirigió por un camino de piedras que parecía abandonado hasta que por la velocidad de la huida y el miedo Itamar perdió el control y chocaron. Al intentar salir del auto volcado descubrieron que las puertas y las ventanas no se abrían. Laura pasó al asiento trasero y, al ver que tampoco podía abrir, decidió romper el vidrio con una patada. Así, lograron salir y, sin mirar atrás, corrieron para salvar sus vidas.
Finalmente, encontraron un invernadero abandonado, donde permanecieron ocultos durante 16 horas, sin agua ni comida, sin saber cuándo sería el fin de la pesadilla.
El relato de cómo Laura e Itamar lograron sobrevivir podría ser perfectamente el guion de una película de acción. Y pese a que revivir una y otra vez los recuerdos de esa jornada le es doloroso, ella elige contarlo, contarlo cada vez que alguien le pregunta, y no escatima detalles.
A pesar del desgaste emocional que puede implicar revivir esos momentos, siente que es fundamental compartir su relato. Para ella, contar su historia es una forma de honrar a quienes perdieron la vida y ayudar a que el mundo comprenda la magnitud del horror vivido.
“No quiero que al conocer mi historia la gente se quede con una sensación amarga, sino que se vayan con la esperanza de que estoy aquí después de un año de los ataques. Hay que darle fuerza a la gente, especialmente a los jóvenes. Yo tengo 29 años, y es importante que las personas luchen por sus sueños, que no se rindan. La vida es una, y uno no sabe qué puede pasar mañana. Es crucial transmitir ese mensaje porque muchas personas están enfrentando circunstancias difíciles, pero siempre hay algo peor y siempre hay alguien que ha pasado por un trauma fuerte. Para mí, ha sido un año largo y nada fácil, pero he optado por sanar, por vivir. Hoy tengo las fuerzas, gracias a Dios, para ayudar a otros a entender que se puede superar, incluso, lo peor.”, adelanta.
Así, al menos, fue lo que le sucedió a ella: cambió por completo su perspectiva del tiempo y de la importancia de tomar acción en el campo de los sueños. Laura Malo es DJ, compositora y cantante, pero hasta el día en que vio cara a cara la posibilidad de no salir viva de la situación, no supo cuánto necesitaba compartir con el mundo su talento. “Casi pierdo la vida y vi cómo todo se desmoronaba frente a mí. Ahora, al estar aquí con vida, es tiempo de realizar mis sueños.”, reconoce y revela que si antes componía letras de amor, el trauma vivido también forma parte de su nuevo repertorio. “Esto no fue un ataque contra judíos específicamente, porque yo no soy judía e igualmente casi me asesinan. Esto no es una guerra contra Israel, sino contra la humanidad.”, destaca.
– ¿Cómo transcurrieron las horas que estuvieron escondidos?
– Las primeras dos horas tuvimos comunicación hasta que se nos acabó la batería celular, entonces cuando llegamos mandé mi ubicación a mis padres y luego los llamé para despedirme porque yo no sabía si iba a lograr salir viva. Les dije que si yo no volvía a casa quería que supieran que los amaba.
– ¿Cómo reaccionaron tus padres al escuchar esa despedida?
– Mi papá no estaba enterado que yo había ido a la fiesta porque fue un plan de último momento. Como él pensaba que yo estaba en Tel Aviv me dijo que me quedase tranquila y me fuera a un refugio. Le expliqué lo poco que sabía de lo que estaba ocurriendo: ‘papá yo estoy en una fiesta en el sur, no sé qué está pasando acá, terroristas nos acaban de disparar en el auto, nos chocamos, papá me estoy escondiendo, creo que me van a matar, si no vuelvo a la casa quiero que sepan que los amo…‘. Esto lo decía en voz muy baja. Cuando mi papá comprendió la situación me dijo que no hablara más y me dijo las palabras que me dieron la fuerza como para aguantar todas esas horas.
– ¿Cuáles fueron esas palabras que te dieron la fuerza que necesitabas?
– Que no temiera lo que me fuera a pasar, que yo estaba en las manos de Dios y que, si era su voluntad que fuera mi último día, que yo tenía que aceptarlo, estar tranquila y confiar en Él. Esa palabras me entraron profundamente y me llenaron de calma en el momento más terrorífico del mundo, no sé cómo describir ese momento. Me puse en las manos de Dios. Literalmente, era todo lo que podía hacer. Resistir escondida, junto con Itamar y guardar silencio.
– No tenían idea de lo que estaba pasando alrededor…
– Escuchábamos los ruidos de los autos que pasaban a siete metros de nosotros sabiendo que allí estaban viajando los terroristas, cada vez que pasaba una moto rezábamos para que no fueran a parar; escuchábamos los misiles que caían cerca, los morteros, los disparos, los gritos del kibbutz y escuchábamos todo, era una situación de supervivencia extrema. No sé cómo expresar esa sensación, eso que nos pasaba al pensar que una hora atrás estábamos bailando y disfrutando con amigos sin hacerle nada malo a nadie, sonriendo, tomando algo y una hora después estábamos al borde de ser asesinados.
– ¿Se durmieron en algún momento?
– Logramos dormirnos, pese a que no queríamos. Pero es que el cansancio era grande por no haber dormido en toda la noche. En esa situación, y sin comer, y sin agua, con el desespero, el estrés y la adrenalina, nos quedamos dormidos en varios momentos. Pero nos despertamos por cualquier ruido también. Tal vez sonaba una bolsa sacudida por el viento y temíamos que fueran pasos. Además estaba lleno de bichos, serpientes, hormigas rojas, arañas, muchas veces me picaron y no podía rascarme para no hacer ningún ruido.
– ¿Cuando llegó el rescate?
– A las 10 y media de la noche llegó una tropa enviada por el ejército y les dieron nuestra ubicación. Ya mucha gente tenía nuestra ubicación, muchos amigos nos estaban buscando, no sabían nada de nosotros, si estábamos vivos, muertos o secuestrados en Gaza.
– ¿Cómo llegaste a estas reflexiones?
– Estuve en un momento muy oscuro después del 7 de octubre. Entré en depresión, tenía muchas pesadillas, muchos miedos, cualquier cosa me alteraba, estaba muy postraumática, cualquier ruido, cualquier cosa, ahí mismo me imaginaba lo peor. Me daba miedo incluso conducir sola a veces, empezaba a tener ataques de pánico, muchos, y empecé a ver a psicólogos y a terapeutas. También tengo mucha fe en Dios.
– ¿Cómo te ayudó esa fe?
– Yo siempre he creído en Dios, obviamente ahora mucho más porque lo que viví fue una experiencia demasiado elevada espiritualmente. En el momento en el que acepté mi muerte, porque literalmente sentí que en cualquier momento me iba de este mundo, entendí que uno se va con lo que hizo en su vida. Tú no te vas con lo material, con lo que tienes, sino te vas con los hechos, las acciones, tanto las malas, tanto las buenas. En ese momento, cuando entendí todo eso, volví a renacer.
– ¿Estamos hablando de una elaboración posterior, o que estás hablando del momento en el que estabas escondida?
-No, no, después. En el momento de la crisis era una locura, estaba enfocada en sobrevivir. Muchas cosas las empecé a entender después. Obviamente en su momento sí acepté todo eso, pero el entender todo lo que estoy diciendo ahorita, y el levantarme, eso fue un proceso que ocurrió después.
– ¿Cuántas veces contaste lo que te pasó?
– Lo he contado mucho. Miles de veces a lo largo del año que pasó. Y lo más curioso es que empecé a contarlo desde ese mismo día, cuando me rescataron y me llevaron al hospital. A la media hora ya estaba la prensa afuera y empecé a dar entrevistas. Sentí esa fuerza de poder hablar, no sé cómo. Después me llevaron al psiquiatra de emergencias y él mismo me lo dijo: “Mira, yo en este momento no tengo ningún medicamento, además de algún un calmante, para darte. Lo único que puedo decirte es que lo hables, cuenta lo que te pasó para que no se te vaya a convertir en un trauma”. Pues yo lo empecé a hacer desde antes de que me lo dijeran. Hablar mucho me ayudó a sanar.
-¿Qué recibías de quienes te escuchaban?
– Recibía mucho amor. Y cada vez que me decían ‘¡Qué valiente eres que lo cuentas!’ me daban más fuerza para seguir haciéndolo. Ahí entendí que estaba haciendo algo que estaba correcto, y que estaba por el buen camino, y eso me dio más fuerza aún.
Qué es la Tribu Nova
Tribu Nova es un festival de música trance que se convirtió en el escenario de un ataque terrorista perpetrado por Hamás en Israel el 7 de octubre de 2023: fue el primer festival de trance psicodélico en Israel. El encuentro que celebraba pacíficamente la amistad, el amor y la espiritualidad fue brutalmente interrumpido cuando miles de terroristas armados invadieron ese espacio seguro, asesinaron a 370 asistentes y tomaron a 44 como rehenes. La Tribu Nova organizó la Exhibición Internacional “Nova”, un proyecto itinerante que busca preservar la memoria de los afectados y promover la empatía y la paz. La exposición incluye relatos de sobrevivientes, recreaciones de los escenarios y objetos recuperados de la tragedia. Los fondos recaudados en la exposición se destinan a la Fundación Nova, que apoya la recuperación de la comunidad de sobrevivientes y el tratamiento de la salud mental de las víctimas y sus familias. En junio de 2024, miles de personas asistieron al Concierto de Sanación Nova en Tel Aviv, la primera reunión masiva de la Tribu Nova desde el ataque y la exhibición se realizó en Buenos Aires desde el 7 al 21 de octubre de 2024. El próximo destino es Los Angeles, Estados Unidos.
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