El resultado electoral de Uruguay y la incógnita de lo que pueda ocurrir en los inminentes comicios presidenciales de Estados Unidos despertaron una luz amarilla en la Casa Rosada ante los tiempos de cambio que se vienen y el ajuste en la política exterior que debería hacer Javier Milei si los nuevos vientos electorales viran hacia gobiernos de izquierda.
El candidato del Frente Amplio Yamandú Orsi ganó con amplio margen los comicios uruguayos sobre el oficialista de derecha Alvaro Delgado y deberá esperar al ballotage para ver si finalmente llega a la presidencia. No obstante, el resultado de este domingo adelantó un nuevo mapa político que podría darse en la región con un eventual regreso de la izquierda en Montevideo y los gobiernos del mismo singo político en Brasil, Chile y México.
En la Casa Rosada se mostraron cautos y confían en un milagro que revierta la situación en Montevideo. La ecuación es simple: Milei tiene mucha más afinidad con el Partido Nacional gobernante de Luis Lacalle Pou, logró un buen diálogo con el actual presidente y mantienen coincidencias en el plano de la estrategia diplomática ante foros internacionales.
Ante el resultado electoral, desde la Cancillería sólo se limitaron a exponer un breve comunicado en el que destacaron los comicios de Uruguay y ratificaron el compromiso de Argentina por “continuar trabajando para intensificar los tradicionales lazos de amistad y fortalecer la cooperación entre ambas naciones en los temas de la agenda común”. No dirán mucho más. Esperarán lo que ocurra en el ballotage de noviembre.
El expresidente uruguayo Julio María Sanguinetti dijo que no veía diferencias para Argentina si gana Orsi o Delgado y evaluó que la relación con la Argentina está “más allá de contingencias”.
Pero en la Casa Rosada admiten que la llegada de un gobierno de izquierda en Uruguay obligará a Milei a redefinir su vínculo con Montevideo en lo que hace a las relaciones comerciales, la estrategia ante el Mercosur e incluso especulan con el nuevo frente de tormenta que se podría abrir con Lula Da Silva en Brasil, Gabriel Boric en Chile y eventualmente Orsi en Uruguay.
Por lo pronto, hay un vínculo comercial muy fuerte con Argentina que podría verse deteriorado con la llegada de un referente de la izquierda en Uruguay. Lo mismo en el plano del Mercosur donde el Frente Amplio siempre abrió las puertas a Venezuela o Bolivia, dos enemigos abiertos de Milei. Y en el plano internacional el fuerte viraje de Uruguay con China por un acuerdo de libre comercio también podría complicar los frentes externos de Argentina.
No obstante, hay una coincidencia en el mundo diplomático sobre el nuevo mapa político que se podría dar en Uruguay: la estabilidad política y económica de los vecinos hace que no se ponga en riesgo un cambio tan sustancial en relación con la Argentina y más bien en el plano comercial, aseguran, todo dependerá en gran medida de lo que ocurra con la apertura del cepo o lo que defina Milei en relación al tipo de cambio.
En paralelo a esto, en el gobierno miran con mucha expectativa lo que ocurrirá en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Milei jugó fuerte por la candidatura de Donald Trump y el avance en las encuestas de la demócrata Kamala Harris puso nerviosos a más de un funcionario del gobierno.
Es cierto que el apoyo de Milei a la candidatura de Trump no cayó nada bien en el gobierno de Joe Biden y generó tensión en las filas demócratas. Pero los diplomáticos de larga trayectoria en Washington admiten que tarde o temprano los canales institucionales se acomodan a las relaciones bilaterales y la Argentina se podrá adaptar a un eventual gobierno de Harris si gana los comicios ya que hay valores básicos que Milei comparte con Estados Unidos.
De hecho, el embajador argentino en Estados Unidos, Gerardo Werthein ya recorrió todos los despachos de terminales demócratas y republicanos para hacer un equilibrio supremo en los futuros vínculos de Milei con el nuevo presidente o presidenta norteamericano.
Es decir, que el gobierno argentino ya dio muestras tanto a republicanos como a demócratas de seguir adelante con una “agenda positiva” bilateral fortalecida en el plano de la lucha contra el narcotráfico, los acuerdos en materia de defensa, la cooperación en ciencia y tecnología y los alineamientos internacionales contra Rusia por la invasión en Ucrania.
“Buena parte de esta agenda se mantendrá más allá de quien llegue a la Casa Blanca. Se trata de una agenda donde la Argentina y Estados Unidos comparten valores comunes”, dijo un funcionario del gobierno.
Según aseguran en la Cancillería y la Casa Rosada, estos parámetros no se van a mover por el lado de Milei gane quien gane las próximas elecciones en Estados Unidos. El resto serán cuestiones de afinidad, personalidad de un presidente u otro, empatía o simplemente pura química. Para ello, Milei ya demostró que es pragmático y que muchas veces las relaciones personales pesan más que las trabas ideológicas.