Cayetana y Celia son gemelas idénticas, nacieron prematuras y a los tres meses comenzaron a mostrar síntomas de una enfermedad rara: la Heteroplasia Ósea Progresiva (HOP). La primera, en particular, presenta una progresión más avanzada del padecimiento.
Este caso llegó al Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela, en España, donde la mexicana María Curras, quien tiene una maestría en biotecnología con especialización en biomedicina, realizó su tesis doctoral sobre el extraño caso de estas gemelas, mismo que investigó durante siete años.
“La tesis doctoral no fue un trabajo aislado, yo no hice en solitario todo eso, tuve mucho apoyo de mis compañeros. Es un trabajo muy completo porque afortunadamente estoy en un grupo multidisciplinar”, mencionó María para Infobae.
La HOP se caracteriza porque crea hueso en donde debería haber grasa subcutánea, generando dolor en el paciente y provocando dificultades de movilidad.
La labor de María Curras
María Curras estudió en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), y su objetivo inicial al viajar a España era realizar un posgrado en biotecnología, con la intención de regresar para continuar trabajando en el centro de investigaciones del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), donde ya contaba con una plaza.
Curras nunca imaginó que su estancia en el país europero se prolongaría por 11 años y formaría parte del primer estudio de células de pacientes con Heteroplasia Ósea Progresiva (HOP).
La HOP es un síndrome perteneciente a las enfermedades osificantes, que provocan la formación anormal de hueso en zonas donde no debería desarrollarse. Su origen radica en una mutación genética que altera la producción de una proteína crucial para el desarrollo adecuado de los tejidos.
Inicialmente, aparece una pequeña masa similar a un grano de arroz que crece hacia el interior, formando una capa de hueso que, en lugar de expandirse lateralmente, se acumula en profundidad. Cuando la osificación se encuentra cerca de un hueso, ambos se fusionan, provocando rigidez en la zona afectada y mucho dolor al paciente.
El equipo del que formaba parte María creó un biobanco de células aisladas de Cayetana. La investigación se centró en controlar los síntomas y mejorar la vida de la gemela mediante cirugías para extraer las osificaciones. También trabajaron en cultivos primarios para analizar tejidos y estudiar la enfermedad.
Inicialmente la investigación doctoral de María estaba enfocada en el estudio de vacunas en mujeres embarazadas, en particular la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tos ferina.
Curras tenía como objetivo realizar un ensayo clínico sobre la inmunización materna, enfocándose en la vacunación de las madres durante el último trimestre del embarazo para proteger a los recién nacidos.
Sin embargo, enfrentó un gran revés cuando, tras un año de trabajo aislando células de madres y recién nacidos, un fallo en la cámara de criopreservación provocó la pérdida de todas sus muestras.
Sin caso y sin una tesis definida, se vio obligada a replantear un nuevo tema lo suficientemente sólido para su investigación doctoral. En ese entonces había ayudado a aislar células de una gemela con una enfermedad rara: Heteroplasia Ósea Progresiva (HOP).
El caso de las gemelas con HOP
Las enfermedades raras, como la HOP son complicadas de tratar. No hay departamentos específicos para estos padecimientos, casi no hay pacientes y la información es escasa. Los padres de Cayetana y Celia llegaron con el jefe del servicio de pediatría, jefe de María, porque necesitaban orientación.
“Con poca información y con un temor tremendo, la familia de las gemelas se acercó al jefe de pediatría, quien ofreció los servicios clínicos, dar seguimiento con los síntomas, la progresión, todo lo que conlleva una enfermedad de ese tipo”, menciona Curras desde España.
También se ofreció la posibilidad de investigar para obtener información más clara sobre la enfermedad y su manifestación en las niñas.
Aunque el enfoque de María seguía vinculado a la inmunología, trabajando con células, sueros y plasmas, su área de estudio cubría parte de la línea de investigación del caso de las gemelas, lo que le permitió continuar en esa área y desarrollar su tesis con la que se titularía.
El jefe de María intentó ponerse en contacto con varios grupos del centro de investigaciones para ver si tenían ideas sobre cómo abordar el caso. Sin embargo, nadie supo cómo tratarlo y se mostraron reacios a asumirlo, ya que no querían incursionar en temáticas ajenas a sus líneas de investigación.
“En el laboratorio en el que trabajo tengo compañeros bioinformáticos, biólogos, biotecnólogos, farmacéuticos, enfermeras, médicos. Se propuso con todo el expertise de cada uno crear una pequeña línea para el caso y así comenzamos”, mencionó Curras.
Inicialmente no había forma de saber qué padecían las gemelas. Sin embargo, la neonatóloga del hospital estaba familiarizada con la enfermedad, lo que facilitó el diagnóstico.
Posteriormente, se realizaron análisis genéticos tanto a las niñas como a sus padres, confirmando que se trataba de una mutación de novo en el gen GNAS, es decir, una mutación espontánea ocurrida durante la embriogénesis.
“Parte de nuestra hipótesis nos lleva a creer que la diferencia en la progresión de la enfermedad sucede en la embriogénesis, cuando los gemelos se separan, se dividen, pues ahí se reorganizan muchas cuestiones celulares… Hipotetizamos que a lo mejor una de las hermanas se llevó más carga de mutación que la otra”, menciona María a Infobae.
El proceso se extendió durante más de siete años, tiempo en el cual comenzaron a retirar las osificaciones que causaban dolor a Cayetana.
“Es una enfermedad que no tiene tratamiento. El dolor es básicamente lo que le impide tener una vida digna. Cada vez que tenía cirugía se sacaban osificaciones y a partir de ahí decidimos crear un biobanco de células aisladas de tejidos de la niña”, menciona.
El tratamiento se centraba en controlar los síntomas y mejorar su calidad de vida dentro de lo posible. Las cirugías se convirtieron en una forma de terapia paliativa, ya que las osificaciones se desarrollaban en áreas que provocaban pinchazos.
En 2020, las dos piernas de Cayetana le fueron amputadas, y se crearon biobancos a partir de cultivos primarios. Las células se aislaron directamente de los tejidos del paciente sin manipulación adicional.
“Las técnicas de aislamiento son muy importantes para el estudio de enfermedades, sobre todo en las ultra raras porque tú puedes probar y analizar y ver cosas directamente en el tejido del paciente… Hice un biobanco de células de la osificación del hueso normal, de piel, de cartílago, de músculo y de grasa”, comenta María, bromeando al final sobre la seguridad de las muestras, asegurando que esta vez están resguardadas en una cámara que no fallará.
Lo más difícil del caso
Al analizar los resultados de su investigación, María tuvo que enfrentar una distinción que, en su momento, le resultó difícil: diferenciar entre los objetivos del trabajo, la necesidad de cubrir la hipótesis y las expectativas personales.
María entiende que en una investigación científica el anonimato de los pacientes es clave para mantener la objetividad. Sin embargo, en este caso, tuvo un contacto constante con las gemelas. “Yo conozco a Caye y a Celia en persona desde que tenían tres años, venían al laboratorio… Inevitablemente les coges cariño”, confiesa.
Este factor se combinó con el síndrome del impostor que experimentaba Curras, quien sentía que, a pesar de haber recopilado una gran cantidad de información, nada de ello era útil y que no había hecho una contribución significativa. No sentía que su trabajo tuviera algún impacto. A esto se sumó la repentina muerte de su madre y la imposibilidad de viajar a su país natal debido a la necesidad de realizar trámites para su tesis.
“Yo esperaba con todo mi corazón que unos estudios que yo hice de proteómica en sangre hicieran una diferencia… en mi mente yo ya tenía hasta la vacuna para la niña. Tenía mucha esperanza de encontrar algo, pero esto es como hallar una aguja en un pajar”, confiesa.
El objetivo de este estudio era encontrar una proteína presente en una de las gemelas que estuviera ausente en la otra, algo que pudiera arrojar luz sobre la causa de la manifestación de la enfermedad.
Curras cuenta que con mucho trabajo pudo reconocer lo que habían logrado: antes de sus hallazgos, no existían artículos publicados sobre un tema tan específico como el estudio de células de pacientes con heteroplasia ósea progresiva.
El equipo publicó un artículo que analizaba los genes expresados en las células osificadas de Cayetana y en las células de tejido normal, comparando ambos tipos de tejido.
María reconoce que lograron superar los objetivos iniciales del proyecto, ya que a lo largo del tiempo adquirieron mayor experiencia en los análisis. Además, contaron con el apoyo del grupo de enfermedades musculoesqueléticas del instituto, cuya experiencia, aunque centrada en otras enfermedades osificantes, fue fundamental para el avance de la investigación.
La HOP y la importancia de su visibilización
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define una enfermedad rara como aquellas que se presentan en menos de cinco personas por cada 10 mil habitantes, la Heteroplasia Ósea Progresiva se cataloga como tal.
“Al no formarse bien hace que la célula madre, que debería formar grasa, forme hueso. A diferencia de otras enfermedades osificantes, la HOP es profunda, es decir, que la osificación empieza en la grasa subcutánea, la grasita debajo de la piel”, explica Curras.
“Los padres de las niñas en todo momento valoran mucho todo el esfuerzo. Ellos están conscientes de que nada de lo que estamos haciendo va a alcanzar a sus hijas”, menciona.
A raíz de una entrevista publicada por el periódico El País, varios investigadores en España respondieron con interés, ofreciendo ideas y sugerencias sobre posibles tratamientos, lo que generó un feedback muy valioso para el equipo.
Gracias a la Asociación Gallega de Heteroplasia Ósea Progresiva (ASGPOH), fundada por los padres de Cayetana y Celia, otros cuatro pacientes se pusieron en contacto con el equipo de investigación.
“La ASGPOH nace con el propósito de dar visibilidad a esta enfermedad ultrarrara, progresiva, degenerativa e incapacitante… queremos que funcione como una plataforma para el estudio de la enfermedad, además de brindar apoyo psicológico, administrativo y social, y organizar actividades en el marco de las enfermedades raras y minoritarias”, menciona la página de la asociación.
De los cuatro pacientes que contactaron a la asociación, se confirmaron dos nuevos casos, uno de ellos fue un joven de 16 años que mantiene comunicación constante con el jefe de María, en busca de más información sobre su enfermedad.
Aunque Curras haya completado su tesis, Cayetana y Celia siguen ocupando un lugar especial en su vida. Hace algunos meses se volvieron a reunir, y aunque no se hablan todos los días, coinciden cuando regresan al hospital, ya que el proyecto aún no ha concluido.
Actualmente, María repite algunos experimentos de su tesis que antes no pudo realizar por falta de tiempo. Su meta es reforzar los resultados de su estudio para hacerlos más sólidos y poder publicarlos.
Además, trabaja en la creación de células madre modificadas genéticamente para simular la mutación presente en las gemelas. Esto le permitirá comprender mejor los procesos dentro de las células afectadas por la enfermedad.
María también tiene planes de desarrollar un modelo animal genéticamente modificado con la mutación específica que presentan Cayetana y Celia.
“Eso ya es suficiente trabajo para otros años más… Seguiremos aportando lo que se pueda en esto”, concluye.