El Gin&Tonic es uno de los tragos más conocidos y consumidos en el mundo. Su historia recorre distintos continentes. Durante el régimen colonial impuesto por Inglaterra en la India entre mediados de siglo XIX y finales de la segunda Guerra Mundial, los ocupantes británicos tuvieron que enfrentarse a graves enfermedades para las cuales no estaban preparados. Una de las más temidas era la malaria; por suerte, descubrieron que la corteza de un árbol sudamericano –la chinchona– era un antídoto efectivo. De ese árbol extrajeron la quinina, un alcaloide tan amargo que, para rebajarlo, lo mezclaron con agua carbonatada y azúcar, creando así la indian tonic. La misma que finalmente se mezcló con el gin, convirtiendo lo que había nacido como un remedio en un cóctel ligero y burbujeante.
En los últimos años el Gin&Tonic se puso de moda. Gin, tónica, hielo, una copa. Con pocos elementos, las opciones y modos de elaboración se multiplican. Para encontrar la receta perfecta, tres bartenders dan sus consejos.
La copa
Por décadas, la tradición fue preparar los Gin&Tonic en vaso de trago largo, de bordes rectos y altos. Pero desde hace 20 años llegó la copa balón, de forma casi esférica y de gran tamaño.
“Para mí es mejor elegir una copa grande de vino, como la de Cabernet Sauvignon. A las copas balón, por su peso y balanceo, las terminás agarrando desde arriba, y transmitís el calor de tu mano al trago. En cambio, las de vino están diseñadas para ser sostenidas desde el tallo. Al tener más capacidad, permiten poner gran cantidad de hielo sin perder la proporción de gin versus tónica”, dice Juan Cruz Oviedo, jefe de barra en 878.
El gin
A la hora de hablar de un clásico, la primera elección podría ser el tradicional London Dry Gin. En Argentina hoy están presentes las marcas británicas más reconocidas, que son siempre una gran opción, pero también hay infinidad de otras etiquetas que apuestan al mismo perfil donde el enebro es protagonista. “Me gusta usar marcas de gin nacionales; sin ser británicos, logran el mismo espíritu. Otra opción es usar un estilo más contemporáneo; hay varios que suman infusiones con distintas hierbas locales, con frutas y especias. No creo que exista un único gin ideal para el Gin&Tonic; al revés, lo divertido es jugar y seguir tu paladar”, asegura Florencia Nahir, a cargo de Verne Club.
La tónica
A la revolución del gin, con más de 100 marcas distintas solo elaboradas en Argentina, le siguió una revolución de la tónica, aunque de menor envergadura. “Están las grandes marcas de góndola y varias artesanales”, cuenta Gonzalo Duarte, Head Bartender en Frank’s. “Para mí, lo mejor es elegir tónicas que no sean muy dulces, para no eclipsar al gin. Me gustan las de perfil cítrico, con un amargor presente”, continúa.
En lo que no hay discusión es que la tónica debe estar fría antes de ser incorporada al trago. “Ponés el hielo, el gin, finalmente la tónica. Si no está fría, va a diluir el hielo, y perderá mucho de su gas. Otro tema importante es usar botellas chicas o latas de tónica: la grande de litro y medio o dos litros sirve al principio, pero luego también va perdiendo el gas”. La proporción ideal, para Gonzalo, es la de 30/70. Es decir, 30% de gin, y 70% de agua tónica.
El garnish
En los últimos tiempos, muchos bartenders y marcas comenzaron a modificar el garnish tradicional del Gin&Tonic, saliendo de la típica piel de limón para agregar especias, frutas, hierbas, incluso verduras, raíces, bitters y todo lo que dicte la imaginación.
Pero un Gin&Tonic no debería perder su esencia elegante y simple, donde el garnish suma a la mezcla, sin confundirla. “Si vas por lo clásico, iría por una rodaja de pomelo, como mucho sumar una hierba, como un romero. No me gusta usar frutos rojos, tampoco especias que no den aroma (como las bayas de enebro), o algo demasiado potente que sobrepase al resto del trago. A mí me gusta más la rodaja de cítrico que la piel: que se pueda comer y sume a la experiencia”, afirma Florencia Nahir.
El hielo
Ingrediente muchas veces menospreciado, es clave. Según Juan Cruz Oviedo, es un tema de cantidad y de calidad. “Me gusta entero, no partido, pero también están perfectos los cubos hogareños. Está bueno hacerlos con agua filtrada, para evitar sabores raros, y que en el freezer no haya nada muy aromático, como pescado”.
Si bien muchos creen que más hielo implica menos bebida, no es así. “Si vos ponés poco, se derrite rápido y el trago termina aguado. En cambio si llenás el copón de hielo, se enfría de inmediato y casi no se derrite. Tenés que poner hielo hasta que sobresalga por encima de la copa”, concluye Oviedo.