A Jorge Enrique De Marco lo mataron a golpes en su casa de San Isidro durante un robo. Los asesinos escaparon de la escena del crimen en un remise que los fue a buscar desde la zona de la villa La Cava, en Beccar. El chofer no llegó solo. Llevaba una pasajera: Sharon Lucero Silva, de 19 años y novia de uno de los homicidas. La joven fue una de las primeras detenidas del caso y fue imputada del delito de “encubrimiento en la modalidad de favorecimiento personal agravado por ser consecuencia de un hecho especialmente grave”. En las últimas horas, un tribunal de alzada dictó su sobreseimiento.
Así lo informaron a LA NACION fuentes judiciales. La decisión fue tomada por los jueces Loenardo Pitlevnik y Ernesto Garcia Maañón integrantes de la Sala I de Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de San Isidro.
“No parece razonable que tratándose de un plan criminal de tal envergadura y que involucró al menos a cuatro personas que ingresaron a la casa de la víctima que terminó muerta a los golpes, Silva no haya estado prevenida de la situación. De haber conocido desde el inicio lo que sucedería, es lógico pensar que debería haberlos esperado afuera del domicilio en el momento del robo a fin de evitar demoras o improvisaciones que pudieran frustrar el ilícito. Entiendo que los elementos colectados no me permiten descartar el relato de los hechos realizado por la imputada y tener por acreditado que ella no sabía que en ese momento estaba ocultando el delito que acababa de cometerse o ayudando a sus autores a escapar de la Justicia”, sostuvo en su voto el juez Pitlevnik, según el fallo, al que tuvo acceso LA NACION.
La decisión de los camaristas será recurrida ante el Tribunal de Casación Penal bonaerense por la Fiscalía General de San Isidro, a cargo de John Broyad.
De Marco tenía 65 años y fue asesinado a golpes en horas de la madrugada del 14 de marzo pasado en su casa situada en San José 86, en la zona del Hipódromo de San Isidro. Los delincuentes se llevaron 15 armas de fuego, dinero en efectivo y el teléfono celular de la víctima como botín.
Cuando fue indagada, Lucero Silva dijo que la madrugada del 14 de marzo pasado dormía en la casa de su novio, T. S. [cuya identidad no se publica porque en el momento del crimen era menor], cuando la despertó una llamada de un teléfono que no tenía agendado “No te pongas a hacer preguntas ni nada, pero necesito que me mandes un auto”, fue lo primero que escuchó la joven, según declaró.
Como las aplicaciones tenían mucho tiempo de espera, la joven decidió ir a una remisería. “Él me decía que no diga nada, que no le haga preguntas. Yo hablé durante todo el trayecto, pero se cortó en dos oportunidades. [cuando llegaos] se subió en el auto con dos más. Entramos a una casa en La Cava chica [sic]. Cuando entramos pusieron las cosas arriba de la mesa y ahí veo un arma larga grande y en la caja había una no tan larga, pero más grande y después había tres pistolas negras. Yo le dije que estaba asustada y él me decía ‘más te vale que no mandes en cana a los pibes’. Me fui a la casa de él. Llego y se lo cuento a la mamá que me dijo que me quedara tranquila. Ahí me acuesto y me quedé dormida. [al otro día] Voy a lo de mi tío y me dicen que me buscaban a mí y a T. S.; entonces ahí le dije a mi tío que me quería entregar porque yo no había matado a nadie. Ellos me dicen que todavía no, que llame a una abogada”.
En una ampliación de su declaración indagatoria, Lucero Silva sostuvo que sufría violencia física por parte de su novio, que estaba armado y que ella tenía miedo de que le pegara si no hacía lo que le pedía. T. S. sostuvo que su novia no tenía idea de que él había ido a “ese lugar”, la escena del crimen.
“Se aprecia, entonces, que la prueba colectada, tanto lo que declaró la joven, como lo declarado por los autores del hecho, como lo que se aprecia de las filmaciones y aportes de testigos, todo coincide con la narración de descargo”, se explicó en el fallo donde se sobreseyó a la novia de uno de los sindicados homicidas.
La investigación del homicidio estuvo a cargo de los fiscales Patricio Ferrari y Carolina Asprella, quienes con la colaboración de detectives de la policía bonaerense pudieron identificar a los sindicados autores del crimen. Dos sospechosos, Kevin Sebastián Leites y Francisco Miguel Gaitano, serán juzgados por el delito de homicidio criminis causae (matar para lograr la impunidad) agravado por la participación de un menor de edad, en calidad de coautor y partícipe necesario, respectivamente.
T. S. será juzgado por un tribunal del fuero penal juvenil porque en el momento del homicidio era menor de edad.
“Estamos a la espera de la resolución de la causa que está en el fuero penal juvenil y que también necesitamos que sigan buscando a los prófugos. Solo busco Justicia”, sostuvo a LA NACION Susana Dascalaky, la pareja de la víctima.