Si algo la distingue de la quietud aparente de las plantas es que Tamara Fanta nunca dejó de moverse. Nació en Santa Fe, vivió en Córdoba, en Brasil y ahora reside en Paraná. También apostó al movimiento en su vida profesional ya que, si bien se formó como diseñadora gráfica e ilustradora, el destino le tenía preparado otro terreno de expresión laboral: el jardín. Creó una marca –Gran Jardín– bajo la cual montó una escuela herbal y desarrolla infusiones sin dejar de hacer arte en cada una de sus combinaciones y también en las etiquetas de los productos (16 variedades de blends que se venden en todo el país) donde crece y brota su delicado trazo. Una emprendedora de diseño propio que estará presente el viernes 25 de octubre a las 17 en Jardín Fest para compartir su historia y sus conocimientos.
Todo lo que tenés que saber de Jardín Fest
¿Cómo conectaste con el jardín?
Yo soy de Santa Fe capital, vivía en la ciudad y no tenía una relación muy estrecha con la naturaleza. Pero alquilé una casa con un pequeño jardín con plantas, muchas de ellas medicinales, que había sembrado la dueña de la vivienda. Despertaron mucha curiosidad en mí y empecé a querer conocerlas y a probarlas, a armar distintos tecitos para ver qué sucedía. Como trabajaba de diseñadora gráfica, en 2008 me invitaron a participar, con algo mío, en una feria de diseño en la ciudad; ahí se me ocurrió diseñar y dibujar las etiquetas de algo que hacía y no era mi profesión original: infusiones. Hice seis variedades y fue un flash, tuvieron muy buena aceptación.
¿Qué te atrajo de las plantas?
Su sutileza y lo intangible de su belleza. Yo venía de trabajar con la imagen y acá había algo del aroma que no es un aspecto concreto, es algo invisible que llega al cuerpo a través de otros sentidos. Además, ya tomaba esencias florales de Bach y me fascinaba todo el mundo sutil de los efectos de las flores sobre la psiquis.
¿Cómo se integró con lo que ya sabías hacer?
Las plantas me daban la excusa para que la gente se llevara algo lindo, un dibujo, un paquetito. Los blends los armaba en saquitos de gasa, me interesaba trabajar materiales que no tuvieran impacto negativo en el medio ambiente. No quería hacer una bolsita de plástico que después se tirara, sino un objeto de diseño por fuera y que por dentro tuviera algo apuntando al bienestar. Así empezó Gran Jardín, una marca que nació inspirada en un pequeñísimo jardín del fondo de mi casa y, como en el gran fractal que es la naturaleza, se fue replicando en formas más grandes. Ese jardincito lo empecé a ver por todo el barrio y ahí entendí que eran casi todas las mismas plantas de las abuelas dueñas de esas casas, mujeres que se iban pasando los plantines entre las vecinas.
¿Qué tipo de plantas había?
Algunas de las más conocidas como melisa, menta, otras culinarias como romero, tomillo, había rosales y yo estaba deleitada con el perfume, me puse a hacer agua de rosas para usar en la piel y también tés con los pétalos. Empecé a jugar y a aprender.
Mi marca que nació inspirada en un pequeñísimo jardín del fondo de mi casa y, como en el gran fractal que es la naturaleza, se fue replicando en formas más grandes.
¿Te formaste de manera autodidacta?
Sí, fue todo intuitivo, haciendo, porque me interesaba que partiera de la experiencia sensorial, quería pasarlo por el cuerpo para aprender. Y después también leyendo mucho. Cayó en mis manos un libro de plantas medicinales y después seguí por la aromaterapia. Empecé a estudiar, investigué sobre las plantas autóctonas de Sudamérica de un autor de Paraguay, donde actualmente todavía la cultura herbal se mantiene en las casas. Empecé a consultar textos en inglés y conocí Herbal Academy que es una escuela online de Estados Unidos que me ofreció un enfoque más integral, una formación un poco más “formal” por así decirlo. Allí pude acceder a info, no sólo científica, sino también a estudios más sutiles sobre las plantas y sus efectos, por ejemplo, a nivel psíquico o meditando con esa planta, qué información te llegaba. Me parecía muy interesante integrar todo y, bueno, no es menor el hecho de que yo viví en el Valle de Punilla en Córdoba durante siete años, fue donde me formé con un montón de plantas silvestres alrededor, tomando cursos con gente de la zona con plantas nativas. Es como que conozco más las plantas de Córdoba que las del Litoral que es de donde yo soy o donde estoy viviendo, Igualmente ya hace un tiempo que me estoy familiarizando con ellas.
Haber vivido en paisajes tan distintos ¿qué te fue enseñando con respecto a los diferentes vínculos con las plantas según el entorno?
La naturaleza en Córdoba me enseñó mucha paciencia, sobre todo porque los inviernos son muy fuertes y yo tenía huerta, y ahí se hiela todo y demora un poco más en crecer, a diferencia de la abundancia y exuberancia del Litoral y del sur de Brasil. También entender que las plantas del lugar, las autóctonas, son las más fuertes, que por algo se desarrollan ahí. Vivir en la naturaleza me enseñó a respetar el lugar de la planta y a reconocer cuánto la estresa si quiero sacar y llevar a mi jardín una especie que está preparada para sobrevivir en un lugar muy distinto.
¿Elaborás tus productos con cultivos propios?
Muy pocos son propios. A lo largo de los años hice un arduo trabajo para encontrar productores agroecológicos, y aún lo sigo haciendo. Lo que no cosecho, lo compro a personas que me dan mucha confianza en cómo cuidan a la planta y al planeta.
¿Conocés las plantas desde el punto de vista biológico, a partir de su anatomía y su comportamiento?
El foco no lo pongo en la planta en sí, es decir el aspecto botánico, sino específicamente en la interacción con el ser humano. Me parece fascinante ese aspecto. Empecé desde lo sutil, trabajando con aromas y con Flores de Bach, que me llevaban a algo muy mágico y a la vez muy real. Me parecía que esa sabiduría que te da la naturaleza, que te dan las plantas, había que transmitirla. Encontré en los tés la manera de volver a la conexión con la naturaleza a través de los beneficios de las plantas y también combinar un poco el arte de mis dibujos.
¿Y la parte de enseñanza?
Hace poco armé una Escuela Herbal donde doy talleres a partir de esta necesidad de transmitir lo que experimento y aprendo. Además sumo a otros profesionales y instructores relacionados con el universo herbal para que den sus cursos. La Escuela se está armando de a poco y será una gran comunidad de amantes de las plantas. Doy cursos online y presenciales porque quiero que eso llegue a todo el mundo, y son muy simples porque no quiero que sea una formación súper compleja, sino cotidiana y accesible a todos. La conexión con las plantas desde esta perspectiva es algo que está en nuestro ADN, no sólo porque nuestros antepasados lo practicaban, sino porque somos parte de la Naturaleza. Es despertar eso que ya está en nosotros y es muy gratificante y transformador.
¿Qué cursos das?
El primero es El arte del blending Herbal, en donde enseño a crear tus propias mezclas para infusión. El online es más completo que el presencial que suelo dar, abarca la historia de las plantas, doy tips para identificar las energías que tienen las plantas y la necesidad que tenemos los humanos, es decir, cómo elegirlas para equilibrarnos, fichas y ejercicios para practicar en casa. Hay otro curso de preparados herbales que no son solamente infusiones, por ejemplo, de gaseosas probióticas, otro curso gratuito de cómo hacer un pequeño jardín herbal propio. Cómo sembrar y cosechar aprovechando los ciclos lunares. La idea de tener un jardín lindo visualmente pero donde también haya plantas de las que podamos nutrirnos. Y vendrán muchos más.
El foco no lo pongo en la planta en sí, es decir el aspecto botánico, sino específicamente en la interacción con el ser humano.
Apuntás a los efectos que produce cada especie.
Sí, en un blend para mí es importante combinar plantas para que quede una infusión rica pero también tenga un objetivo, un efecto de acuerdo a una búsqueda determinada, a una intención.
¿Qué se le puede pedir a las plantas?
Las plantas tienen mucho para dar, solo hay que saber escucharlas. La forma de escucharlas puede ser desde tomar una infusión y sentir sus efectos sobre nuestro cuerpo, sentir su aroma, acariciar su textura, hasta caminar por un bosque y acercarte a alguna planta que te llamó la atención. Tampoco se trata sólo de pedir y tomar lo que nos dan, también tenemos que hacer nuestra parte. Por ejemplo, si queremos dormir mejor no basta solamente con tomar una infusión de hierbas relajantes, también debemos acompañar esto con hábitos saludables para el descanso, como reducir pantallas, cenar temprano, desconectar de las redes y conectar con una lectura o música agradables.
¿Cuál es el ABC del blending de infusiones?, ¿qué hay que tener en cuenta para armar una infusión con plantas a la medida de lo que uno busca?
Primero es importante conocerse uno: ¿cuáles son mis cualidades y características? soy muy activa? tengo la energía baja? Cómo es mi digestión? Tiendo a ser ansiosa?. Y después, conocer a las plantas, cada una por separado, ¿cómo son? ¿qué efectos tienen? Después probar qué te producen. Registrar qué te genera cada una cuando la pasás por tu cuerpo. Yo llevo un pequeño diario herbal donde anoto mis experiencias para poder luego hacer algo con ellas. Esto es porque una misma planta no es para todo el mundo. Por ejemplo, la manzanilla es una flor muy noble que incluso pueden tomar embarazadas y niños, pero hay personas a las que les puede bajar la presión. La idea es encontrar las plantas que te hagan bien y te funcionen, tomarlas como si fueran un alimento. Obviamente estoy hablando de plantas seguras que cualquier persona saludable puede tomar de vez en cuando sin contraindicaciones. Si hablamos de un tratamiento fitoterapéutico o tomar plantas si uno está con alguna enfermedad, hay que consultar con un especialista. Creo que no hay recetas infalibles iguales para todos, por eso hay que probar: con conocimiento previo y observándonos. Es un proceso de aprendizaje permanente.
En un blend es importante combinar plantas para que quede una infusión rica pero también tenga un objetivo, un efecto de acuerdo a una búsqueda determinada, a una intención.
¿Algún consejo básico en la manera de combinar?
Buscar el equilibrio, no mezclar plantas súper estimulantes con plantas súper relajantes, por ejemplo. Ni combinar demasiadas plantas, a veces una mezcla con tres ingredientes ya es perfecta. Buscar balance también en los aromas y en lo visual. Jugar, experimentar y probar. Y tener en cuenta las proporciones: para tomar una taza de té se usa un puñadito -2 gramos más o menos-.
¿Hay tendencias en el té que se pone de moda las flores blancas o que se ponen de moda cosas y vas?
Yo estoy un poco corrida de las tendencias, la verdad. El mundo del té, el oriental tradicional, me encanta, pero no es lo mío. Lo mío es más herbal y me gusta integrar todas las culturas, no solo usar las nativas argentinas, también uso plantas que usan en ayurveda o en la medicina china. Me gusta aplicar la medicina herbal a infusiones cotidianas de disfrute. Hoy veo que la gente se interesa más por el té y está mejorando su sensibilidad en los paladares. Por otra parte, se rechaza cada vez más el uso de saborizantes y se prioriza el sabor natural de una planta. Muchas personas que creen que no les gustan las infusiones con frutos rojos, cambia de opinión cuando los prueba desde el fruto real como el arándano, la frutilla o la frambuesa, porque es otra cosa completamente diferente.
Las plantas tienen mucho para dar, pero no se trata sólo de pedir y tomar lo que nos dan, también tenemos que hacer nuestra parte.
¿Cuál es el mensaje que transmitís con Gran Jardín?
Invito a volver a lo natural para reconocernos. Nos olvidamos un poco de quiénes somos cuando estamos metidos en la vorágine de la vida moderna y a veces nos perdemos de vista o no sabemos que hay un planeta – naturaleza que nos contiene, un cosmos que está siempre, está a nuestro servicio y del cual formamos parte, incluso viviendo en el caos de una ciudad. Salís por tu barrio y ves los árboles o a un balcón y mirás una maceta con una planta, ves una flor que está abriéndose, una mariposa, una abeja, te sacan una sonrisa, te transforman. Consumirlas es una excusa para reconectar con lo que hemos olvidado.
Para conocer más de Tamara Fanta, te invitamos al Jardín Fest el viernes 25 de octubre a las 17 a presenciar una entrevista en vivo.