Poner foco en cómo mejorar la calidad de vida de las personas es parte de la agenda del real estate. Para lograr un negocio sostenible en el tiempo los desarrolladores entendienron que no basta con vender solo ladrillos, sino pensar en emprendimientos que se centren en el bienestar. De hecho, los más osados ya se animan a aplicar el modelo implementado en Dinamarca, uno de los países con mejor calidad de vida, impulsado por el reconocido arquitecto y urbanista Jan Gehl, que explica cómo una edificación puede generar ese bienestar, a través de la conexión humana.
¿Qué significa esto? Se trata de un modelo arquitectónico europeo que propone un paradigma llamado “escala humana”, en donde se busca lograr sociedades cada vez más sanas, sustentables y en las cuales prima el encuentro; clave para que los seres humanos se conecten, algo que se perdió con el avance de la tecnología.
La luz natural, el contacto con la naturaleza, el vivir en comunidad y la calidad del hábitat urbano, son los principales pilares que sostiene Gehl. En línea con esto, los estudios de Harvard dicen que “los amigos son los generan que una persona sea más feliz”. “Para lograr escala humana, muchas veces hay que renunciar al Factor de Ocupación Total, más conocido como el FOT que tiene la tierra”, asegura Federico Canepa, fundador y director de Aria Desarrollos, quien avanza en un proyecto de US$16 millones de inversión que ocupa una manzana en la zona de La Horqueta, San Isidro, ubicada entre la Panamericana y el acceso Tigre rodeada de barrios cerrados, colegios y centros comerciales que hacen culto a un estilo de vida “walking distance”.
“Buscamos adaptarnos primero a la forma de vida y después a los espacios y a la arquitectura”, agrega el ideólogo que aplica la teoría danesa de escala humana y, en parte también, para acompañar toda la vegetación y el verde de la zona.
El emprendimiento llamado Bosco La Horqueta, diseñado por Smud & Zelcer arquitectos, se entregará a finales del 2026 y consta de cuatro volúmenes de cuatro pisos cada uno (planta baja y tres más) con unidades de uno, dos y tres ambientes, que se harán en una única etapa. El ticket inicial es de US$225.000 y las propiedades van desde los 67 m² hasta los 120 m² cubiertos.
Sin embargo, lo que más llama la atención y resalta de este emprendimiento es que contará con un bosque interno de 1300 metros cuadrados con paisajismo de Bulla, con árboles de ocho metros, plantas naturales, senderos y lomas de un metro y medio de altura; lo que le genera a los residentes la posibilidad de sentarse a tomar sol o leer a la sombra.
“Es paradójico, queremos vivir conectados entre nosotros y nos mudamos a torres: estamos aislados en las alturas con aberturas con doble vidrio que aíslan los ruidos. Hay que pensar proyectos que inviten al encuentro pero que también te den la posibilidad de estar solo”, reflexiona Canepa.
Otro aspecto particular de este emprendimiento que busca el bienestar de las personas, es que los pasillos son externos y se integran al diseño, siguiendo el estilo californiano. Además, para generar espacios con luz natural y ventilación, clave para el bienestar, las 60 unidades son pasantes: es decir, los ambientes tienen ventanas en ambos lados y generan una ventilación cruzada.
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¿Por qué se eligió esta zona para un proyecto de estas características? “Tiene barrios cerrados establecidos, con viviendas familiares de buena calidad, entonces, se buscó que el proyecto se integre a todo eso, tanto en términos de altura como en la implementación del verde”, cuenta Canepa, quien detalla que la demanda atraviesa todo tipo de público: desde parejas que están en la etapa del “nido vacío” hasta jóvenes que buscan la contención de vivir en un lugar con verde y seguridad.